—¿Sara? —Me dirigí a ella.

—¡Hola, agente Chiara! ¿Qué necesita?

—¿Puedes poner música?

—¡Claro! ¿Algo concreto?

Happier Than Ever.

La canción comenzó a sonar y yo me senté frente a la ventana. Me gustaba contemplar el bullicio de la ciudad y sobre todo el de Arlington; Aquí fue donde conocí a mi amor imposible de mis primeros años en la DEA. Esta canción me hacía recordarlo, fue un amor que callé y él nunca supo nada. Y... sí, Aaron fue mi amor imposible, la relación que teníamos era de simples amigos o compañeros de trabajo. Nunca surgió nada más, por parte de ninguno, no quería dañar esa relación de amistad y supongo que él tampoco.

Me tumbé en la cama justo cuando el estribillo sonó, es cierto que llegué a odiar esta ciudad porque no había nada que no me recordara a él. A lo mejor el destino nos ha vuelto a juntar por alguna razón.

***

Me había quedado dormida y por algún motivo estaba tapada. Un pequeño sentimiento me decía que podría haber sido Aaron, pero él siempre guardó las distancias conmigo para este tipo de situaciones, por lo que supuse que había sido Grace. Miré la hora y ya eran las ocho de la tarde, comenzaba a ponerse el sol. Había dormido demasiado, me arreglé un poco el pelo en el espejo y bajé hacia la cocina—comedor en dónde se encontraba puesta una canción.

Un delicioso olor a pasta entró directamente por mi nariz y mi cuerpo me pidió que saliera corriendo hacia allí, pero sabía que si hacía eso me caería y quedaría en ridículo delante de quien estuviera preparando la cena.

Bajé lentamente por la escalera y giré mi cabeza hacia la derecha y vi a Aaron con un delantal puesto, bailando y a la vez cocinando la pasta. Una pequeña carcajada salió de mi garganta y este se dio cuenta y paró al momento.

—Lo siento, no quise interrumpir tu ritual para la pasta. —no pude evitar volver a reír.

—No recordaba que fueras así de graciosa, Chiara Milani.

—Es que esa chica de antes era una inocente y vergonzosa, ahora ya no es la misma.

—Pues esta Chiara me gusta más. —mis mejillas se volvieron sonrojadas y él se percató.

—Parece que lo de vergonzosa no lo has cambiado.

—Simplemente me pilló desprevenida el comentario. —bajé el último escalón y fui directa a un taburete de la isla que se encontraba en medio de la cocina.

—¿Qué ha sido de tu vida desde que nos despedimos hace unos años? —preguntó volviendo a cocinar dándome la espalda.

—Pues trabajando duro con las misiones que me mandaban desde arriba. Nada más.

—¿Nada de chicos? —otra pregunta que me pilló desprevenida y que me dejó sin palabras—. El que calla otorga.

—Oh, no, nada de chicos. Me he centrado solo en el trabajo.

—¿Has cambiado de inocente a aburrida? —al ver que no le contestaba se giró y vio mi cara de que no me había gustado su comentario—. Lo siento, no pretendía ofenderte.

—Simplemente quiero conseguir desarrollar mi carrera profesional al máximo. Solo eso.

—No pretendía...

—¡Hola! —en ese momento apareció Grace bajando por la escalera y Aaron se dio la vuelta para seguir cocinando. No entendía qué le pasaba con ella, me creaba curiosidad, pero no quería que pensara que era una entrometida o algo por el estilo.

La Infiltrada (+18)✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora