—Bueno, como dicen... —comentó Alya, tomando a su novio del brazo—, cuando el gato llega, los ratones se escapan...

Adrien iba a responderle que el dicho no era así, pero antes de que pudiera hacerlo, Alya se fue a pasos rápidos, haciendo que Nino protestara porque nunca obtuvo respuesta de Marinette.

—¿Estás bien? —le preguntó el rubio a la chica, pues estaba empezando a sentirse incómodo por la mirada fija de ésta sobre él.

—Necesito saber qué vas a darme el sábado... —cuando Marinette dijo esa frase, por un momento suspiró aliviado, pues casi se sintió morir, pensando en la posibilidad de que Plagg pudiera haber revelado su secreto, inconscientemente.

—Marinette... —respondió, tomando la tira de su bolso con ambas manos—, ya te lo dije anoche, ¿no puedes aguantar hasta el sábado?

—No, no puedo —contestó, acercándose a él, con las manos tras su espalda.

—¿A poco esa cara de cansada es porque pensaste en mi regalo toda la noche? —esa frase hizo que Marinette retrocediera, mirándolo con los ojos entrecerrados. Él no entendía bien por qué, pero estaba emocionado de estar hablando así con Marinette, tanto que sentía como si la boca del estómago se contrajera, y los nervios y la emoción lo manejaran a su voluntad— ¿Sin respuesta, es un sí? —al ver que ésta estaba enojándose, movió la cabeza hacia su bolso. Marinette lo observó emocionada, pensado que ahí cargaba lo que iba a darle, pero solo lo vio sacar su celular—. Mira... —cuando Marinette se acercó a ver la pantalla del celular, no notó nada más que la hora y la fecha, frunciendo el ceño antes de que él pudiera hablar—... Ahí dice lunes, no sábado... así que aguanta.

—¿Te han dicho que eres un tonto? —reclamó.

—Entonces, ¿te gustan tontos? —la contra respuesta hizo que Marinette se quedara paralizada en su lugar, dejando que Adrien subiera las escaleras antes de llamarla para que entraran a clases.

Cuando reaccionó, solo pudo apretar los puños. Esta versión de Adrien iba a volverla loca, aunque por alguna extraña razón le gustaba... y eso la hacía enojarse más con ella misma.

—¡Espérame! —le pidió, mientras subía los escalones y lo alcanzaba para entrar juntos al colegio.

...

Nadie entendía muy bien qué era lo que pasaba con Adrien y Marinette, y quizás tampoco ellos mismos, pues ambos habían cambiado. De repente, la chica había dejado de tartamudear o de decir palabras incoherentes, incluso establecía conversaciones con el chico en el patio o entre clases; mientras que Adrien, se mostraba mucho más distendido, como si no le importara mantener la imagen de niño correcto que siempre había proyectado, dejando ver un lado bromista que encantó a sus compañeros.

Y como nadie entendía qué sucedía, empezaron a correr los rumores. Varios empezaron a comentar o a suponer que Marinette finalmente había confesado sus sentimientos y el joven modelo la había aceptado, mientras que otros pensaban que Adrien mostraba otra faceta de él, con el objeto de poner a prueba el amor de Marinette. Pese a todo eso y aunque ellos eran conscientes de esos rumores, ninguno negaba o afirmaba nada.

Otra de las cosas que también notaron, tanto el día martes y miércoles, era que Adrien esperaba a que Marinette llegara para decirle o comentarle algo que la ponía de tan mal humor, que el chico tenía que entrar corriendo al colegio con la de coletas tras de él. Una vez adentro, las cosas recién se calmaban cuando Alya la abrazaba, mientras que Adrien se escondía detrás de Nino.

Y aunque esos eran lo dichos y rumores del colegio, algunas cosas distaban de la verdad.

Adrien y Marinette no eran pareja, pues aún tenían varios secretos que no podían contar y que seguían formando un muro entre ellos, ya no tan grueso, pero muro al fin y al cabo. Adrien trababa de fingir que estaba bien y ocupaba esos juegos con Marinette para no pensar en el día clave que se acercaba, el día en que llevaría a cabo el plan super secreto que había preparado con Su Han, como prueba de que su lealtad estaba con su guardiana.

El Gato de la GuardianaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora