-Entonces seguiremos sintiendo dolor a partir de ahora.- El pobre ojiazul se encontraba muy asustado, ese dolor que sintió fue horrible, no quería volver a experimentarlo.

-Bueno, si sentiréis dolor pero en menor medida y con unas pastillas que os daremos será más ameno. Obviamente no será algo diario sino mensual. Sabéis que al empezar con la pubertad las chicas experimentan una función llamada menstruación, no?- Ambos jóvenes asintieron.-Pues es algo parecido, solo que no vais a sangrar, simplemente vuestro útero se tiene que terminar de formar y adaptarse a vuestro cuerpo.

-Espere.- Kakucho interrumpió al médico.- ¿Cómo qué útero? Sabe que ambos somos hombres, ¿no? Es imposible que tengamos útero a menos que...-La voz del heterocromático se cortó de golpe y en su expresión de reflejo el terror.

-¿Qué significa eso?- Takemichi aún no había descubierto de qué hablaban su hermano y el médico, estaba muy confundido.

-En efecto joven Hitto. Ambos se han presentado como donceles.- La compresión se reflejo en el rostro del médico.- Normalmente esto se detecta antes. En el caso del joven Hanagaki esta información constaba en su expediente, en su caso joven Hitto no. Esto puede deberse a que pasó la mayor parte de su infancia en un orfanato. En ese tipo de instituciones no se realizan las pruebas necesarias para detectar la morfología de los niños.

-No puede ser.- La voz de Kakucho salió en un susurro lamentable, se sentía devastado y pronto las lágrimas empezaron a rodar por sus mejillas.

Izana abrazó con fuerza a su amigo, hermano y subordinado más leal. Le rompía el corazón verlo así pero sabía que era un golpe muy duro ser doncel en una sociedad donde los marginan, insultan y denigran sin reparos. El albino sabía que a sus dos hermanos menores les esperaba un camino muy duro por recorrer lleno de discriminación y criticas pero el estaría ahí para apoyarlos y golpear a cualquiera que los dañara. Izana era consciente de la diferencia en el tipo de amor que sentía por los dos azabaches. Por uno el amor fraternal y unas inmensas ganas de protegerlo del mundo entero mientras que por el otro era un amor posesivo y más romántico con el cual se imaginaba un futuro feliz. Con esta noticia se sentía un paso más cerca de su futuro feliz junto al azabache heterocromático y se prometió confesarse cuando Tenjiku fuese la pandilla más importante de Japón y darle un mundo donde nadie se atreva a criticarlo o mirarlo más por ser un doncel.

En el caso de Takemichi, este solo se había quedado mirando un punto fijo como si fuera lo más interesante. Eran un mar de emociones en este momento, por un lado se sentía feliz por que no estaría solo ahora él y Fuyu lucharán contra el mundo para demostrar que ser donceles no era malo, que al igual que el resto eran personas capaces y fuertes pero sobre todo determinados. Sabia que seria difícil pero no iba abandonar y pensaba que con su mejor amigo no sería un camino tan doloroso porque se apoyan mutuamente. Por otro lado se sentía traicionado por el único ser con su misma sangre que se lo había ocultado pero sobre todo el temor de su rechazo. Con voz calma se dirigió a su hermano mayor.

-¿Por qué?

-¿Por qué que?- Kenta se encontraba en conflicto también, se debatía entre decirle la verdad o callar.

-Tu lo sabias desde antes pero callaste. Y ahora ni siquiera te acercas, te mantienes alejado, porque?- Eso sorprendió a Kenta. Él se esperaba un berrinche por ocultarle información.- Te hemos decepcionado verdad? Por eso no pasas casi en casa?- la voz del ojiazul se quebró y aguanto los sollozos que amenazaban con salir.

El mayor no dijo nada, en ninguna de las situaciones previstas con antelación había una situación parecida. Se quedó en blanco sin saber qué responder pero el menor interpretó el silencio a su manera; rechazo. Sin poder evitarlo más Takemichi estalló en llanto sintiéndose abandonado por su hermano mayor. Kakucho que estaba entre los brazos de Izana lloró con más fuerza al pensar que por culpa de su género podría perder a su familia, aferrándose con fuerza al albino. Izana al ver el estado de los menores soltó un gruñido.

Amor entre costurasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora