-De serle sincera, sí. Me causa mucha curiosidad el interés por tener esta salida, aunque a decir verdad me siento bastante halagada - aclaré.

-No es común que haga esto, quiero aclarar. Hay muchas chicas hermosas en el reino, pero no tengo por costumbre invitar a todas las chicas bonitas que me cruzo - asentí comprensiva - hay algo en ti, Leia que inevitablemente me atrajo como una polilla a la luz.

Agradecía que dentro estuviera solo iluminado por la tenue luz de la luna. Estaba muy sonrojada.

-¿Qué le llamó la atención de mí?

-Tus ojos, tienes unos ojos miel preciosos - sonreí. Ojala supiera - y tu voz, cuando te escuché no pude dejar de pensar que tienes la voz más bonita que he oído en mi vida.

Era el primer cumplido que recibía del sexo opuesto y me sentía muy extraña.

-Gracias - susurré tímida.

El carruaje se detuvo de repente y la puerta se abrió.

-Vamos - lo vi bajar y tomé la mano que me tendió.

Estábamos a las afueras de la ciudad, en un precioso claro por el que muchas veces había pasado, pero nunca había ido realmente. Las flores de lavanda rodeaban todo el claro invadiendo el aire con su aroma. Era una vista preciosa. Aaron no había soltado mi mano aun, así que caminamos hasta adentrarnos en el claro. Había unos árboles más delante de los que colgaban un par de columpios cuyas cuerdas estaban cubiertas de plantas, había un par de bancas más adelante.

-Esto es precioso.

-Sabía que te gustaría - giré y le sonreí.

-Había pasado un par de veces por aquí cuando acompañaba a papá a distribuir sus cuadros, pero por alguna razón nunca entramos hasta acá.

-Bueno, eso es porque está prohibido - fruncí el ceño - mis padres mandaron a hacerlo cuando se enteraron de que tendrían un heredero, el claro Cleiwood lleva realmente el nombre de Claro Aaron, pero evito mencionarlo.

-Vaya, eso tiene sentido.

Aaron río y mi pecho vibró. Su risa era contagiosa. Sus ojos verdes brillaban cuando estaba contento. Me jaló un poco hasta llegar al columpio y me senté a la vez que él hacía lo mismo.

-Me gusta venir aquí cuando estoy abrumado.

Sonreí.

-Es lógico, el lugar es pacífico. El olor a lavanda tiene efectos realmente relajantes en el ser. La brisa y la tranquilidad que se respira lo convertiría también en mi lugar favorito - suspiré.

-Si, justo eso me pasa - ahora fue él quien suspiró.

Nos quedamos varios minutos en silencio, disfrutando de la brisa y el olor de lavanda que traía hacía nosotros. No era un silencio incómodo, realmente me sentía cómoda estando así, en silencio en compañía del príncipe.

Nunca había estado a solas con un hombre, bueno no había estado sola con un hombre siendo Leia, así que era mi primera "cita", no sé si lo fuera, pero a mí me lo parecía. Él había visto la mujer que había en mí y por alguna razón el que apenas conociendo me trajera a su lugar especial me hacía sentir de esa misma forma. Especial.

Giré hacia el príncipe y lo encontré con los ojos cerrados y la cabeza en dirección al cielo. Parecía relajado, pero algo en su postura y expresión me hacía pensar que realmente estaba abrumado por algo y que necesitaba este respiro.

-¿Sería muy imprudente preguntar lo que le abruma? - él sonrió aún con los ojos cerrados.

-No, no sería imprudente - abrió los ojos y me miró fijo - ser príncipe no siempre es un paseo - asentí comprendiendo. Sabía perfectamente todas las responsabilidades y exigencias que tenía - la guerra toma mayor fuerza cada vez, necesitamos más soldados, apoyo de otros reinos y nos estamos quedando sin opciones, papá quiere que me haga cargo de todo.

Ríndete a Él (LIBRO 1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora