—¿Cómo una manera de evitar que nos demande?
Harry puso una expresión sombría.
—Es sólo una posibilidad si termina por culparme del accidente tanto como me culpo yo mismo.
—Será mejor que reces para que no lo haga.
La aparición de una enfermera le evitó tener que contestar.
—Disculpe, señor O'Dell.
—¿Cómo está ____? —preguntó Harry de inmediato, dándole la espalda a su hermano.
Los ojos de la enfermera mostraron compasión.
—Lo único que puedo decirle con certeza es que se encuentra estable. El doctor desea verlo y estoy segura de que él le dará todos los detalles —con la cabeza indicó un pasillo próximo—. ¿Si es tan amable de seguirme?
Al instante caminó al lado de la enfermera y sólo después se dio cuenta de que, en cuanto apareció, se había olvidado por completo de la existencia de su hermano. Giraron por una esquina y la mujer abrió la puerta de una pequeña sala de conferencias. Un médico sentado a una mesa tomaba notas rápidas con la caligrafía ilegible clásica de los médicos.
Cerró el historial, se puso de pie y le ofreció la mano a Harry.
—Soy el doctor Ruiz.
—Hábleme sin rodeos. Está viva, ¿verdad? —demandó con voz tensa.
—Viva y estable —confirmó Ruiz—. Pero recibió un buen golpe. Dadas las circunstancias, ha sido milagroso que no se rompiera nada. Sufre diversas laceraciones que le hemos cosido y un hematoma profundo en la cadera izquierda. Le va a resultar muy doloroso y durante un tiempo le dificultará moverse con comodidad.
—¿Y las malas noticias?
—Como usted sabe, sufrió un traumatismo en la cabeza. Su cerebro ha experimentado cierta hinchazón, pero responde a los medicamentos que le damos para reducirla y todos los escáneres resultan claros.
—¿Está despierta?
El médico movió la cabeza.
—Despertó fugazmente y pareció muy agitada y desorientada. Desde entonces, ha estado inconsciente.
Una de las habilidades que hacía que Harry fuera tan bueno en su trabajo era la capacidad innata de leer a la gente.
—¿Qué es lo que no me está contando? —preguntó.
Ruiz apretó los labios.
—Lo siento, señor O'Dell. Los traumatismos craneales pueden ser difíciles. Hasta que despierte, no sabremos con exactitud el alcance de su lesión. Puede encontrarse en perfectas condiciones, tal vez con una ligera pérdida de memoria en torno al momento del accidente. O podría ser mucho más extensa. Debería prepararse para lo peor y esperar lo mejor.
—¿Cuándo puedo verla?
—Está en cuidados intensivos. Puede asomarse un par de minutos ahora. Luego le sugiero que vaya a casa y descanse un poco. Si se produce algún cambio, lo llamaremos.
Diez minutos después, una enfermera de la UCI lo escoltó a una de las habitaciones que comprendían la unidad. ____ parecía pequeña y frágil en la cama, conectada a varios cables y tubos. Deseó que abriera los ojos para poder ver otra vez esa perturbadora combinación de encendida percepción y aguda inteligencia, y así saber que se recobraría plenamente de sus lesiones.
Notó el tirón que lo instaba a ir junto a ella, unir sus manos y completar el vínculo que sentía entre ambos. Pero no podía. Como si ella experimentara lo mismo a pesar de las drogas que la mantenían sedada, se movió inquieta. Era evidente que el Infierno, si realmente se trataba de eso, también la llamaba a ella en la tierra crepuscular que ocupaba en ese instante. A los pocos momentos se presentó una enfermera.