💍🕋-Regalo de las estrellas

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Abrió uno de sus grisáceos ojos dirigiendo su vista hacia la cajita, abriendo el otro al instante al apreciar tan peculiar anillo.

Lo sacó del acolchonado lugar en el que se encontraba para poder verlo a detalle. Era un anillo que podría parecer dos, de no ser por la unión que mantenían ambos aros por la parte trasera, los delgados anillos eran adornados por diminutos cristales parecidos a diamantes por toda la parte de enfrente, y justo en el centro se podía apreciar una media luna que tenía en su interior un pequeño sol que se unía por cuatro de sus rayos y en el centro de este había un cristal (un poco más grande que los demás) que brillaba conteniendo un arcoíris a causa de un rayo de luz que entraba por su ventana, dejándole maravillado. Sin embargo, lo que más llamaba su atención era el color que poseía el anillo, pues este, en lugar de ser plateado, dorado, rosado o similares, como era normal en estas especiales sortijas, era de color negro.

Era hermosamente extraño.

Y le encantaba.

Nada podía borrar la sonrisa que se formó en sus labios al momento de colocarse el anillo en su dedo pulgar, ya que era el único dedo en el que podía ponérselo sin que quedara flojo.

Viktor no podía explicar la sensación que inundó su corazón al ponérselo, la paz que sintió junto a un calorcito en su pecho, además de una gran euforia que lo llevó a dejar la cajita en su mesa de noche y salir corriendo al cuarto de su hermana para mostrárselo.

Pero nada lo preparó para las desagradables palabras que recibió por parte de sus padres cuando junto a su hermana fueron a la habitación de estos con una gran emoción por enseñarles el anillo, emoción que fue rápidamente destruida.

—Es... demasiado... raro, ¿verdad, cariño?—Volteó hacia su esposo, sosteniendo el anillo de su hijo—No sé, no me gusta...

—Hmm, sí, es raro, parece el típico anillo de hippies... o de maricones—Opinó regresando su vista al televisor y riendo burlonamente.

—¡Pero si es preciso!—Intervino Aleksandra, arrebatando el anillo de las manos de su madre.

—No digas tonterías. Concuerdo con lo que dice su padre, no vaya a ser que ahora se le vaya la cabeza a mi hijo y se convierta en uno se estos emos o rockeros escandalosos—Sacudió sus manos en señal de desagrado—No. No voy a permitir eso.

—P-pero... eso no tiene nada que ver—Replicó Viktor en voz baja. Se había mantenido al margen de la conversación, escuchando cada una de las duras palabras que le causaron una presión en el pecho. Él esperaba ver a sus padres felices, pero en cambio lo único que recibió fueron palabras de disgusto ante algo que le causaba tanta ilusión, y encima, ni siquiera se dignaron a felicitarle por su cumpleaños.

—¡Claro que sí!—Contestó indignada su madre—Se empieza por un anillo y terminas convirtiéndote en un fenómeno, ¡como el hermano de tu padre! Que se volvió loco cuando recibió esa cosa.

—Ni siquiera lo nombres—Interrumpió su padre con una mueca de desagrado—Creo que enloqueció al ver lo feo que era su anillo—Rió amargamente—Más te vale que eso no te pase a ti, hijo.

—Pero-.

—¡Claro que no!—Le cortó su hermana—Porque el anillo de Viktor es bonito, aunque a ustedes no les guste—Y con eso Aleksandra agarró a su hermano del brazo y lo sacó de su habitación junto con ella, azotando la puerta tras ellos—No les hagas caso, Vik. Ya sabes como son...

—Mhm...—Asintió sin estar de acuerdo realmente. Las palabras se habían quedado clavadas en su mente y en su corazón, fueron como ofensas directas a su persona. Le habían dolido.

—Toma...—Habló con suavidad Aleksandra, devolviéndole su anillo, sintiéndose mal al ver la expresión decaída de su hermano.

Y Viktor dudó, por un momento dudó en agarrar nuevamente aquello que tanta felicidad le había dado hace un rato, pero no iba a faltarle el respeto a su alma gemela de esa manera. A él le gustaba el anillo de conexión que las estrellas le habían regalado.

Porque él así lo creía, solo algo tan bonito podía provenir de algo lo igual de bello como lo era el cielo.

—Gracias—Una sonrisa se formó en sus labios al momento de volver a colocarse la oscura sortija.

La rubia negó ligeramente con la cabeza y tuvo que ponerse de puntitas para dejar una leve caricia sobre los grisáceos cabellos del menor de los dos.

—No te preocupes por lo que dijeron nuestros padres, ya sabes cómo son...

—Ajá... lo sé—Respondió, llevando su mirada hacia la puerta de su habitación—Mejor iré a dormir, tengo algo de sueño.

—¿Cómo? ¡Claro que no! Es tú cumpleaños y yo no me desvele haciéndote un pastel para nada—Refutó Aleksandra, arrastrando a su hermano del brazo para ir hacia la cocina, no sin antes llamar a su otro hermanito—¡Aleksander! ¡Baja a la cocina, que Viktor va a partir nuestro pastel!

—¡Voooy!—La aguda voz del tercer hermano se escuchó desde su propio cuarto.

—¿Él también ayudó?—Preguntó con curiosidad, ahora más feliz, dejando momentáneamente de lado los comentarios de sus padres.

—¡Claro! De hecho fue su idea, le hacía ilusión regalarte algo.

Y definitivamente Viktor no podía estar triste ese día, no cuando había recibido eso que tanto había añorado desde los 6 años, y sus hermanos se habían esforzado por que la pasara más que bien en su cumpleaños.

______

5 años después fue el turno de su alma gemela de recibir su pequeña cajita.

El cumpleaños número 16 de Horacio fue cuanto menos... peculiar, pues en lugar de dormir como cualquier persona para esperar que fueran las doce y su anillo apareciese, él prefirió salir esa misma noche a cenar con sus amigos.

De todos modos al día siguiente sería su cumpleaños, no pasaba nada si se quedaba un rato más dando algunas vueltas y liandola un poquito.

No pasaba nada...

Porque, que sus padres tuvieran que ir a sacarlo de la comisaría por haber roto la ventana de la casa de una viejita no era nada... ¿verdad?

Bueno... sus padres no lo veían así.

Y lo castigaron con aquello que más ilusión le hacía de esa fecha en particular.

—¡Por favooor! ¡Me voy a morir si no lo abro ya!—Las súplicas exageradas de Horacio eran dirigidas a su madre desde que fue informado de aquel castigo.

—No. tendrás que esperar a que sean las 11 de la noche otra vez—Le negó Charlotte, cerrando los ojos y cruzándose de brazos, dándole a entender a su hijo que no estaba abierta a discusiones. Aunque realmente le dolía más a ella prohibirle aquello y le dolía más ver el desespero de su hijo, pero no podía ceder, Horacio había hecho algo muy malo y tenía que ser dura.

—¡Mamááá! ¡Por favor! ¡Castígame con cualquier otra cosa!—Pidió nuevamente, juntando sus manos en su pecho en señal de súplica, no pudiendo apartar su mirada de la cajita negra que su madre traía en una de sus manos.

—No, Horacio, y agradece que no te lo prohibo hasta mañana—Amenazó esta vez, esperando que se rindiera, pues si seguía rogándole de esa manera y poniendo esos ojitos de cachorro seguro cedería.

Un último rezongo salió de los labios del menor antes de dejarse caer en el sofá, de brazos cruzados y con la mirada gacha.

—Y agradece que te dejaré que invites a Gustabo, Blake y Athenea a comer pastel—Dijo su madre antes de irse de la sala de estar, dejando a un triste y arrepentido chico tumbado en el sillón.






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Hace mucho que no escribía algo largo tan inspirada💖

"Volkacio AUs - One shots"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora