Un par de veces me he encontrado a Alessio pero siempre que me ve, me ignora por completo supongo que me aborrece, y no lo culpo, la mamá de Alessandro llega en ocasiones al Palazzo, pero siempre que puedo la evito. No tengo cara para mirarla.

Ya es de noche, así que estoy en el polígono como todas las noches, ahora Alessandro ya me deja practicar sola con un arma.

He mejorado mucho desde la primera vez, ahora mis tiros dan en el centro y ninguna falla. — ¿Nunca duermes?—Habla a Kennedy a mi espalda.

—Solo un par de horas. —Me doy la vuelta para poder verlo. —Te confieso algo, me gusta tomar el arma, disparar, sentir esa adrenalina...

— ¿Pero?

—Pero tengo miedo matar a alguien, sé que suena estúpido porque desde que decidí entrar a la organización sabía lo que conllevaba, pero no lo puedo evitar.

Kennedy asiente. —Comprendo, pero el día que eso pase será una elección, entre tú y la otra persona, créeme la otra persona no querrá morir.—Asiento sin decir nada—Tengo que admitir que estoy sorprendido. —Dice sacándome de mis pensamientos. —Nunca había entrenado a alguien como tú.

— ¿Como yo?

—En cuatro semanas has aprendido lo que otros se llevan meses, ni los hombres músculos les lleva tan poco tiempo en aprender.

—Tengo buenos maestros.

—Sin duda, pero tú eres excelente y muy dedicada en lo que haces, creo que la clase de ahora fue la última, no creo que necesites más.

— ¿Hablas enserio?

—Por supuesto.

—Hable con Alessandro y él opina lo mismo. —Doy aplausos como una niña de cinco años.

—Gracias. —Le digo mientras voy abrazarlo.

— ¿Qué tal si me lo agradeces con mucho espacio de por medio? Todavía aprecio mi vida. Si Alessandro llega y nos mira así me vuela la cabeza.

—Claro, perdón, es que estoy muy emocionada.

—Lo sé, solo sigue practicando y serás mejor que esa piraña.—Habla haciéndome reír, un par de veces molesta se me salió decirle de esa manera delante de él, y nunca más dejo de decirlo.—Tengo que ir a descansar, mañana es el embarque hacia Rusia y tengo que estar descansado.

—Claro descansa. —Con eso se da la vuelta y sale del lugar.

En estas semanas no ha habido un solo día que no piense en ese dichoso embarque, le insinué a Alessandro si podría ir, y su respuesta fue un rotundo no.
Eso no es obstáculo para impedirme que vaya, con decenas de hombres y mujeres dudo que se dé cuenta que lo acompañe.

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El sol comienza a esconderse en el horizonte mientras troto en los alrededores del Palazzo, todos los hombres están en movimiento, campañas en la zona verde, hombres cargando cajas de maderas, otros vigilando el lugar, y otros dando la vestimenta para esta noche.

Al parecer todos irán vestidos de negro, pasamontañas, chalecos anti balas. Toda la noche he pensado que se sentirá ir a ese lugar, esa adrenalina recorriendo tu cuerpo, con un arma en tus manos y defenderte de cualquier persona.

Sigo trotando sin detenerme, volteo a ver hacia atrás, cuando quiero retomar mi camino choco con uno de los hombres que reparte la ropa adecuada, tirándola al césped. —Lo siento, no te vi.

PROHIBIDO ENAMORARSE {BORRADOR}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora