Liliana pasó entre medio de la pandilla de Parkinson y se fue caminando por los pasillos, sintiendo las miradas llenas de odio de todas aquellas chicas de Slytherin.

No le importo, porque ahora ya no tenía miedo, esta vez, les demostraría que no era alguien para pasarla a llevar y llevaría con honor el apellido Snape al ganar el duelo.

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Al llegar la hora del almuerzo, no tenía muchas ganas de comer, jugaba con unos diminutos tomates con el tenedor, ignorando la conversación de Malfoy junto con Crabbe y Goyle, al recordar como molestaban a unos muchachos de primer año. Cosa que le llamo la atención al peli rubio, ya que la niña siempre les decía que no tenían que hacer eso.

– Come tu comida. – le ordeno, Malfoy. – No te acompañare a la cocina a buscar algo para comer después, casi nos atrapan por tu culpa la última vez.

– ¡Yo voy contigo!. – dijo Goyle, con dos panes en sus manos.

– No sé si comer algo. – murmuró. – Es que con lo del duelo por la tarde...

– ¿D-Duelo?. – preguntó Crabbe desconcertado y desorientado, mientras tocia.

– Cierto, aun no les dije. Voy a pelear contra la chica que parece la líder de quienes me molestan.

– ¿Tienes un padrino o un segundo? – preguntó Malfoy con su mirada de reproche. Draco había dejado su copa de lado y movía sus dedos impacientemente contra la mesa. – ¿No me digas que piensas ganarle tan fácil tú sola?.

– ¿Padrino?. – pregunto sin entender y vio como Malfoy cubría su cara con su mano, y soltó un suspiro, decepcionado. – ¡Oye no me hagas sentir mal!. Explícame.

– A veces olvido que pasas la mayor parte de tu vida con esos desagradables muggles... – dijo entre dientes. - Crabbe, Goyle, andando. – dirigió su mirada a ella. – De esta no te salvas Liliana.

Liliana trago duro, desvió la mirada a la mesa de Hufflepuff donde Cedric se encontraba, se sentía avergonzada de decirle algo como eso a aquel chico. Por lo que siguió a los muchachos hasta la sala común, pero aun así no se detuvieron, tuvieron que entrar a la habitación de Malfoy. 

Les ordenó que se sentaran mientras buscaba un libro de los estantes, una vez que regreso, acomodo su cabello amarillento y dirigió una mirada discriminatoria a Liliana como si quisiera arrancarle la cabeza.

– Te dije que no podías hacer nada sin mi. – Empezó a regañarle

– No empieces con tu reproche, además, no es más fácil dejarme hacer mis cosas por mi cuenta, digo, siempre dices que te molesto. – se alzó de hombros.

Crabbe y Goyle asintieron con la cabeza, también eran conscientes de que Malfoy de vez en cuando se quejaba de ella.

– No estamos hablando de eso, estamos hablando de lo irresponsable que eres, siquiera sabes como es con los hechizos ¿O algo de ella? – Liliana no respondió. – ¡Nada!

– Sé que es su compañera... – miro a otra parte avergonzada.

– Nombre. – dijo severamente.

– No te diré... – gruño. – Solo dime que es el padrino.

– Te lo diré, si me das un solo nombre. 

Liliana lo miró por unos segundos, luego se giró a ambos chicos que yacían en silencio.

– Crabbe, Goyle, ¿Qué es un padrino?.

– ¡Ustedes dos no le contesten! – ordenó.

– ¡Déjalos hablar! – le dijo con recelo. – Crabbe y Goyle no siempre pueden hacer lo que quieres.

– Que no un padrino es el que se hace cargo si te matan. – murmuró Goyle.

– ¿Perdón?. – susurro.

Su semblante que tenía en su rostro era tan pálido que competiría con un mismo fantasma.

– La gente sólo muere en los duelos reales, no te preocupes. – se apresuró a decir Crabbe para tranquilizarla.

– Lo que hiciste es increíble, lo máximo que puedes hacer tu, es lanzar chispas, en cambio, esa chica, de seguro sabe algún hechizo que te dejará probablemente casi muerta.

– Te equivocas, qué crees que he estado haciendo toda la mañana, los he estado leyendo todo sobre combate y duelos de magos. – dijo de manera orgullosa.

– Una cosa es leerla, otra cosa hacer el hechizo correctamente. – contra atacó Malfoy.

– Tsk. - enredó su lengua y comenzó a morder su uña. – Solo quiero que me dejen tranquila, ¿Es mucho pedir?

– Pues no será fácil si quedas en ridículo frente a toda la escuela. – continuó Malfoy, le entregó un libro de magia. – Toma, es de combate, lo tengo desde el primer año. Tal vez te sirva de algo.

Liliana sonrió alegremente. – Gracias.

Abrió el libro y comenzó a buscar los hechizos más fáciles pero más efectivos para así no perder contra aquella chica molesta. También, Crabbe y Goyle se turnaron para ayudarle a atacar con hechizos y defenderse de ellos, al principio, salía volando hacia los sillones, pero aun así, se volvió a levantar hasta que dejó a ambos chicos en el suelo.

Por la emoción daba unos pequeños saltos y le dio un abrazo a Malfoy quien un poco sorprendido, no tuvo tiempo de corresponderle. Se separó de él y corrió donde ambos chicos que intentaban levantarse.

– ¡Eso! – le animó Crabbe al levantarse con ayuda de Goyle y Lily también los abrazo.

– ¡Gracias chicos! – ambos, le corresponden con una sonrisa. – Ahora si podré darle su merecido a esas niñatas.

Una vez que se sentía segura y le dieron una montonera de consejos para evitar ser lastimada en extremo, fueron ordenando el desastre que tenían en la habitación.

Malfoy comenzó a preguntar como se llamaba cada hechizo dejando solo sus características.

– Si quiero encerrar a alguien ¿Qué hechizo ocuparía?

– Jaulero.

– ¿Un encantamiento desarmador?

– Expelliarmus.

– ¿Una barrera mágica?

– Partis Temporus, dura un lapso de tiempo.

– ¿Para aturdir a alguien?.

– Desmaius, lo puedes aturdir pero si lo dominas bien, lo puedes desmayar.

– Creo que estarás bien. – dijo Goyle.

– Eso espero. – se sincero con un poco de nervios. 

Continuará...

La Serpiente Escarlata (2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora