Capítulo I

139 16 3
                                    

La vida siempre nos traerá cosas que nos alegrará los días, como la aprobación de varias oportunidades como de una academia o de un beneficio que te libraría de problemas severos. Pero habrá un momento en que pienses que toda la vida, no todo se pinta de color rosa. Que siempre hay un momento en que debamos comprender las cosas que desde niños, fueron difíciles de explicar. Y para las próximas generaciones, seguiría las mismas advertencias del pretérito.

¿Qué sería la cosa más difícil que un padre le platicaría con sus hijos? La reproducción es una respuesta común, pero más temas serían interesantes e importantes para platicarlo. Hasta los padres tienen varias preguntas que no lograrían dar una respuesta exacta, como qué hay más allá después de la muerte.

La infancia es dulce, pero hay un momento en que necesitamos madurar. Ver las cosas con realismo, y dejar las fantasías a los cuentos de hadas.

Spam, un simpático zorro cachorro ha vivido en los brazos de sus padres. El amor familiar nunca le faltó durante su infancia, siempre pasando los mejores momentos con ellos.

Nunca dejaba de sonreír, siempre tan animado en distintas actividades que realizaban en familia. Pasear en distintivos puntos del Oceanica Forest, provincia en donde vive. Su hogar se ubica en Safe Haven.

Una ciudad peculiar donde viven animales y monstruos en libertad, gran fama por sus costumbres como las humanas.

Al simpático zorro naranja nunca le faltó nada, sus padres son lo primordial que tiene en su vida. Siempre tan energético y feliz, sin preocupación alguna que se colara en su felicidad.

Pero durante su infancia, un advenimiento se colaría en su pasado, dejándole una herida en su mente.

Era una tarde de invierno, y la familia estaba contenta al planear un pequeño paseo por el bosque. Y a pesar de la nevada que se presentaba en el lugar, no fue excepción para disfrutar un día familiar. Llevaban alimento para hacer un pequeño refrigerio en medio camino, abrigados de la fría nevada en el bosque y la familia contenta como siempre en cada paseo.

Spam estaba alegre de pasar tiempo con ambos padres, además de librarse de las labores escolares con la llegada de las vacaciones de invierno. Esa sonrisa que le encantaba ver sus padres cada vez que lo veían jugar o divertirse. A pesar de ser solamente su único hijo.

La familia de zorros pasearon por la suave nieve que cubría el pasto, viendo cómo todo se pintaba de blanco, jugando en ratos con la nieve y los cariños familiares presentes en cada momento.

Media hora de caminata, hora del refrigerio.

De una canasta, sacó sándwiches de carne y una ligera ensalada de acompañamiento de frutas y verduras variadas. A la especialidad de la madre del zorro, que dejaba que sus hombres degustaran sus manjares.

Pero mientras se alimentaban en medio del bosque nevado, el padre de Spam empezó a escuchar algunos aullidos de una manada de lobos, que parecía que estaban a pocos kilómetros de ellos. Eso hizo que lo pusiera alerta, atento a cualquier cosa que se acercaba. Con las orejas al alto y la vista a todo ángulo visible.

—¿Todo bien, cariño? —preguntó la madre, al ver el peculiar comportamiento de su marido.

—Parece ser que no estamos solos —respondió sin dejar de visualizar el área.

Y era de impresión, una manada de lobos grises se acercaba lentamente a los zorros que merendaban en medio del bosque. Parecía no dar una buena cara para ellos, como un aspecto para asustar a sus víctimas.

Spam se resguardó en los brazos de su madre, que se veía atemorizado de las presas que los estaban rodeando. Con esos colmillos afilados y los gruñidos que escuchaba y le producía escalofríos. La hembra intentó tranquilizarlo con acariciar su cabeza.

—Todo estará bien, hijo... —agregó a murmullos para no asustarlo.

Eran más de ocho, que se acercaban más a ellos lentamente. Y parecía que no había escapatoria para ellos, sin que nadie le importara la fuerte brisa fría que abrigaba a los presentes.

—Ustedes huyan —ordenó el padre a su familia, que estaba atrás de él—. Yo me encargaré de esto...

—Pero... ¿y si te pasa...?

—Solo hagan lo que pido —interrumpió a su esposa—. No les queda mucho tiempo.

Los lobos empezaron a abalanzarse sobre ellos, uno por uno. El padre empezó a defender a su esposa e hijo evitando que ellos se acercaran a su familia. Ordenó una vez más para su mujer, a lo que logró que reaccionara y empezara a huir del lugar.

Spam iba abrazado de su madre, y solo veía como se alejaba más de su padre. Pidiéndole que se fuera con ellos. Tres lobos de la manada empezó a perseguirlos, intentando no escapar de su caza.

El padre los persiguió y fue atacando a los que estaban siguiendo a su familia para darles la oportunidad de escapar. Al final, toda la manada decidió atacarlo entre garras y dientes, dejando al par de zorros escapando sin que alguien los siguiera.

Ya no hubo persecución, terminaron saliendo del bosque sin el padre de la familia. Spam solo lloraba en los brazos de su madre, y ella, bueno, también entró en llanto por todo lo sucedido.

Para no seguir con la persecución, ambos mamíferos se regresaron a casa. Donde el clima ya era más cálido. Ambos se quedaron sentados en el sillón de la sala, deprimidos al ver que el padre de la familia sacrificó su vida para ser salvados.

—¿Volverá papá? —preguntó Spam, que veía a su madre con sus ojos tristes y sus mejillas con lágrimas secas.

—Sí... volverá pronto...

Parecían largas las horas la madre del zorro animado, esperaba en la sala de su hogar, con la esperanza de que esa puerta se abriera y escuchar nuevamente la voz de su marido. Pero cada hora, más se desconsolaba. Sus lágrimas corriendo en sus mejillas, sin poder resignar que su marido regresaría al hogar.

¿Y cómo explicarle al pequeño?

Que en las mañanas esperaba en frente de la puerta, atentamente sin que cualquier cosa le distrajera hasta que terminaba el día. Su madre solo lo veía ahí, con la tristeza de ver cómo lo seguía esperando.

—¿Sigues ahí, Spam?

—Estoy esperando a que papi vuelva, mamá. Lo extraño mucho.

La hembra no tenía esa manera de explicarle lo sucedido.

Rodó la noticia de que su marido había sido mutilado por esa misma manada de lobos que los atacó ese mismo día de caminata en el bosque. En su habitación tuvo que desahogarse sin que su pequeño lo viera, con la pena de haber perdido al macho con quien se casó.

Y que a cada día lo recuerda en su mente, y aquellas fotografías que conserva en un álbum. Recordando aquellos bellos momentos que tuvieron juntos antes y después de casarse. El mejor zorro que ha conocido en su vida.

—Yo también lo extraño, cariño —respondió ella, soltando una leve sonrisa para no desanimar a su criatura.


SoñadoresDonde viven las historias. Descúbrelo ahora