Cuando Xie Lian es secuestrado dónde menos piensa que será llevado es a la mansión de uno de los más poderosos Alfas del mundo de la mafia, Hua Cheng.
Ahora cumpliendo con una deuda que le será impuesta, comenzará a vivir junto a él, en un mundo dó...
El Omega parpadeó sintiéndose aturdido, comenzó a caminar la pequeña distancia hacía la puerta sintiendo su corazon latir rápidamente.
Del otro lado, se encontraba Hua Cheng observándolo detenidamente.
Pero a pesar de eso, no había ni una pizca de reproche en su mirada.
¿Acaso San Lang no lo juzgaba?
A ese punto le parecía imposible al Omega no creer que aquel Alfa no sabía todo.
Cómo él mismo le había mencionado antes, Lluvia Carmesí sabía todo lo que ocurría a su alrededor.
Y lo que le causaba más conflicto era que aún así se encontraba ahí detrás de aquella puerta, buscándolo.
Las palabras de Jun Wu aparecieron en su mente.
"¿No piensas que él también puede estar utilizandote?"
Nunca se hubiera imaginado que aquello le ocurriría.
Al principio parecía ser sencillo, Xie Lian solamente debía acercarse al temible Lluvia Carmesí para poder infiltrarse y sacar información.
Solamente debía hacerlo para pagar y rescatar a su tío de la deuda que sostenía con Jun Wu.
Pero no pensaba que todo se complicará.
No se imaginó que aquel Alfa, en realidad era una persona agradable.
Y había ocurrido algo que desde el primer momento no debió dejar que sucediera.
Xie Lian se había enamorado de Hua Cheng.
Un sollozó salió de sus labios los cuales fueron cubiertos con sus manos evitando que otro pudiera escaparse.
Unas manos se colocaron sobre sus mejillas, acariciando para poder quitar el rastro de lágrimas que aún poseían.
Y unos suaves se posaron sobre su frente dejando un beso.
-Todo estará bien Gege -Hua Cheng susurró en su oído- Te lo prometo
Xie Lian asintió automáticamente y dejó que los brazos de el Alfa lo envolvieran.
Podía dudar de cualquiera a su alrededor, pero algo dentro de él le hacía saber que podía confiar en aquel hombre que lo abrazaba tiernamente.
De eso no tenía ninguna duda.
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Los dedos de Hua Cheng se pasaban suavemente sobre las hebras de cabello de Xie Lian.
Lo acariciaba lentamente para no despertarlo.
Luego de que había llegado a su apartamento, el Omega parecía que estaba a punto de perder la poca compostura que había mostrado ante él desde que lo había conocido.
