Después de Navidad y los excéntricos regalos de la familia que solo me hacían sentir un poco más incómoda sin contar el maquillaje y vestido de miles de dólares que Aisley me hizo utilizar. Jamás en la vida había usado un vestido que cuesta lo que yo gano en meses cuidando niños.

Tanto Aidan como su mamá trataron de calmarme diciendo que había vestidos incluso diez veces más costosos, pero yo ni siquiera me atrevería a respirar cerca de uno de esos.

— ¡Aidan, no! — Cruzo los brazos negándome a entrar a una tienda en la que probablemente un vestido vale lo mismo que mis dos riñones o quizá todos mis órganos juntos.

— Yami, mañana es Año Nuevo y mamá invita a muchas más personas importantes, además a medianoche es algo mucho más importante, se puede decir que mi papá oficialmente será el ministro presidente. Tienes que dejarme elegir un puto vestido para ti, o elegir algo que te guste a ti, me da igual quién lo elija, solo tienes que comprar un maldito vestido para mañana.

— No me gusta que me compres cosas. — Comienzo a caminar lo más lejos que pueda de esa tienda, pero me detiene.

— Te lo presto si quieres, pero compra un vestido, no importa cuál. Por favor.

Paso la vergüenza de mi vida cuando me comienza a literalmente a empujar — sin lastimarme o que parezca demasiado brusco — obligándome a entrar a la tienda.

— Aquí deben de cobrar por respirar. — Golpeo su espalda y se ríe.

— ¿En qué los puedo ayudar? — Se acerca una mujer vestida impecablemente, pero también con la sonrisa más falsa que haya visto en mi vida, y signos de dólar como ojos, o quizá su rostro es un signo de dólar.

— En nada, gracias. — Me doy media vuelta, pero Aidan me detiene.

— Vestido, zapatos y todo lo necesario. — Me empuja hacia la mujer.

— ¿Algún presupuesto? — Mira a la mujer como si lo hubiera ofendido.

— No dejes que vea los precios y todo lo cargas a la cuenta de Aarón Ivanova.

A la mujer se le ilumina la mirada, es decir, los signos de dólar se multiplican y ahora son demasiado brillantes, y tira de mi brazo para que camine. Esto no me gusta para nada.

En dos segundos tengo a tres mujeres atendiéndome solo a mí mientras Aidan me mira con burla y yo quiero lanzarle uno de los tacones, aunque se lo cobren, eso no me importaría.

— Primero elegiremos el vestido y luego zapatos, accesorios y el resto.

No quiero ni preguntar que es el resto. Estoy segura de que me van a querer colgar hasta el gancho de la ropa con tal de cobrarlo después de escuchar a que cuenta irá todo.

Me comienzan a mostrar muchos vestidos, pero no me dejan ni acercarme a la etiqueta para ver el precio, solo en uno logré ver un cinco y hasta la presión se me bajó. No me siento cómoda estando en una tienda así, mucho menos me voy a sentir cómoda usando un vestido de estos.

Entre los cientos de vestidos veo uno beige con piedras, algunas lentejuelas, escote en V y una abertura al frente. Es precioso. Por supuesto que las tres mujeres se dan cuenta que lo estoy observando, y de inmediato me arrepiento de haberlo observado durante tanto tiempo.

—Es de la nueva colección, son pocos los que hay en Estados Unidos, pero vale la pena. — Me alejo inmediatamente.

— Pruébatelo. — Me insiste una de las mujeres.

—No es necesario, prefiero elegir otro.

—De eso nada, te probaras este. — Ahora se creen mi mamá.

AIDAN. (Imperio #3)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora