—Bien—dijo él, con la voz un par de tonos más grave de lo normal—. Yo también he venido para hablar.

—¿S-Sobre qué? —pregunté con un hilo de voz.

—Sobre lo que pasó ésta noche —susurró.

Abrí mis ojos, obligándome a mirarlo y me di cuenta de lo cerca que nos encontrábamos el uno del otro. Lo único que podía ver eran sus ojos, escudriñándome. Su aliento enviaba escalofríos en todo mi cuerpo y su mano no dejaba de sostenerme el rostro por la barbilla.

Sus ojos se oscurecieron un par de tonos antes de que su mirada se posara en mis labios. —En realidad no he venido a hablar... —dijo con la voz cada vez más ronca.

—¿N-No? —pregunté, aturdido.

—No —respondió.

—¿E-Entonces? —pregunté, sintiéndome inundado por su aroma fresco y varonil.

—He venido a darte algo... —susurró y su rostro se acercó otro milímetro más. Su nariz rozando la mía.

—¿Qué cosa? —pregunté, frunciendo el ceño ligeramente.

—Esto... —dijo, con un hilo de voz y, de pronto, sus labios encontraron los míos suave y brevemente.

Apenas pude recibirlo, cerrando mis ojos, sintiendo la presión de sus labios contra los míos, y entonces, se retiró.

Abrí los ojos, sintiendo los labios hormiguearme por el contacto y, al mismo tiempo, queriendo más. No lo dejé alejarse lo suficiente. Enredé mis dedos entre su cabello y me paré sobre mis puntas, plantando mis labios sobre los suyos.

Un gruñido ronco, proveniente desde lo más profundo de su garganta, resonó en mi pecho cuando me atrajo hacia él, tomándome por la cintura; y, entonces, su lengua invadió mi boca sin permiso. El sabor de su beso estalló en mi boca, enviando pequeños escalofríos en todo mi cuerpo.

El beso de Minho era ávido, apasionado, profundo, cargado de algo que ni siquiera yo podría describir. Sus manos estaban aferradas a mi cintura, las mías tiraban suavemente de su cabello mientras inclinaba la cabeza, dándole entrada más profunda a mi boca. No podía tener suficiente.

—Tienes novio —resolló contra mis labios.

—Tú tienes novia —susurré, sintiéndome herido por su comentario.

Él se apartó de mí un segundo y pegó su frente a la mía—: ¿Por qué no nos dejamos de estupideces y vuelves conmigo? —susurró.

Cerré mis ojos con fuerza mientras intentaba recuperar un poco de cordura. —No es tan sencillo, Minho—susurré.

—¿No lo es?, llevo más de seis meses viviendo un jodido infierno al no estar contigo. Te he echado de menos todos los malditos días que no has estado cerca. Te extraño. No te he olvidado y, a estas alturas, no creo poder hacerlo nunca. —dice.

—M-Minho.. —mascullé, sin saber qué decir.

—Sé que he sido un idiota. Sé que me equivoqué. Sé que te hice daño, pero si pudiera hacer algo, cualquier cosa para tenerte de vuelta, lo haría. Así que puedes rechazarme una y mil veces, pero... —sus labios rozaron los míos y correspondí su breve caricia—, mientras tus labios sigan correspondiendo mis besos, yo seguiré intentando recuperarte.

—Las cosas nunca han funcionado entre nosotros. Terminamos discutiendo a la menor provocación, Minho ¿Cómo puedes querer volver a eso? —susurré, sintiendo un nudo instalarse en mi garganta.

Él apartó mi rostro un par de centímetros, hasta que sus ojos se clavaron en los míos con intensidad. —Porque el amor es así, bonito —su pulgar trazó mi labio inferior suavemente y su voz se enronqueció un par de tonos más. —, se trata de madurar con él. Y sé que podemos hacerlo. Hemos pasado por tanto. Hemos superado tanto. El amor que siento por ti no ha menguado ni siquiera un poco. Te amo más que la primera vez que pronuncié esas palabras. Te amo más que aquella noche en la que te hice el amor por primera vez... Te amo cada día un poco más. Atrévete a decir que no sientes lo mismo.

Noté el reto en el tono de su voz, pero no pude negarlo. Yo también lo extrañaba. Yo también lo amaba, Yo también quería estar con él.

—Tengo tanto miedo... —admití, con la voz temblorosa por el nudo de mi garganta. —, ¿Qué va a pasar si mañana despierto y tú has cambiado de opinión?, Minho yo no puedo estar así. No puedo estar con la incertidumbre de si vas a enojarte el día de mañana, o si el día de mañana haré algo estúpido que te haga querer dejarme. No quiero estar en una relación que se tambalea con la primera dificultad.

Su mirada encontró la mía y entonces, las palabras brotaron de su boca con un tono tranquilo y sereno—: Va a haber días, Jisung, en los que vas a querer dejarme. Va a haber días en los que vas a estar tan molesto, que ni siquiera vas a querer mirarme. Va a haber días en los que yo estaré tan jodidamente molesto contigo por algún motivo, que no querré estar cerca de ti... Pero, también, habrá días en los que el único refugio que voy a encontrar será en tus brazos. Habrá días en los que no voy a querer apartarme de ti ni un segundo, donde tú mismo querrás estar pegado a mí todo el tiempo y, créeme, voy a disfrutarlo... —tragó saliva duramente y continuó, con la voz temblorosa—: Habrá días en los que querremos estar encerrados en una habitación, haciendo el amor todo el día. Habrá días, cuando todo vaya mal, en los que necesitarás un ancla y yo estaré ahí para serlo. Habrá días muy buenos, y habrá días muy malos. Quizás, en un impulso, me aleje. Quizás me vaya un momento, pero siempre... Escúchalo bien, Jisung: SIEMPRE... Voy a volver a ti. Siempre he vuelto a ti; y vuelvo a ti porque lo que siento por ti es más grande que cualquier cosa en el mundo.

—¿L-Lo prometes? —pregunté, sintiendo los ojos llenos de lágrimas.

—Te lo juro. —dice, y creo en su promesa.

—Bésame... —pido con un hilo de voz, sintiendo las lágrimas calientes deslizándose por mis mejillas

aunque puedas verme|#2| minsung Donde viven las historias. Descúbrelo ahora