Alina miró a Bella con pánico, la pelirroja solo tomó su mano con cariño y siguieron a Genya por los pasillos. Hasta que su mirada dio contra una especie de biblioteca y sus ojos centellearon de emoción. Se acercó a Genya quién no paraba de parlotear.

—¿Todos podemos usar la biblioteca? —preguntó interrumpiendo el parloteo de la pelirroja.

—Todos podemos usar todo —sonrió Genya al ver la emoción de la ojiverde—. El General construyó este hogar para que prosperemos.

Unos soldados abrieron las puertas dobles para permitirles pasar. Una duda surgió en la mente de Arabella, y aunque deseó guardársela para sí misma, su curiosidad pudo más.

—¿Algún grisha ha escapado? —inquirió con interés.

Del poco tiempo que había pasado con Genya, se había dado cuenta que si le dabas cuerda para hablar, te contaría los secretos de todos, hasta el más mínimo detalle, lo que le hacía saber que no tenía amigos. Se sentía mal el estar usándola para sacar información, pero si Alina y ella terminaban siendo fraudes, tendría que saber cómo escapar.

—¿Acaso planea huir?—la voz ronca y seductora del General Kirigan la hizo tensarse. Alina apretó su mano levemente y Arabella lo miró.

Quitó el velo de su rostro y Aleksander contuvo un suspiro al ver lo hermosa que se encontraba su esposa. Siempre fue perfecta. Su rostro pálido sin ninguna imperfección se encontraba limpio y sin moretones o cortadas. Sus mejillas tenían un pequeño sonrojo, sus labios tenían una especie de brillo rosado y sus ojos...sus hermosos ojos verdes lo miraban con tanta arrogancia que lo volvía loco. Deseaba tomarla allí, como tantas veces lo hizo en el pasado.

—Créame que si quisiese hacerlo, ya lo habría hecho. —masculló elevando el mentón, su cabello brilló levemente ante el movimiento, pues Genya le había puesto lo que parecía láminas de oro que se enredaban en su cabello.

—¿Y qué la detiene?

Alina se adelantó a hablar con nerviosismo.

—Deberíamos irnos. Al Rey no le gusta esperar, ¿verdad? —preguntó nerviosa. Bella y Aleksander no apartaban la mirada, ambos demasiado embelesado con el otro para hacerlo, hasta que el carraspeo de Genya los trajo de vuelta.

—Andando.

A unos cuantos metros se encontraba el Gran Palacio, luciendo majestuoso y asquerosamente enorme. Arabella observó la expresión de su pequeña, viendo lo asombrada y maravillada que Alina se encontraba. Era la primera vez - para ambas - que veían un castillo y no sólo lo oían describirlo.

—Creo que el Gran Palacio es el edificio más feo que he visto —dijo el Oscuro, observando el perfil de Arabella— ¿Durmieron bien?

—No dormí. —respondió Alina en automático.

Bella se limitó a quedarse callada, ideando planes en los cuales intentaba escapar junto a Alina, y el final siempre era el mismo. Muertas. No deseaba nada de eso.

—A pesar de la magia de Genya no...

—No es magia —interrumpió con un poco de brusquedad–. Es ciencia. La pequeña ciencia. No conjuramos de la nada. Manipulamos lo que ya existe a nuestro alrededor.

—Lo haces parecer tan fácil.

—Un ave hace que volar parezca fácil. Pero nació para hacerlo.

–Cuando está listo. —masculló Arabella, mirando al Oscuro. Gris y verde volvieron a colisionar, quitándoles a ambos el aliento.

—Pues...prepárate.

Arabella rodó los ojos.

—Nos estás pidiendo que hagamos algo que no sabíamos que podíamos hacer hace tres días, General —masculló irritada—. Lo único que haremos será el ridículo y créame que...

𝐑𝐄𝐌𝐄𝐌𝐁𝐄𝐑 / 𝐴𝑙𝑒𝑘𝑠𝑎𝑛𝑑𝑒𝑟 𝑀𝑜𝑟𝑜𝑧𝑜𝑣𝑎Donde viven las historias. Descúbrelo ahora