Capítulo XXXVI: Un camino de estrellas y árboles

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—Adelante, no hay problema—dice Darling. La mujer hecha una mirada a los lienzos de las demás, les da algunos consejos y felicita por la buena mano que tienen. Cuando llega hasta mí, me tiemblan las piernas, ya que la pintura jamás había sido lo mío. Mira seria cada detalle que he trazado.

—Se ve muy bien—asiente y se me escapa un suspiro.

— Es un camino a casa—me mira Isabela y la mujer levanta las cejas.

— ¿Qué?—niego confundida.

—Los caminos de árboles nos llevan a casa—aclara—. O eso leí en un libro—ríe. Yo miro la pintura y frunzo el ceño.

—Pensé que los caminos de estrellas lo hacían—levanto las cejas.

—Oh, ni los caminos de árboles o estrellas—objeta la mujer. Vuelvo a menear con mi aire de confusión.

— ¿Entonces qué?—me intereso.

—Nosotros mismos—asiente—. Nosotros mismos nos guiamos a casa.

— ¿Cómo?—dudo.

—No necesitas un camino de árboles o estrellas para regresar a tu hogar, sólo te necesitas a ti, con eso, nadie puede detenerte para volver—sonríe.

—No entiendo.

—No necesitas entender nada, Alice—sonríe—. Sólo busca el camino a casa y regresa—me dice en un tono de orden y saluda caminando hasta el puente. Yo me quedo quieta unos segundos.

— ¡Espere!—me levanto y ella se voltea— ¿Cómo sabe mi nombre? No se lo he dicho.

—Oh, lo dejaste debajo de tu pintura—sonríe y yo miro la pintura. Debajo esta mi nombre en negro, no recuerdo haberlo hecho.

—Yo no...—levanto mi vista y la veo alejarse. Me vuelvo a sentar en confusión y sonrío para mí misma.

—Que mujer más rara—dice Jaqueline. 

Luego de unas horas, emprendo mi camino de regreso. Darling me agradece por haber venido y nos despedimos. Mientras oigo el ruido de las ruedas del carruaje por el camino, reflexiono sobre lo que la extraña mujer me dijo.

Sólo busca el camino a casa y regresa.

Pero, yo ya estaba en casa. ¿Lo estaba? Esa era la pregunta que me rondaría por los siguientes días.

(...)

Los días se habían vuelto más tediosos de lo normal. Me la pasaba tocando el piano o vagando por los alrededores de la mansión.

—Adelante—bramo dejando el libro que tenía a un lado. Frente a mí, aparece Darling con una sonrisa—. Hola—saludo y me levanto del sillón.

—Hola—dice y cierra la puerta—. Tu tía dice que estas muy sola y yo...—vacila.

—Gracias—confieso—. Enserio me siento sola.

Ella sonríe tímidamente. Decidimos tomar un té, para luego dirigirnos al jardín. El día está muy cálido y la brisa es suave.

—Sabes, yo también he estado sintiéndome sola—habla.

— ¿Por qué?—dudo—. Tienes a Isabela y Jaqueline.

—Oh, ellas son muy...—guarda silencio al no encontrar una palabra.

— ¿Óptimas? —pregunto.

—Bueno, no me referiría con esa palabra, es sólo que...—suspira—Ellas piensan en cosas demasiadas abrumadoras—aclara.

—Te entiendo—digo y me doy cuenta que Darling en mayor parte, no es lo que yo pensaba—. Entonces, date un descanso de ellas. Diviértete.

Alice y el collar de Suller © ✔️ ( #1 )Donde viven las historias. Descúbrelo ahora