—Damiano... —Nassef lo nombró con alivio de verlo, sabiendo que era el único que llamaba así al omega dentro del club—. Cada vez que regreso te ves más grande y precioso.

El omega sonrió fingiendo comodidad y complicidad con el alfa, por el solo hecho de que sabía cuánto le molestaba a Zayn que Damiano lo saludara de esa manera tan íntima, tal como ellos lo hacían en sus mejores tiempos. El omega intentaba no mirar hacia dónde se encontraba su alfa, pero, le resultaba tan satisfactorio apreciar la rabia en su rostro, que no pudo evitar llevar la mirada hacia Zayn. Este estaba apoyado en la barra y tenía la vista fija en ellos, en su rostro se reflejaba el disgusto que sus puños evidenciaban fácilmente.

El omega se regodeó en aquello ya que, una vez más, comprobaba que aún su alfa sentía cosas por él; la situación era enferma y retorcida, pero se había vuelto normal en su vida. Nada quedaba de sano o bonito en la vida de Damiano desde que había decidido quedarse junto a su alfa, además de que las condiciones impuestas nunca serían favorables para él.

—Eso es porque tienes que visitarme más seguido —mintió fácilmente.

El alfa lo miró con una sonrisa y lentamente se acercó a los labios del omega y los besó. También sabía que era el único que podía besar Damiano y eso lo hacía sentirse poderoso e importante. Además, lo atendía uno de los dueños del lugar, porque no interesaba cuán desgraciado Zayn quisiera ser, no podía tapar el sol con un dedo.

—Sabes muy bien de qué manera se solucionaría este tema, Damiano —mencionó con picardía.

—Sabes muy bien que no puedo ir contigo a Dubái —respondió de la misma manera.

—¿Qué te ata aquí? —preguntó con una repentina seriedad—. Ese hijo de puta que te tiene prostituyendo. Damiano —mencionó con molestia—... Puedo sacarte de aquí, darte una vida mejor. Solo tienes que pedírmelo.

—Él me prostituye y tú pagas por tener sexo conmigo —aclaró mordaz—. Eres tan o más hijo de puta que él.

El alfa lo miró seriamente y permitió que Damiano apoyara los pies en el suelo.

—Tienes muchas pelotas, pero no las suficientes para volver a ser libre lejos de ese tipo.

—Nassef, ¿a esto has venido? Porque si es así, entonces volveré con el cliente que estaba atendiendo —advirtió y emprendió el regreso a la mesa de Payne, pero Nassef lo agarró bruscamente del brazo.

—¿A dónde crees que vas?

—Suéltame —masculló con rabia poniendo una mano en el pecho del alfa para mantenerlo alejado de él cuando este quiso presionarlo contra su cuerpo.

—¿En qué momento creíste que mandabas tú? —reprochó con sorna—. Nunca olvides que tu alfa continúa con vida gracias a que me das tu culo cada vez que se me antoja.

Damiano presionó los dientes con rabia y empujó a Nassef intentando quitárselo de encima.

—¡Suéltame, Nassef!

—¿Qué carajo pasa? —cuestionó Zayn y agarró con fuerza el brazo del alfa hasta que logró que soltara a Damiano, a quien sujetó de la cintura y lo puso detrás suyo para protegerlo con su cuerpo.

Instintivamente, el omega escondió su rostro en medio de los omóplatos de Zayn mientras miraba de soslayo a Nassef; ni siquiera fue realmente consciente cuando abrazó la cintura del pelinegro buscando refugio, tal como lo hacía cuando su alfa tomaba la misma postura protectora cuando estaban juntos.

—Mira, niño insolente —advirtió Mansour—. Vete a jugar con los putos omegas a los que te coges.

Zayn gruñó con rabia y acercó su rostro al de Nassef hasta que estuvo a pocos centímetros.

El Camino a casa [II]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora