17.- Creciente menguante.

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—El tatuaje de práctica, noona.

En cuanto lo suelta, me sale una risa al tiempo que ruedo los ojos. Eso no va a pasar; jamás he sido la piel de un tatuaje de prácticas. JAMÁS.

—Mira, la broma ha estado muy bien —le comento a Nam, que sigue con su sonrisa de suficiencia—, ya presto más atención, prometido, pero dile que no me va a tatuar. Nadie me ha tatuado nunca en una práctica de estas y así va a seguir. Tú y yo lo sabemos bien, Nam: mi piel es sagrada.

—Mmmm, es verdad; nunca te has dejado tocar un pelo por los otros aprendices —murmura mi jefe.

—Exacto —le apoyo, cruzándome de brazos mientras los demás nos observan.

—Eres muuuuy exquisita con los tatuajes... y ni en sueños permitirías que cualquiera te tatuase.

—Veo que te lo sabes bien...

—¿Cuánto llevas aquí, Sonie?

—Un año y... siete meses, creo —respondo confiada.

—Y en ese tiempo, ¿cuántos tatuajes de práctica te han hecho los demás?

—Pfff ninguno, tú mismo lo acabas de decir —bufo sobradamente.

—Mira tú por dónde, un año y siete meses es tiempo suficiente para que eso cambie.

—¡¿Qué?! —exclamo aterrorizada—. ¡No, Joonie, por favor!

Pero por mucho que lloriquee, creo que no es lo suficientemente convincente si Taehyung eclipsa mi voz con la suya al seguir insistiendo en ser el responsable de mancillar mi piel.

Mis tatuajes son piezas muy significativas; todos y cada uno de ellos están hechos con las cosas más relevantes (tanto buenas como malas) que me han pasado en la vida, y esto de sugerir hacerme un zurullo solo porque una clase así lo pida me parece un atentado contra mi persona.

—Todos los presentes, entre los que me incluyo, han servido de piel para las prácticas... Todos menos tú.

—Pero, Joonie... —gimoteo aterrada; no sirve, si es que se lo veo en la cara. Si es que noto que no va a ceder. Ya se le ha metido lo de joderme entre ceja y ceja y no va a parar hasta que lo haga.

Ante la insistencia repetitiva y obsesiva de Taehyung, mi jefecillo (retorcido, maligno y de tetas gigantes), se dirige al peligris con una voz calmada y lejana a la de sorna que ha usado conmigo.

—Taehyung, tú hiciste el tatuaje de la última práctica; no sería justo que lo hicieras otra vez —Mírale, qué simpático es cuando quiere, el muy mamón—. ¿Por qué no dejamos que el chico nuevo se estrene?

—¡¿Yo?! —exclama Jungkook.

—¡¿Él?! —grito yo.

—Ya lleva una semana practicando... es tiempo suficiente, ¿no? —Namjoon se lo está pasando de lujo torturándome ahora; lo reconozco: me lo merezco un poquito porque he estado mintiéndole, pasando de sus consejos y haciendo lo que me venía en gana, pero este castigo es desproporcionado.

—¡¿Una semanita de mierda y ya le quieres poner a destrozarme la piel?! ¡Que me va a reventar!

—N-no me siento... preparado, hyung —musita el coloso. Le señalo con ambas manos mientras miro a Namjoon, mostrando el hecho obvio de que este tío no está listo para clavarme una aguja ni de coña. ¡Si hasta él mismo se da cuenta!

—Si mi opinión cuenta... —empiezo a decir, intentando que mi tono no suene tembloroso por los nervios— prefiero a Taehyung. Por lo menos sé que no me va a meter la aguja hasta tocar el hueso.

Inked KnockoutDonde viven las historias. Descúbrelo ahora