Katsuki respiraba agitado con el peso encima de su espalda siendo retenido, por más que daba vueltas en su cabeza nada cabía a resaltar tanto en esa parte de la villa... salvo él mismo. El sujeto que se vivía saliendo de ahí, causando disturbios, combatiendo como cazar-recompensas siendo sus últimas hazañas muy reconocidas, desde el capturar vivo a Mr. Compress o asaltar Stormalong.

¿Venganza? No tenía idea de que código manejarían los supervivientes, sin embargo estaba asegurado que él tenía algo que ver en todo eso.

Sus granates divagaban en ese torrencial frustrado que vivía, todo ello hasta que visualizó su pistola de pólvora y aquella daga que su amigo le había hecho recordándole una y otra vez que cuidara sus creaciones, todo eso hasta notar como de unos escombros era sacado un cuerpo inerte que poco a poco reconoció, cerró sus ojos con pesar y devolvió su rostro boca abajo resignado.

Iida notó ese cambio por lo que giró su mirada para ver por encima de su hombro como una pequeña anciana calcinada era sacada de unas ruinas. Sintió como su pecho encogió por la abrumadora empatía que corrió en sí al notar a Bakugo bajar su guardia, sus músculos ya no estaban tensos luchando en contra de sus opositores y toda esa ira pasó a una resignación momentánea.

—Debe ser bastante pesado todo esto, ya no tienes donde ir, ¿verdad? Acude conmigo a los cuarteles, descansa y recupérate, te voy a beneficiar todo lo que encontremos aquí.

—No —masculló oculto. —Quiero quedarme y buscar por cuenta propia... todo lo que esos malnacidos me han quitado.

...

—No valió absolutamente nada la pena —regañó Destro dando vueltas en circulo en su mismo lugar. —Fue un completo desperdicio de insumos, personal y munición. ¿A quién se le ocurrió esta brillante estúpida idea?

Unos barcos arribados en una costa desierta, algunas personas estaban discutiendo el último acto impertinente que surgió.

—Fue su idea —reclamó indiferente Himiko señalando con sus índices a la persona a unos metros apartado que cambiaba el vendaje de una herida que persistía.

—Eh, no me miren a mí que yo ni siquiera fui —exclamó Dabi a regañadientes. —Yo solo le di noticias a Tomura.

Ante eso los demás alzaron una ceja circunspectos hacia el sujeto que estaba abordo en una de las naves. Shigaraki Tomura ignoraba por esos instantes los regaños que algunos socios del bajo mundo le daban desde la playa y solo permanecía pensativo acechando silencioso la marea menearse hasta colisionar en un pequeño oleaje a la costa.

Acorde a lo que Dabi le comunicó de ese sujeto que invadió la casa de subastas, que posiblemente era el vinculado con el último ser del mar que compró, no obstante, algo más en su descripción llamó su atención haciendo referencia a una significativa runa celeste que visualizó en el torso. Una marca que trascendió en los saberes de su familia, algo que se reconocía como la magia bendita del mar en la reconocida nereida que podía controlar las aguas.

No pudo encontrar mucho con su última adquisición, pero tenía una mejor pista: el caza-recompensas Katsuki Bakugo conocía la nereida que dibujaba las corrientes de los mares, incluso podía tener una conexión más profunda para tener tal cercanía portando su runa distintiva.

Su urgencia fue tal que manifestó un asalto hacia la villa que sabía dónde vive, para su infortunio ese sujeto no estaba, pero eso no evitó que pudiera dar una visita fortuita a uno de los presos en los calabozos y le brindara algo de información que recopiló.

Bakugo había invadido Stormalong para recuperar al ser de mar de su vínculo, curiosamente fue quien tomó posición de él, aunque ya no podía hacer mucho con ese asunto.

El tirano de los mares [BkDk +18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora