𝐓𝐇𝐈𝐍𝐆𝐒 𝐎𝐅 𝐋𝐎𝐕𝐄 -𝐒𝐭𝐞𝐯𝐞 𝐇𝐚𝐫𝐫𝐢𝐧𝐠𝐭𝐨𝐧

𝐔𝐍𝐊𝐍𝐎𝐖𝐍 𝐆𝐈𝐑𝐋

(...)

Al llegar su vuelo, busco comida antes de subirse a un taxi, se había calmado un poco durante el viaje. Pero ahora quería abordar el primer vuelo que tuvieran devuelta a Indiana, le entrego la dirección que venía con el boleto. El hombre que conducía la miraba curioso.

—¿Que la trae a Texas?— pregunta el hombre.

Valerie deja de mirar por la ventana.

—Visitaré a alguien— su voz sale temblorosa, aclara su garganta.

—¿Algún familiar?

—Algo así—hace una mueca.

—Ya veo— sonríe—. Será un viaje largo, disfrute la vista, señorita.

Ella mueve la cabeza aceptando, después de todo, esto había sido demasiado rápido. Y no podía con tanta información. Justo cuando sentía que las cosas comenzaban a ser más estables para su vida.

Descubría que había sido adoptada, y que su madre quien seguía con vida residiendo en San Antonio, Texas. Aunque si estaba emparentada con los Henderson, en realidad ella no era su hija si no su sobrina, por lo que no era hermana de Dustin, era su prima.

Ahora entendía las veces que su madre estaba algo sentimental y siempre le recordaba que ella era su hija y que la amaba mucho.

Poco a poco comenzaron a alejarse de la pequeña ciudad.

—Llegamos, señorita— el conductor interrumpe su mini batalla mental.

—Aquí tiene— le entrega el dinero, bajando del auto.

—Disfrute su estadía, señorita.

El conductor le sonríe amablemente arrancando el auto para volver a la civilización. Valerie se iba a girar gritándole que no se fuera y la llevará devuelta al aeropuerto.

Contemplo en silencio la casa enmedio de la nada. Era bastante bonita, era de dos pisos bastante cuidado. Apretó fuertemente las tiras de su mochila. Expulsando todo el aire de sus pulmones.

La puerta se abrió dejando ver a una mujer de cabello negro.

—¿Susan Jones?— pregunta Valerie.

La mujer asintió repetidas veces bajando unos escalones para estar cara a cara con su hija. Valerie pudo darse cuenta de que ambas compartían el color de ojos.

—Tú debes ser Valerie— sonríe nostálgica—. Te pareces a tu padre con ese hermoso cabello rubio... Incluso tu cara...

Intento tocar el rostro de la chica. Pero ella retrocedió. Susan sonrió apenada.

—Un gusto, señora Jones.

—Pasa, pasa— señala la puerta de su casa—. ¿Te ayudo con tu maleta?

—No, gracias— deniega la rubia—. Estoy bien así.

Susan siguió por detrás a Valerie. La rubia entra a la casa con cautela analizando toda la casa. Fue guiada hasta la sala donde le dió permiso de sentarse.

—¿Quieres un jugo? ¿Un refresco? ¿Galletas?

—Un jugo de naranja...

La mujer fue a la cocina, así que la rubia pudo respirar correctamente. No sabía cómo reaccionar. Tamborileo sus dedos sobre su mochila nerviosa, preparando lo que iba a decirle.

No quería dudar, debía saber todo y después irse.

Se escucharon unos pasos apresurados bajar por las escaleras llamando la atención de Valerie.