∆ Especial/Extra: Ángel guardián.

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Suspiré y bajé la mirada.

—Lo sé, tranquilo —me abrazó—. Tranquilo, lo va a lograr.

No podía soportar que se fuera, esos segundos que creí que había muerto me destruyeron. De verdad sentí cómo si una parte de mí se había ido con ella, como si me hubiesen arrancado una pierna o un brazo. Me habían dado náuseas e incluso creí que me estaba jugando una broma como los primeros días que nos conocimos, pero el gran cuchillo en su abdomen me recordaba que era imposible.

La necesitaba de vuelta, la necesitaba conmigo. No podía ni quería soportar una vida sin ella. Ya no recordaba cómo me sentía sin su sonrisa a diario, su risa, sus ojos...

Katie tienes que volver.

Una mano en la espalda me hizo ladear la mirada. Era Anni con los ojos hinchados y llenos de tristeza. Los chicos estaban con ella. Emily tenía la mirada perdida mientras Marc la abrazaba de costado. El moreno tenía ojos tristes y desmotivados al igual que Jason y Thomas. Todos estaban destrozados. Sin embargo, algo en mi interior me abofeteó.

Dylan y Brann.

Ellos se quedaron en Alexandria al igual que Judith. Rosita, Aaron, Tara, Morgan, Carol, no tenían idea de lo que estaba pasando.

—Alguien debe contarles —le dije a Anni—. Dylan y Brann.

—Es mejor esperar —opinó papá—. Esperemos a que Carson actúe.

La puerta del remolque se abrió de golpe.

—Necesitamos sangre —era Maggie—. Katie es B positivo.

Los presentes nos miramos entre sí.

—Soy O negativo —Emily levantó la mano—. ¿Puedo donar verdad?

—Sí, ven. —Maggie le hizo un ademán—. ¿Uno más?

—Yo soy B positivo —Thomas habló—, puedo ayudar.

—Bien, vengan los dos.

Ambos pasaron al interior del remolque.

— ¿Por qué no donaste? —Anni le preguntó a Adam.

—Soy A negativo, no puedo ayudarla —contestó. Por un momento creí que se sentía culpable por ello.

¿Qué está pasando ahí dentro? ¿Está funcionando?

|Narra Katie|

Al abrir los ojos lo primero que vi fue Hilltop, pero no había nada ni nadie, estaba vacío. Caminé por todo el lugar creyendo que estaban escondidos, pero no encontré a nadie. Dentro de la mansión, en los remolques, en el huerto, la pequeña granja, todo vacío.

— ¿Buscas algo?

Mierda.

Esa voz me hizo sobresaltar. Mi corazón se aceleró tanto que tuve que respirar con rapidez e irregularidad. Sin embargo, tan pronto mi cerebro reconoció la voz, cada músculo en mi cuerpo se tensó. Sentí el miedo escalar por mis venas mientras un escalofríos recorría mi espalda.

Imposible.

—No, totalmente posible —dijo con su despreciable carisma—. Estoy parado frente a ti, claro que soy real.

No salían palabras de mi boca, estaba asustada, pero sobre todo confundida. Necesitaba una explicación urgente. Yo misma lo había matado, yo misma le corté el cuello y vi cómo se desangraba.

—Debo estar en el infierno —murmuré, perturbada.

—Oh no, querida, todavía no —se entrometió en mis susurros—. Me temo que todavía no ha partido el tren.

Sin Sentimientos. (2ª Parte de Sentimientos Encontrados)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora