Pesé a que no respondiera mucho, le gustaba hablar con él por las noches.

El abuelo Sano falleció meses después, el conjunto de enfermedades debido a la edad terminaron por acabar con él. La fémina fue quien más lloró su muerte, sintiendo otro vacío más en su interior, asimilar su muerte no fue para nada fácil, y los días en los cuales lloró al recordarlo fueron bastantes. En cuanto a Manjiro se lo había notaba afectado, pero no decía o hacia nada, parecía perdido en su propio mundo, siquiera lloró al igual que siempre, era algo preocupante desde el punto de vista de Arima.

En esa ocasión perdió a alguien que consideró como un verdadero abuelo, alguien a quién tomó más aprecio que a sus familiares tal vez.

***

No tenía porque llevar mucho, solo estaría una noche en aquel hotel, así que solo cargó lo necesario en un solo bolso, objetos de uso personal junto con un libro. Se vistió con unos vaqueros negros y una blusa verde oscura, juntos con unos zapatos deportivos igualmente negros, le gustaba usar conjuntos así ya que se sentía cómoda con aquello, no era lujoso ni mucho menos, pero eso no era algo que a ella le importara, le gustaba vestir de esa manera sencilla.

Salió de su habitación ya lista. En la base de Bonten todo era un caos, hombres cruzándose de un lado a otro, voces que indicaban mandatos, algo caótico para ella. Pronto perdería los nervios con tanto aturdimiento así que caminó hasta la oficina de Manjiro, abriendo la puerta para entrar allí. Suspiró al ya estar dentro y luego de haber cerrado la puerta. Miró hacia su escritorio y lo vio ordenando unos papeles, sin darse siquiera cuenta de su presencia, sonrió de manera ligera hacia él, acercándose.

—Mikey... —canturreo.

El de cabellos blanquecino levantó la mirada, viéndola acercándose —¿Qué te sucede?

La fémina fue hasta él rodeando su escritorio, agarró los papeles en su mano dejándolos a un lado, para esta vez tomar sus manos, haciendo que se pusiera de pie. Manjiro aún estaba confundido por sus acciones pero no opuso resistencia. Arima había logrado que se pusiera de pie, así que ahora ya solo lo miró a los ojos.

—¿Qué te sucede, Dulce?

No hizo más que soltar sus manos, extender sus brazos y cerrarlos al rededor de su cuerpo para de esa manera abrazarlo, dejando su cabeza en su pecho.

Manjiro aún estaba confundido por aquel repentino accionar, no sabía si hacer lo mismo o no, pero al ver que al pasar los segundos ella no lo soltaba, también la abrazó, ocultando su rostro entre sus cabellos.

Quedaron en esa posición por varios minutos, incluso más de los que duraría cualquier abrazo. Se separaron ya solamente después de que sus brazos se entumecieron, mirándose a los ojos —¿Qué fue eso Dulce?

—Un abrazo, quería abrazarte ya que se que hoy estarás en mucho peligro.

Sabía que se preocupaba siempre por él y hoy no era la excepción, aparentaba estar tranquila pero sabía que ella en realidad estaba nerviosa y ansiosa, después de todo nadie sabía que tipo de cosas podían ocurrir aquella noche con exactitud.

—Escucha, estaremos bien, ya lo hemos hecho veces anteriores y siempre hemos vuelto, también volveremos esta vez.

Asintió sin más, quería confiar en ello, se obligaría a sí misma en creerlo, ya que tenía razón para hacerlo, Manjiro siempre decía eso y siempre lo había cumplido, esta vez no sería la excepción.

Él acarició un poco su mejilla, acercándose para plantar un beso en sus labios y luego susurrar sobre éstos —Saldrá bien, como siempre.

La puerta fue abierta, dando vista al chico de cabellos rosados —Mikey, todo está listo.

—Sí, está bien, iré con ustedes en unos minutos.

Asintió para volver a cerrar la puerta, Mikey volvió a mirar hacia Arima, quien sonrió para él —Estarán todos bien, son los mejores.

Asintió, tomando su mano para sacarla de allí. Un chofer la llevaría hasta el hotel mientras los demás se dirigirían a la base de Yamagawa, allí saldarían cuentas.

Muchas cosas ocurrirían aquella noche.

***

Erick miraba desde la ventana de su oficina, la ciudad iluminada se veía desde allí, dándole la vista perfecta, volteó hacia su escritorio para tomar el vaso de licor que tenía allí, volvió a mirar hacia la cuidad y bebió de él, sabía que hoy la Kanto Manji atacaría.

Terminó con su licor y dejó el vaso de nuevo sobre el escritorio, abrió uno de los cajones y tomó de allí una fotografía, la misma que había mostrado a Eliza.

Volteó nuevamente hacia la ventana pero ahora ya no veía la ciudad, miraba la fotografía en su mano, veía a la chica de negros cabellos, pensaba que había cambiado poco desde la secundaria, solo había crecido más, su cabello era bastante más largo y su mirada se volvió apagada, aún así en aquella fotografía tenía una ligera sonrisa, se veía bien.

Sonrió recordando sus días en secundaria, nunca la olvidaría.

Guardó la fotografía en el bolsillo de su pantalón y caminó para salir de la oficina, tenía cosas que organizar.

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¿𝘛𝘶́ 𝘛𝘢𝘮𝘣𝘪𝘦́𝘯? ━━━━ 𝘔𝘢𝘯𝘫𝘪𝘳𝘰 𝘚𝘢𝘯𝘰 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora