Vi a Rashta con los ojos bien abiertos, mirándolo como a un héroe, en eso vi un destello en su mirada, reconocía ese pequeño destello lleno de manipulación.

-Acepto el castigo. Su majestad- sentí una punzada en mi corazón y de nuevo el agrio sabor de la traición me abarcó, la herida que dejó Sovieshu, que con tanto amor y paciencia Heinley había cerrado, se había abierto de nuevo.

-Vete- me ordenó, apreté los dientes intentando no gritarle lo traicionada que me sentía.

Al llegar a la habitación de la emperatriz pedí que solo Laura y la condesa Eliza se quedarán.

-Laura- la llamé.

-¿Si su majestad?-.

-La próxima vez que te cruces con Rashta intenta controlar tu temperamento, no estaré todo el tiempo para frenar tus impulsos de dar a respetar mi lugar-.

-¿A qué se refiere su majestad?- Preguntó la condesa Eliza.

-No deseo que seas castigada por defenderme Laura, hoy pude evitar que dijeras algo que molestara al emperador, pero la próxima no estoy segura de poder frenarte a tiempo- ignoré la pregunta de la condesa.

-Lo lamento mucho, su majestad- sollozó de repente Laura -fue castigada por mi culpa-.

-No llores Laura, al menos no nos cruzaremos con el emperador y su futura amante por unos días ¿no es así?- Intenté animarla.

-¿Está segura de que la tomará como amante su majestad?-.

-Oh, condesa Eliza lo hubiera visto, incluso temí que mandará a su majestad la emperatriz a la torre- (por si acaso, la condesa Eliza no las acompañó a dar el paseo, así que no vio el altercado).

-En ese caso, será mejor cuidar las palabras que salgan de nuestras bocas, así evitaremos que la emperatriz intenté sacarnos de una situación causando la furia del emperador- la condesa Eliza empezó a cepillar mi cabello, Al notar el cansancio de Laura, le pedí que se retirara, dejándome a solas con la condesa -su majestad, aún está a tiempo- la miré extrañada a través del espejo -cuando acabe el castigo la pondremos tan radiante y hermosa que el emperador se arrepentirá de haber traído a esa mujer- sonreí, claro que se arrepentiría, pero es una lástima para él que yo no me arrepienta de nada y que incluso, quiera repetir la historia.

-No es necesario- respondí, me giré y tomé sus manos entre las mías -sé que su matrimonio es por amor condesa Eliza, también sé lo preocupada que está por mí, pero respecto al tema de la amante, eso no es algo que me importe, siempre vi a Sovieshu como un amigo, si consigue una o más amantes, es algo que ignoraré, a menos que intenten rebajarme o utilizar a el emperador en mi contra-.

-Su majestad...-.

-Lamento si esta forma de pensamiento no es de su agrado, pero fui criada con esa mentalidad condesa Eliza-.

♡♕♡♕♡♕♡

La noticia de mi castigo voló más rápido que Heinley a mis brazos cada que volvía de un viaje. Para todos el que me haya castigado era una expresión de amor absoluto. Tal y como sucedió antes ella ganó su primera confrontación no oficial conmigo.

-Solía admirarlo, pero esta vez ni siquiera escuchó a la emperatriz- dijo una de mis damas de compañía decepcionada y furiosa, al parecer creía ciegamente que mis palabras no fueron tan fuertes como para obtener tal castigo.

-Solo han pasado unos pocos días desde que el emperador la conoció. Estoy preocupada-.

Me concentré en mi trabajo, al menos me ahorré el "encuentro" con Sovieshu en el palacio central y el castigo de Laura. Pasaron los cinco días y para celebrar el fin de mi castigo, mis damas de compañía pidieron para mí, el que era mi postre favorito.

-Saben mejor los postres que Heinley hacía para mí y los niños- pensé con algo de pesar.

El secretario del emperador apareció en mi puerta, poco después de terminar mi postre.

-Su majestad el emperador quiere verle-.

-¿A mí?-.

-Si-.

Asentí y me giré hacia la condesa Eliza -lleven mi trabajo a la oficina y transmitan mi orden de que todo mi trabajo será enviado allí de nuevo-.

-Si, su majestad-.

Llegamos al dormitorio de Sovieshu, todo era igual a excepción de sus reproches.

-Actuó como si solo estuviera trabajando desde su cuarto como suele hacer a veces, actuando como si nada hubiera pasado, aun sabiendo que eso me ofendería ¿no?-

Quería suspirar del cansancio, incluso Lari hacía menos berrinches inmaduros de este tipo.

-Sospeché que podrías estar disgustado-.

-Pero incluso estuvo recibiendo todos estos cinco días tratos tan gratos, que hicieron parecer que estaba descansando en lugar de acatar un castigo, si hubiera pensado en mí, habría mandado un regalo o algo en forma de disculpa a la señorita Rashta-.

-No considero que deba disculparme, lo que hice no estuvo fuera de lugar-.

-¿Hablarle así a una persona?-.

-Solo traté de que dejara de tirar de mi ropa y de alejar a una persona que me dio un trato irrespetuoso. Las personas reciben lo que cosechan-.

Ante mis palabras su expresión se volvía más grave.

-Entonces, ¿no se disculpará con la señorita Rashta?-.

-Depende totalmente de mi decidir si me disculpo con alguien o no-.

-Estoy cansado de discutir contigo. ¿No puedes ser obediente por una vez?-.

-La emperatriz no tiene por qué someterse a la voluntad total del emperador-.

-Sigue así, y ni siquiera podrás compararte- la antigua herida se abrió más, algo que jamás podría perdonarle a Sovieshu es que me comparara con tal descaro con Rashta.

-Heinley, te extraño- pensé, siendo incapaz de encontrar algún momento en el que me compara con alguna otra mujer, no podía evitar comparar lo diferentes que eran mis dos matrimonios.

-Veo que estás cansada. Por favor, retírate por hoy. Ve y recuerda la educación que perdiste-.

Salí de la habitación sin despedirme, durante todo el camino a la habitación no dejé de apretar el puño, intentando controlar mi impulso de volver a la habitación y darle miles de almohadazos.

¿Creen qué estoy escribiendo bien la historia?

Editado: 20/09/2022.

Atte: Sana~i.

Una vez másDonde viven las historias. Descúbrelo ahora