Capítulo final

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Ensville ha sido liberada y por lo tanto la identidad de los vampiros ha sido transformada, gracias a aquellos Pura Sangres que vivieron en carne propia la Esclavitud del Gran Señor y de sus Cazadores.

Los ciudadanos, temerosos al principio, regresaron poco a poco a sus hogares. La convivencia con los antiguos opresores no era fácil, pero la Reina Carmesí, logró convencer a la ciudad de que la paz era posible. Los humanos tendrían el derecho de gobernar, y los inmortales, si así lo deseaban, podían permanecer en Ensville, siempre y cuando respetaran las nuevas normas.

Un nuevo líder humano fue elegido para guiar a la ciudad. Consciente de que los vampiros ya no representaban una amenaza, El Clan de la Oposición, el Príncipe Elordi y la Reina Carmesí habían sido fundamentales en la liberación de Ensville, y ahora era el momento de trabajar juntos para construir un futuro mejor.

Dereck, líder del Clan de la Oposición, estrechó la mano del nuevo gobernante humano, en un simbólico gesto de paz. Francisco y Fredom Elordi, por su parte, junto a los ciudadanos, se comprometieron a respetar las nuevas normas. Los humanos serían protegidos y jamás serían su fuente de alimento. En reciprocidad, ellos donarían voluntariamente su sangre para alimentar a los inmortales, un acto de generosidad que demostraba la confianza que se estaba gestando.

Mientras Francisco, Fredom y Dereck forjaban una alianza y sembraban las semillas de una nueva era, la Reina Carmesí, junto a sus fieles seguidoras y los hombres de los Elordi liderados por Dereck, se embarcaban en una búsqueda incansable de Robny.

Rastros de su presencia fueron perseguidos por toda la Isla de Ensville, desde las escarpadas montañas hasta las profundidades del océano, expandiendo la búsqueda a lo largo de los continentes. Sin embargo, Robny se había desvanecido como si nunca hubiese existido, sin dejar rastro ni aroma, un enigma sin solución.

Tras meses de infructuosa búsqueda, el grupo regresó a Ensville. La ciudad que Nozomi contemplaba al retornar era un lugar transformado.

Aunque el recuerdo de tres años de tortura la atormentaba, no podía negar que los últimos meses, a pesar de las dificultades, habían sido más llevaderos gracias a su peculiar relación con el Príncipe Francisco Elordi, por quien aún albergaba sentimientos encontrados.

Y aunque fueron meses lejos de él, aun sentía que no estaba lista para sus reclamos, porque sabía que le había quitado a alguien especial en su vida, Verónica Elordi. Aun sabiendo que ella le rogó en ese calabozo.

Pero sabemos que Verónica aprendió una gran lección, ella estuvo de acuerdo de convertirse en inmortal, nunca fue obligada, pero se dio cuenta que no importaba si te convertías en alguien más, realmente no era ella y más que odiar a los Elordi, se odiaba a sí misma, porque sabía que de esa manera nunca vería a sus padres, ni siquiera después de la muerte.

Un suspiro escapó de sus labios mientras observaba las nuevas tiendas de ropa, repletas de gente alegre. Los edificios renovados de apellidos que antes eran ilustres ahora se levantaban de nuevo. Algunas personas la reconocieron a ella y a sus chicas, y las abrazaron como si fueran amigas. Aunque no estaban acostumbradas a ese tipo de contacto, ellas les correspondieron el abrazo.

—Veo que los Elordis y nuestro tío Dereck han estado ocupados— comentó Cladis a su lado, quien ya no era una simple seguidora, sino una gran amiga.

—Sí...— respondió ella, exhalando lentamente. —Es una ciudad muy bella.

—Y espere a verla de noche— intervino una señora a la que reconoció, era la misma que la había atendido a ella y a Fran cuando le compró su vestido, el cual ahora guardaba en una guarida improvisada en un árbol lejos de allí

Dama de un vampiro ✓Where stories live. Discover now