- vale cariño, mírame - ella empezó a hacer gestos de dolor, del pánico y del poco oxigeno que sus pulmones contrayéndose le permitieron.

- Él es mi hijo - susurro con las lágrimas casi al borde de sus ojos cafés, llenos de miedo y de incertidumbre. Le tomé de ambas manos, las pegué a mi e hice que me mirara.

- ninguno de esos es Bruno, no va a pasar nada, él debe de estar bien... - quería creerme mis propias mentiras y era inútil.

En el presente:

Conduje lo que pareció una eternidad entre mi cabeza que no me dejaba y el pensar en lo que Bruno había hecho. Ese crio. En cuanto lo vea y Elena me haya dicho que hizo algo malo se las verá conmigo.

Estacione en la parte de afuera, apague el auto y deje el bolso en el asiento de atrás. Salí y cuando puse la alarma Elena desde la ventana de su edificio me gritó:

- ¡no subas! ¡ahora bajo yo y hablamos! - fue en esas que la perdí de vista porque se había metido a la casa ¿tan grave es?

Esperé lo necesario para que ella bajara. Y con una sonrisa cálida se acercó, me abrazó fuerte y suspiró mientras posaba su mano en el coche y la otra la ponía en la cintura.

- han sido días duros ¿eh?

- ¿por qué lo dices?

- por Bruno. Por lo que siente y pasa.

- es como cualquier adolescente, quiere tener la razón y no es así...

- me ha contado que no esta listo para que suplas a su madre... - hubo un minuto de silencio, muy espeso y profundo silencio en el que no supe que decir. ¿Como le contaba que no tenía un amante? No me iba a creer, es más no era mi amante, era la misma Paulina De La Mora. Me iba a tachar de pirada y eso era peor.

- Elena, yo...

- ¿qué le vas a decir a Bruno? Majo, el no es ciego...

- que ya lo sé, que lo sé... es sólo que, no es tan fácil.

- ¿qué cosa? ¿Por qué ni tu ni Diego son capaces de decirme que esta sucediendo?

- ¿Diego? - intente hacerme la loca

- ¿ahora te harás la loca?

- joder, Elena, no.

- ¿no me tienes confianza?

- claro que sí... - la vi a los ojos, es que MENTIROSA se me había tatuado a la frente. Tenia un conflicto interno en el que tenía que decirles pero ¿por qué me complicaba tanto? ¿Eh? ¿Era muy difícil?

Yo seguía teniendo en la cabeza que si ellos estaban cerca de ella, ella no lograría seguir siendo feliz, ella, por ninguna razón seria la salvadora de la familia de nuevo. Eso me podía más. Yo no quería que ella sufriera de nuevo, si no todo lo contrario que fuera feliz. Me estaba comportando como una egoísta. Y entre ese dilema interno se lo solté. Todo porque pensé que Elena y la familia lo merecían aunque yo lo perdiera todo.

- Paulina está viva... - le susurré viendo a otro lado. Me ardía cual hierro en la garganta, quemaba mi ser el haberle soltado, el que ya, apartir de este momento no era más mía, ya no era solo mía.

-¿Que? - dijo perpleja

- Paulina está viva - le repetí a la cara, con unas lagrimas en los ojos. Afirmando la postura y afrontando de una vez todo.

LA CASA DE LAS FLORES: UNA HISTORIA PARTICULAR Donde viven las historias. Descúbrelo ahora