Es el gran enemigo principal de las aldeas.
Sanguinario y despiadado es aquella Bestia que ronda por las noches y los días, pero todo cambia cuando conoce a la chica del futuro que llegó del pozo de los deseos. Dicen que es la salvación. Y tal vez...
Yako lo hará... Ha clavado sus colmillos en la piel de la chica en una parte poco visible, su sistema se fortalece sintiendo sus músculos endurecerse y las venas regenerarse por cada lamida. Sesshomaru odia que no sea luna llena en esos instantes y debe esperar unas cuantas horas más.
—¡Sólo no la mates— advierte. —Bastante tiene con las heridas que se ha hecho y las que tiene emocionalmente— impaciente y aterrado, sólo podía morderse las uñas del posible nerviosismo.
Sesshomaru lleno de impotencia y furia puede mirar la trágica escena lleno de impotencia. Algún día tomará venganza.
La chica palidecia nuevamente. Y esta vez no era por el agua o el frío. La falta de sangre era la culpable.
Probada tras probada hasta que por fin se detuvo.
—¡Eres un maldito hijo de puta!
«No te pertenece»
—Ni a tí...
Y eso era cierto, Sesshomaru no podría poseerla por mucho tiempo.
Kagome ahora está más débil que antes. No despertará rápidamente.
La Bestia sabe las consecuencias. «Deberías agradecerlo Sesshomaru mañana estará indefensa la debilidad de su cuerpo le impedirá marcharse, y por fin podrás interactuar con ella como tanto quieres».
A Sesshomaru se le dibujó una leve sonrisa.
«Tendrás la oportunidad de tocarla, como tu mente lo desea, ¡Pero te juro si la tocas íntimamente, te mato!».
—No soy un cabron, cómo tú no pienso dañarla, pero te confieso que lo haría si pudiera para que no tomes más de su sangre puritana.
Esa declaración tan honesta no le agrado a la Bestia.
Gruñó furioso, porque esas palabras podría llamarlas una amenaza mortal.
«No me retes Sesshomaru que drenar su sangre en estos momentos».
Era mejor mantenerse en silencio.
Yako yacía de buen humor, puede amenazar al humano tan fácilmente.
Bestia y humano se limitaban a contemplar a Kagome, inherente, inconciente, indefensa pero muy hermosa. Podrían estar ahí todo el tiempo.
El claro de la luna y el anochecer llegan a su paso como una lluvia aterciopelada de constelaciones. La forma de la Bestia se esconde entre las sombras y toma forma de un humano y larga cabellera plateada.
Por fin era libre por otra noche. Al parecer sería especial de alguna manera. Por fin tiene a la chica que le atrae. Puede tocarla. Sin embargo él está desnudo, si la mujer despierta estará aterrada. Tenía que cubrirse. Pero no había nada que pudiera emplear, debía dejarlo todo a la suerte, a la preocupación y al miedo. Cielos nunca antes había sentido miedo bañado en vergüenza por su desnudez.
Era de pensarse, pero no puede desperdiciar la oportunidad de estar cerca de ella por encontrarse en paños menores. La libertad por muy mínima que sea es valiosa.
De manera silenciosa y algo tímido se acerca a la humana, incando su cuerpo de manera segura y no puede evitar acariciar dulcemente con la punta de sus dedos el rostro de la chica.
El calor que Yako le brindó está diluyéndose con cada minuto que pasa. Ahora recorrió su mano por el cuello de la chica y su pulso es calmado al igual que su respiración. Hasta llegar a su ropa, aún está húmeda. Aún corre peligro. Entonces una idea algo loca apareció en la mente de Sesshomaru.
«¿Piensas abrazarla?»
Yako siempre es inoportuno.
—¡Silencio! Es la hora que yo esté con ella y lo que haga no es de tu incumbencia.
«Todo lo que tú hagas Sesshomaru, a mí me importa»
El humano lo ignoro...
Decidió acostarse a un costado y abrazarla despacio, tembloroso y con cuidado acurruca su cuerpo lo más cerca que puede con la chica. Y se baña en su olor inundando sus pulmones a esa dulce fragancia embriagadora de aquél cuerpo tibio y las jodidas sensaciones de calentura llegando a su torrente sanguíneo recorriendo desde la cabeza hasta los pies es incómodo, no puede controlar sus sucios bajos instintos, no ha estado con una mujer desde hace mucho tiempo y su entrepierna se hincha con la sensación perturbadora del deseo y la lascivia. Se maldice así mismo porque la Bestia se divierte con la escena.
«Puedo controlar mis deseos de mejor manera, humano».
—¡Estás mintiendo!
«Ese deseo que traes te alejará de ella, de eso estoy seguro».
Pero él la ignora. Sólo busca un abrazo cálido, reflejante y dulce al menos por unos momentos o hasta que la humana despierte por completo y recupere las fuerzas que Yako le arrebato.
Y ahí estuvieron... Juntos...
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