Él conocía todas mis actitudes, pero trataba de evitar hacerme preguntas para no incomodarme. Desde lo ocurrido, pasaba todas las tardes conmigo invitándome a su casa o íbamos al parque. En su presencia podía olvidar todo lo malo, pero como siempre, llegaba la noche.

Las noches eran una total pesadilla, la mayoría de los días tenía insomnio, y si lograba dormir, despertaba entre lapsos de dos horas sudando en extremo. La única cosa que me calmaba era dormir acompañado.

Después de dos semanas, decidí ir hacia la habitación de mi hermana, y para mi suerte, seguía despierta leyendo junto a su pequeña lámpara.

—¿Qué haces despierto?—preguntó cerrando su libro de inmediato.

—Eso es lo mismo que me pregunto, ¿No me habías dicho que tenías un examen mañana?

—Pues si, pero no podía aguantarme hasta mañana para saber cómo seguía la historia—dijo detonando cansancio.

—Debes dormir ya, chaparra. Yo sé que debías seguir con tu libro, pero creo que ya es suficiente por hoy, mañana no querrás despertarte.

—Lo sé, lo sé. ¿Y tú qué haces aquí? ¿Necesitas algo?—Frunció levemente su ceño.

Dudé un segundo.

—Tengo pesadillas, ¿Puedo quedarme contigo esta noche?

—Sabes que si, mugroso. Jamás te lo he negado, ven—quitó el cobertor que cubría sus piernas haciendo un espacio para mí.

Con pasos lentos caminé hasta ahí y me acosté a su lado. Enseguida le di la espalda y al poco rato, apagó la luz y me dio un beso rápido sobre mi cien.

Durante una semana entera me escabullí a su habitación convirtiéndolo en rutina, lo cual una noche fue tanta su curiosidad que no pudo resistirse a preguntar.

—Gil—Llamó silenciosamente a mi lado.

—Dime.

—En lo absoluto me molesta que vengas a dormir conmigo, pero ¿Por qué de un momento para acá ha sido así?
Antes sólo te encerrabas en tu cuarto y no salías de ahí mas que en las mañanas para ir al colegio.

Traté de mantener la calma y responder con algo lógico.

—Después de lo que pasó con papá hace meses, me he alejado de esta casa más de lo que me gustaría; y te dejé aquí sola. Independientemente de mis problemas con él, sé que estuve mal, pero intento reparar de alguna forma lo que hice.

—Sabes que te amo, y entiendo ese punto. Sólo no quiero que te sientas obligado a hacer esto.

—¡No no no! A mí me gusta estar contigo, no pienses que estoy aquí como un deber—respondí con seguridad—.

—¿Estás seguro?

—Vero, eres la persona que más amo en este mundo, jamás lo dudes.

Quería decirle lo que me había pasado, pero sabía que le daría más preocupaciones.

—Por que también eres mi hermana, debo contarte algo—desvié mi mirada enseguida—.

—¿Qué pasa? No me asustes.

Respiré hondo y traté de seguir.

—No puedo decírtelo con exactitud, pero algo me pasó, y por eso es que estas semanas tuve tantas pesadillas. El venir aquí contigo me tranquiliza mucho.

—¿Es algo muy malo?

Si.

—Si, bueno, no mucho—mis palabras se resbalaban de mi boca—no quiero que te preocupes, sólo quiero que sepas que en primer lugar también vine porque sabía que esto podría calmarme.

—Me preocupo porque el dolor de las personas que quiero, también es mío. Y más si se trata de ti quiero que puedas platicar de esto conmigo, pero tómate tu tiempo.

—Créeme que te tengo mucha confianza, pero no puedo hacerlo aún—mi cara reflejaba tanta vergüenza—.

—Y lo entiendo, sólo quiero que sepas que siempre te escucharé, porque ahora sólo podemos contar con nosotros. Sin papá, sin mamá, nada es igual a como era—soltó cansada—.

—Sé que es decepcionante, pero nunca debimos poner tantas esperanzas en ellos cuando ya todo se había roto. Tan sólo nos queda seguir con nuestra vida y tratar de no repetir los mismos errores—dije intentando no sonar tan crudo—.

—Extraño a mamá.

Mi hermana se había quebrado y no pude hacer otra cosa mas que abrazarla hasta que volvió a quedarse dormida. Mi mente estaba al tope de tantos pensamientos que no pude conciliar el sueño hasta una hora después.

La vida me parecía tan sobrevalorada.

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⏰ Última actualización: May 23, 2022 ⏰

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Mi nombre entre tus labiosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora