Correr por la montaña fue más agotador que bajar al valle tomándose un poco más de tiempo el abandonar el territorio humano por completo.

Se sintió relajado en su habita natural y negó con la cabeza divertido. Su segundo encuentro con el nipón había sido inútil.

Al llegar a la cabaña, tuvo que esperar unos minutos para respirar antes de regresar. Aunque no tenía la intención de volver a la ciudad, no quería que Reich se enterara.

Un fuerte sonido de disparo lo hizo agacharse. El bosque estuvo completamente silencioso durante unos segundos antes de que volviera a la vida. Alemania frunció el ceño preocupado aunque el sonido había sido bastante distante. Era demasiado pronto para que los cazadores esten ahí, pero los humanos parecían siempre ser impredecibles en todo momento.

Llegó a la cabaña y entró rápidamente mirando a su alrededor, peeo no vio a Reich por ningún lado.

-Estoy de vuelta -gritó en el silencio. No hubo respuesta. Recogió la ropa que había dejado en la puerta principal esta mañana y se la puso. Era poco probable que Reich todavía estuviera dormido, pero Alemania un poco dudoso de su pensamiento se dirigió a la habitación del mayor y llamó suavemente.

No hubo respuesta, bajó la manija de la puerta y se asomó al interior del dormitorio. La cama estaba hecha, lo que indica que Reich ya se había despertado. Alemania suspiró y volvió a la sala de estar, donde se dejó caer en un sillón.

Es de suponer que Reich había salido corriendo por su cuenta y pronto estaría en casa. Suspiró en silencio y cerró los ojos.

Un estallido resonó en sus oidos y sus ojos se abrieron de golpe.

Había sido un disparo de una escopeta.

Los cazadores habían visto y probablemente matado a sus presas.

Alemania se obligó a respirar. Reich era un tigre de Amur y no irían tras un tigre de Amur, ¿verdad?

En el fondo sabía que cazaban todo lo que fuera lo suficientemente grande como para presumir. Había visto muchos tipos de cadaveres todos los años. Ciervos, alces, osos y...tigres.

Sus piernas se sentían como gelatina cuando se levantó y fue hacia la puerta principal. Se sentó en las toscas tablas de la veranda y miró hacia el bosque.

Anhelaba escuchar los bufidos de Reich mientras trazaba un rastro a través de la espesa maleza que constantemente quedaba atrapada en su abrigo. A cada minuto que pasaba se preocupaba aún más, se mordió el labio. No importa cuánto se esforzó por escuchar algo, no pudo detectat ni un indicio de Reich. Quizás si fuera a buscarlo. Asintiendo para sí mismo, se quitó la ropa y dejó que su cuerpo tomará la forma de su animal. Los ruidos eran muchos más claros ahora, pero seguían sin ser un sonido familiar.

Caminaba de un lado a otro adentrandose en el bosque, moviendo la cola de un laso a otro constantemente. Cada segundo parecía ser demasiado para soportarlo.

Impaciente, siguió el olor de Reich. El tigre probablemente se fue en una dirección completamente diferente y estaba muy lejos cuando el cazadoe apretó el gatillo.

El sendero lo llevó primero al sur y luego al este y sus pasos se volvieron cada vez más rápidos con cada minuto que pasaba.

Esperaba encontrar a reich en algún lugar sano y salvo. El tigre se reiría bruscamente al enterarse del miedo del menor por su desaparecion y lo llamaría cachorro por preocuparse tanto.

Alemania no se dio cuenta de que estaba corriendo, solo se detenía ocasionalmente para captar el olor de reich, hasta que resbalo de una roca que había visto demasiado tarde. Por un momento se quedó aturdido en el suelo blando del bosque, mirando la pequeña granja de azul que se asomaba a través de las copas de los árboles. El aliento se le escapó por la nariz en un jadeo frenético, su corazón latía erráticamente.

El tenía miedo. Más que nunca antes en su vida.

Se levantó apresuradamente y procedió a seguir el rastro distintivo. En cualquier momento, vería el cuerpo color avellana de Reich, en cualquier momento, se decía a sí mismo.

Una risa sonó no muy lejos y abandonó el rastro para investigarlo. Si los cazadores estuvieran allí y no pudieran encontrar un rastro de Reich o su olor, podría calmarse. Significaría que nunca se habían encontrado y que la bala no iba dirigida a Reich.

Contrariamente a sus esperanzas, los cazadores no habían dormido en tiendas de campañas sino en una cabaña. No podía verlos, probablemente estaban dentro, pero reconoció la camioneta negra con los reflectores en la parte superior de la cabina. Un silbido se le escapó al ver el vehículo infractor.

Con cuidado, se aventuró más cerca. Un olor acre de la sangre era espeso en el aire y retrocedió instantáneamente a pesar de que él mismo era un cazador.

Realmente no quería verlo, pero tenía que asegurarse de que no fuera Reich. Solo un pobre ciervo o algún otro animal. Tenía que asegurarse.

Manteniendo un ojo en la cabaña de madera, se acercó al camión gigante.

Probablemente Reich ya estaba en casa.

Las orejas del Alemán menor estaban apretadas con fuerza a los ladoa de su cabeza y su postura se encontraba muy bajo que casí tocaba el suelo.

Reich estaba en casa, a salvo.

Saltó silenciosamente sobre el capó, sin importarle que sus garras dejaran rasguños en el brillante metal negro. Luego saltó a la cabina para echar un vistazo al contenido del área de carga.

Se congeló.

Reich...no estaba en casa.

𝐌𝐈 𝐃𝐄𝐒𝐓𝐈𝐍𝐀𝐃𝐎Donde viven las historias. Descúbrelo ahora