Uno que yo no vi, simplemente sentí.
—Mira, bien. Ese día te caíste en la ducha y tu madre terminó por ayudarte. Cuando saliste, te cepilló el cabello delante de un espejo mediano —apunta el recuerdo y por fin lo veo —Eso fue lo que no viste antes.
La imagen de una joven tan... similar a la Eiocha nacida de la espuma de mar. Ojos terrosos que podrían bien ser cafés o verde ámbar. Un cabello castaño claro que llega hasta la cintura. Piel pálida y unos hoyuelos que se marcan al sonreír.
Y ahora está ahí, frente a mí.
Ambas, frente a frente.
— ¿De verdad soy tu? —pregunto aferrándome a mi propia humanidad.
—No, Alayna. Mi nombre es Eiocha. Tú eres Alayna. Lo que en ti reencarnó es la esencia de una diosa. Mi memoria, mi vida, mi historia, pero jamás serás yo —dice acariciándome la mejilla —eso es lo que algunos no logran entender. Reencarnar no es vivir de nuevo otra vida, sino traspasar lo que tienes, lo que eres a una persona que ya es alguien. Sin importar qué... Eres Alayna, la creadora. No Eiocha. Debes entender esto: eres reencarnación de una diosa porque ya eres Alayna.
—Pero...
—Solo soy lo que hay en ti, Alayna. Y tú eres lo que resta de mí —ella toma mis manos nuevamente y junta palma con palma. Eiocha hace brillar sus extremidades sin ningún problema. Después, me mira permitiéndome que haga lo mismo —Tu puedes hacer lo que tú quieras hacer.
Suelto el aire acumulado, pues sus palabras me dejan paralizada. Una vez que me siento bien como para seguir su consejo. Lo hago.
Le pido a mi mente hacer lo mismo que ella hizo. Pero no funciona y eso me frustra de inmediato.
—Falta de confianza —dice —en ti misma. No te juzgo, yo también lo sufrí. Pero a diferencia de mí, tú no estás sola.
Sola.
Esa palabra que me ha acompañado siempre.
—La soledad se puede sentir incluso con gente alrededor —le digo decepcionada.
—Lo sé, pero no te has rodeado de gente común en este tiempo. Son personas que están igual que tú de rotas por dentro. Arthur, Mina, Mag, la guerrera. Todos y cada uno de los que has visto sufren... como tú.
Asiento reflexionando en ellos. Es verdad. Cada uno en su interior lleva su propia batalla.
—Por eso estás aquí con la guerrera de fuego —menciona —ella te ayudará.
—Entonces, ¿si soy yo la ella tenía que esperar?
—Así es.
—Tengo otra pregunta —digo mirándola directo a los ojos —porque si estás aquí, no puedes intervenir contra Cernunnos o ese mal que lo oprime.
—Porque parte de reencarnar significa que una vida, ya no está más. Yo terminé mi ciclo antes de poder darle fin a ese mal, por eso ocupe mi poder de reencarnación y ahora estás tú. Pronto recuperarás tus poderes, sabrás controlarlos y podrás acceder a todas mis memorias. Ahora vivo dentro de ti y lo que ves aquí, solo fue mi vida.
— ¿Estás muerta?
—Viva, en ti —habla sonriendo.
Eso es lo último que siento cuando abro los ojos en la realidad actual. Ya me estoy acostumbrando a la sensación de viajar a ese plano de inconsciencia. Respiro un par de veces para calmar mis escalofríos y me pongo a buscar a la guerrera dentro de la cabaña, pero no está por ningún lado, así que salgo a las afueras y encuentro algo inesperado.
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La Sinfonía De Dragones © (Libro 1. Alayna)
FantasyUna melodia se instala en la mente de una Alayna de siete años, cuando en un accidente, queda ciega. Desde ese momento, todo lo que le queda es el sonido. Sus oídos se transforman en sus nuevos ojos y sus dedos en su portavoz más agradable. El 15 de...
Capítulo 33: Lo Que Hay En Ti y Lo Que Resta De Mi
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