Capítulo treinta y ocho

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Llegamos al pueblo.

Nuestra casa era pequeña.

No habían demasiados niño de mi edad, siempre eran menores o mayores que yo y era algo que me molestaba.

En el año que estuvimos ahí, Nevils nunca pasó las noches en nuestra casa. Por la ventana de mi habitación siempre observaba como se juntaba con personas bastantes mayores que vestían de traje y volvían a altas horas de madrugada a casa.

En el tiempo que estuvimos ahí me memorice todos los detalles de aquí.

Habían dos floreros amarillos en el pasillo de la casa. Cuando cerraba la puerta del baño había que golpear dos veces la cerradura para que pudiera abrirse, la ventana de mi habitación no se abría y siempre tenía que pedirle ayuda a papá. Habían en total nueve cuadros en todas las habitaciones y cuatro alfombras.

También recordaba con exactitud cómo pasaba una niña pelinegra junto con un chico rubio gritando y pegando risas extrañas por las calles de pueblo.

Parecían amigables, sin embargo no eran de mi edad.

Pero ella era muy hermosa.

En el año que estuve ahí no socialice con nadie hasta que un día mi hermano mayor decidió presentarme a un niño que había conocido.

Se llamaba Aarón, pero le gustaba que le dijeran Ash. Él decía que era más cool.

Y el nombre Ashley lo odiaba.

Su cabello era completamente blanco y era más bajo de estatura.

Ambos nos volvimos unidos en muy poco tiempo, pasaba las tardes y noches en mi habitación, veíamos películas, jugábamos videojuegos, íbamos al cine, e incluso probamos el cigarrillo por pura curiosidad juntos.

Nuestra confianza había aumentado y fue cuando por primera vez había hecho un amigo. Mis padres estaban contentos por mi y Nevils le gustaba que yo fuese amigo de ese chico.

Tiempo después nos volvimos mejores amigos.

Y una noche Ash decidió que teníamos que escaparnos de casa, que estas cosas siempre lo hacían los niños de mi edad. La pubertad era sinónimo de rebeldía y teníamos que probar cosas nuevas.

Accedí.

Esa noche íbamos a intentar entrar a un pequeño bar que había en este pueblo. Sin embargo eso no sucedió.

Porque nunca pisamos un maldito bar esa noche.

Yo tenía una vida normal.

Una familia.

Unos padres amorosos.

Un hermano distante.

Unos chicos que veía todas las tardes pasar.

Un mejor amigo...

Yo era un niño amable y amoroso.

Mi vida era normal y monótona.

Hasta que pasó...

Hasta que pasó

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No Stranger © #1 ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora