Se gira entregándome mi desayuno y dejando el suyo frente a mi.

—Tiene otra vez esa mira — se sienta — ¿no me diga que me coloco en diferentes escenas sexuales otra vez? — sonríe mordiéndose el labio inferior

—¿Qué comes que adivinas? — sonrió

—A usted

Me quedo callada por unos segundos.

Mierda, creo que me sonroje.

Mierda.

Mierda, una y mil veces.

—No discutiré eso — me lleno la boca

Le veo reír y si que es encantadora esa sonrisa.

—¿Saldrá hoy? — bebe jugo

—Si, iremos al casino — termino de pasar la comida con el jugo

—¿Al casino? — frunce su seño

—Ahí se encuentra uno de los tres líderes de los negocios de la mafia — limpio mi boca — Iren, es el primer líder, quien se hace cargo de los casinos del país y por fuentes confiables, él tiene algo que ver con la muerte de mi padre

—¿Taylor lo sabe? — se lleva los platos al lavado

—No, no quiero que lo sepa — me levanto — él esta muy ocupado lidiando con la organización que no debe tener distracciones

—Entiendo, ¿llamo a más guardias? — termina con los platos

—No, solo seremos tu y yo

—Eso suena suicida — saca la maleta de armas

—Lo se, de todas forma si algo sucede — tomo mi arma — la señal se enviará directo a Angelo dando la alerta de peligro

—Entiendo

—Iremos en la noche, ya que es mucho mejor

Asiente.

—¿Me acompañaras a hacer otras diligencias?

—Aunque no me lo pida, la seguiré de todas formas — pasa mi cabello hacia atrás

¿Que te folle?, ¿eso quisiste decir?.

Carajo, pensamientos fuera.

—Bien, entonces vamos

➖⛥➖

Las miradas tienen poder.

Es tan cierta esa pequeña frase.

—¿Por qué me miras así? — levanto una ceja

Esta sentado frente a mi,  con los brazos cruzados y una enorme sonrisa.

—No pensé que vendría a una heladería — se encoje de hombros

—¿Qué tiene de malo? — apoyo mis brazos sobre la mesa

—Nada — dice sin importancia

Niego y me recuesto en la silla.

El mesero llega con los pedidos de ambos.

Meto la primera cucharada a mi boca, la explosión de ambos sabores, chocolate y vainilla me vuelve loca.

—Esto está delicioso — doy un suspiro

—Lo es — sigue mirándome con esa sonrisa — es mi bueno — lame sus labios

Amo su coqueteo.

—Por supuesto, no más bueno que tú, pero si — fijo mi mirada en la suya

—¿Le gustaría practicar el juego del helado?— mete una cucharada a su boca y suelta esa sonrisa otra vez

La Dama Del InfiernoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora