FIN DEL CAPÍTULO XXVII

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Al abrir sus orbes se encontró frente a frente con unos brillantes ojos negros –mismos que ahora tenía entremezclados un ligero color rojo–.


Shen Qingqiu se estemeció al verlo, pero no se alejó del contacto.


– Me disculpo con Shizun. No quise asustarlo – espetó Luo Binghe en voz baja.


Sin embargo, la proximidad entre ambos hizo que el erudito sintiera que había dicho esas palabras en un tono alto.


[¡+20 puntos B!

¡+20 puntos de afecto! (^-^)]


Dándose cuenta que la mano de su discípulo aún sostenía su mejilla con gentileza –con el pulgar quitando la sangre que se encontraba justo debajo de su mejilla– el cultivador sintió como la sangre se agolpaba detrás de su nuca, haciendo que se alejara de ese toque rápidamente.


– ¿Por qué estás aquí, pequeña bestia? – siseó el inmortal – ¿Cómo entraste?


De todas las cosas imprudentes que ese demonio podía hacer, esta era –sin duda– una locura.


¡Un demonio –mestizo o no– infiltrándose en el calabozo de una de las Sectas más poderosas era como un pato que se ofrecía a sí mismo en bandeja de plata!


Luo Binghe –respondiendo a su pregunta–desenvainó su espada provocando con ello que Shen Qingqiu se tensara y pareciera un gato que estaba a punto de huir.


Posteriormente hizo que un pequeño portal apareciera frente a ellos pudiendo así respaldar lo que estaba por decir.


Si lo convencía de cruzar juntos, definitivamente lo llevaría directo a la casa de bambú en el Pico Qing Jing.


Al principio pensó en llevarlo a su Palacio en el Reino demoníaco pero –hasta donde sabía– el cultivador odiaba a todos los demonios por lo que hacer esto era como elegir caminar sobre una capa de hielo frágil.


Lo mejor era no arriesgarse y –con ello– caer de la gracia de Shen Qingqiu cuando este se diera cuenta que había sido llevado con demonios atrevidos y desvergonzados –como Sha Hualing, o tan estoicos e indiferentes como Mobei Jun– que deambulaban a sus anchas.


Eso sin mencionar el hecho que el Rey del Norte había intentado asesinarlo.


Notando la expresión en la cara de Shen Qingqiu al ver la habilidad de Xin Mo, Luo Binghe no pudo evitar soltar una risa.


– ¿Shizun quiere saber como entré? Hice mi propia entrada. Una que no activara las defensas o los hechizos repeleadores de demonios que custodian este lugar.


Antes que el inmortal pudiera responderle Luo Binghe finalmente pudo observar con detenimiento el estado en el que su Maestro se encontraba y apenas y pudo contener su incandescente ira.

EL SISTEMA DEL ORGULLOSO DEMONIO INMORTALDonde viven las historias. Descúbrelo ahora