-Tú misma me dijiste cuando empezamos a trabajar juntos - se señaló y luego a ella, varias veces -Que sus hermanos no le querían, al menos no todos los que tenía. ¿No te parece que pudo haber sido alguno de ellos?

-¿Y qué ganarían con eso? ¿Qué tan horrible debes de ser por asesinar a tu propio hermano? - la chica caminó devuelta a su silla y se sentó para mirarlo mejor. -No creo que alguien sería capaz de matar a otro de su propia sangre... - el hombre comenzó a reír sin parar, vaya que la chica era una ilusa... o tal vez, era su forma de que los nervios desaparecieran junto con el mal sabor de boca por lo que había aceptado hacer el mes pasado. -¿Qué es tan gracioso?

-¿Te estás escuchando a ti misma perdiendo el juicio? Te recuerdo que hace dos años esa fue la gran noticia de Londres - hizo un ademán con las manos como si presentara algo en una gran pantalla -Rapunzel Frost, la asesina de la poderosa familia Frost que secuestró a la heredera de las empresas Arendelle.

-Ella no era una Frost, al menos no de sangre.

-Astrid, creo que eres una incrédula. - habló sin más el hombre encogiéndose de hombros. -Lo que intento decir es que la chica era una hija, hermana y ser humano, puede que no una Frost de sangre pero era su familia que se dejó llevar por... ¿dinero, poder, celos? eso es algo que a cualquiera le puede ocurrir, si una persona se deja llevar por el odio, dolor y rencor se verá cegado y actuará sin importar el daño que ocasione a los demás. Lo que le ocurrió a ella...

-¿Y qué tiene que ver con Hans?

-Tu novio no era ningún santo, niña. - aclaró y sonrió de lado, algo que a la rubia le hizo molestar. -Por todo lo que me has contado, por lo que he investigado y hecho en estos días, sé que Hans Sur no fue inocente de nada y sus hermanos lo sabían a la perfección, toda su familia lo supo. Pero, tú, chiquilla, estás cegda por el amor que le tenías a ese sujeto y debes quitarte la venda de los ojos de una buena vez: él sembró miedo en Londres, amenazó gente, podemos decir que hizo vandalismo atacando propiedades... ¿y todo fue por qué? Por venganza y dinero. Me atrevo a decir incluso, que ese chico no te quería tanto como solía jurarte y que... - no pudo decir más, la mano derecha de la chica se había impactado contra su mejilla y ahora la sentía arder, seguro que le dejaría una marca roja en todo el día.

La rubia frente a él, que ni siquiera notó a qué momento se levantó de su lugar para acercarse a su presencia, se mostraba molesta y muy dolida a la vez, con los ojos rojos aguantando las ganas de llorar, conteniendo las lágrimas en sus ojos para no verse débil ante ese sujeto.

-Cállate de una buena vez, Grimmel. - el labio le temblaba al igual que su voz. - tú no sabes nada sobre mí, ni mucho menos de Hans o lo que pasamos juntos. ¡No tienes ningún derecho a hablar de él, ni siquiera a levantar falsos porque no sabes una mierda de mi vida y menos de nosotros! - escupió con molestia, dos lágrimas se resbalaron por sus mejillas y las quitó rápidamente con su mano, justo con la que le había pegado. -Te atreves a llamarme incrédula cuando tú eres el más tonto entre nosotros, has aceptado a hacer los mismos trabajos sucios que hizo mi novio ¿lo notaste? - rio pero sin una pizca de gracia.

-¿Qué?

-Vandalismo a propiedades de los Frost y a la policía, amenazas a Elsa y estás sembrando miedo en Londres, justo como él lo hizo hace dos años. Eres un idiota por quererte burlar de mí cuando estás siguiendo los mismos pasos de Hans, así que cierra la boca. - se dio media vuelta y se sentó de nuevo en su lugar para teclear en ambas computadoras otra vez, ignorando que el hombre tocaba su mejilla roja.

-¿Por qué haces esto entonces?

-¿El qué?

-Haces lo mismo que tu novio aceptó hace dos años, nunca me dijiste por qué haces todo esto.

La pesadilla de Elsa Donde viven las historias. Descúbrelo ahora