Capítulo 4: Compañía inesperada

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- "Claro", dice mientras evita la mirada de Sebastián.

Acuerdan reunirse el miércoles, luego de la cita de psicología de Ariam, en la casa de Sebastián. Ariam sabe que estar en un lugar desconocido puede generarle ansiedad, pero no quiere que Sebastián entre a su casa, se sentiría demasiado expuesta.

A la mañana siguiente, Ariam se levanta de mejor humor de lo habitual, se ducha e intenta arreglarse un poco. Mientras intenta dominar su cabello, se pregunta: "¿Qué diablos me está pasando?" pues no es habitual en ella preocuparse por su aspecto. Justo en ese momento, suena el timbre de la casa, lo que sorprende a Ariam. Al abrir la puerta, se encuentra con Sebastián, quien la saluda con una gran sonrisa. "Qué sonrisa tan bonita", piensa Ariam, y de inmediato evita el contacto visual, como si Sebastián pudiera leer sus pensamientos. Él se disculpa por el atrevimiento y le sugiere a Ariam la idea de caminar juntos hacia el colegio.

Sebastián pregunta divertido: "¿Puedo decirte algo sin que te enojes, explotes y me quieras matar?" Ariam lo asesina con la mirada, pero asiente. "Te ves bien... Quiero decir, tienes mejor aspecto que la semana pasada", dice Sebastián tratando de explicarse. Ariam se pregunta: "¿Acaso estaba nervioso?"

"Estoy durmiendo mejor y comiendo un poco más", responde Ariam mientras siente que el calor sube a su cara. "¿No duermes bien?" pregunta Sebastián. Ariam se siente aliviada de que no pregunte por sus hábitos alimenticios. "Suelo tener pesadillas con frecuencia, más de lo que quisiera", admite Ariam, aún sintiéndose extraña hablando de su vida con alguien.

Como es habitual, la conversación entre ellos termina de la misma manera que comienza, sin formalidades ni presiones. El día en el colegio transcurre con normalidad, o al menos con la nueva normalidad en la vida de Ariam: clases, cigarrillos, libros, música, conversaciones cortas, silencios largos y una manzana durante el descanso.

El miércoles resulta ser un mal día para Ariam, ya que tuvo otra pesadilla y esta vez sí la recuerda con claridad. Soñó con un accidente de auto y justo cuando chocaba, se despierta gritando. Luego de despertar Ariam se queda en silencio, no sabe si su mamá ya ha salido para el trabajo y no quiere preocuparla. Al darse cuenta que esta sola en casa, se mete a la ducha. Después de ducharse, Ariam se siente abatida al notar un retrocedo de dos semanas en su estado de ánimo. "Malditas pesadillas", piensa con resignación.

Como el día anterior, Sebastián pasa por la casa de Ariam para ir al colegio juntos, pero esta vez ella no le sonrie y ni siquiera lo mira a la cara. Sebastián se percata de que Ariam está en un mal estado de ánimo. 

- "¿Mala noche?" le pregunta preocupado.

- "Pesadillas", responde ella con voz sombría.

- "¿Puedo ayudarte en algo?", pregunta Sebastián con amabilidad.

- "Puedes dejarme en paz", responde Ariam cortante mientras se tapa la cabeza con la capucha. Hoy definitivamente será un mal día para ella, y no quiere compartir sus problemas con nadie en este momento. Después de caminar en silencio durante algunos minutos, Sebastián decide romper el hielo y trata de hacer que Ariam se sienta mejor. "¿Te apetece tomar algo juntos en el descanso?", le pregunta con una sonrisa amistosa. Ariam lo mira sorprendida, pero luego asiente tímidamente.

Ariam decide no asistir a la segunda clase, porque su ansiedad no le permite concentrarse y cualquier tipo de interacción social le resulta desagradable. Se dirige a su lugar habitual, se coloca los audífonos y se sumerge en la música. Después de fumar tres cigarrillos, Ariam sigue sin lograr calmarse: "Solo es un mal día", se recuerda a sí misma para no dejarse vencer por la oscuridad que crece en su interior. Cierra los ojos para concentrarse en regular su respiración, contando mentalmente "Inhala 1 2 3 4, exhala 1 2 3 4". Cuando la música en su oído derecho se desvanece, abre los ojos y se encuentra con que Sebastián le ha quitado uno de los audífonos.

Sebastián la mira con preocupación, y Ariam se siente vulnerable ante su mirada compasiva. "¿Estás bien?", pregunta él con suavidad. Ariam se siente tentada a mentirle, a decirle que todo está bien y que solo necesita un momento a solas. Pero algo en los ojos de Sebastián le hace querer confiar en él. "No, en realidad no estoy bien", admite finalmente. "Estoy teniendo un día difícil". Sebastián asiente comprensivo. "¿Quieres hablar de ello?", pregunta. Ariam vacila por un momento, pero finalmente niega con la cabeza, no se siente lista para ser vulnerable con él.

Sebastián busca algo en su maleta y saca dos empaques de sandwich. "Elige, ¿pollo o pavo?", le pregunta a Ariam. Esta última lo mira incrédula, pero recuerda que había acordado pasar el descanso con él más temprano en la mañana. "No tengo hambre", responde cortante. Sebastián no acepta esa respuesta y finalmente Ariam se ve obligada a elegir entre los dos sándwiches.

Ariam elige el sándwich de pavo y Sebastián le ofrece la mitad. A pesar de no tener hambre, ella sabe que es lo mejor para su cuerpo y acepta. Después de terminar, Sebastián le ofrece la otra mitad del sándwich, confesando que los preparó especialmente para compartirla con ella. Ariam nota un brillo extraño en los ojos de Sebastián cuando lo mira, pero se siente incómoda y aparta la vista. La preocupación de Sebastián por ella le hace sentir un nudo en la garganta: "Esto es demasiado", piensa, pero decide no prestarle atención a su incomodidad.

Alas para dos almas rotasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora