Capítulo 10: Enemigos con derechos.

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—Déjame solo —me aparta—. No te quiero cerca.

—¿Incluso borracho te sigues comportando cómo un perro rabioso? —lo empujo, me enoja este hombre.

Él se acuesta y apoya su cabeza en el respaldo, cierra sus ojos y se tapa la cara, murmurando varias cosas que no entiendo ni un rayo.

—Nos vamos a las diez, quítate la ropa y duérmete.

—Ey —me detiene antes de que dé un paso—. Eres mi secretaria ¿no? Quítame la ropa tú —expresa, de forma pícara.

—Vete a la mierda.

—¿Sabes cuánto me gusta cuándo estás enojada
—se sienta y agarra mi mano, jalándome hasta él— Me prendes en todos los sentidos, Verena.

—Suéltame, Marlon —termino encima de él y me besa el cuello, pero trato de apartarlo—. Basta, así no.

—¿No quieres qué arreglemos nuestros problemas? Así es como nos entendemos tú y yo.

—Las diferencias que tenemos tú y yo se resuelven hablando, pero como tú eres una jodida bestia...

Me callo porque literalmente él sólo se concentra en besarme en todas las partes de mi cuerpo.

—Marlon, detente —mi voz suena autoritaria y obedece.

—Quiero besarte.

—Bésame cuando estés sobrio y seco.

Cuando intento levantarme, él se opone a que me aleje y me abraza, apretujándome contra él.

—No te vayas.

—Marlon, estás mojando toda mi ropa.

—Quiero abrazarte, tengo mucho frío y siento que me dará una hipotermia.

Mierda, verlo así me hace sentir... No puedo tener resentimiento con él, no ahora.

—Suéltame para ayudarte a quitarte la ropa.

Lo hace y finalmente me levanto. Desabotono sus pantalones y los bajo, quito sus zapatos, comienzo a desabotonar su camisa y dejo la ropa empapada a un lado.

Él se queda completamente en bóxer y evito no salivar. Puede ser un desgraciado cretino, pero está que se cae de bueno.

—¿Hay algo qué no has visto ya? —sacudo mi cabeza y pongo a un lado mis pensamientos calientes— No te preocupes, todo este cuerpo es tuyo, bella. Yo soy tuyo.

Hago un sonido de arrogancia.

—Eso no me decías hace unas horas.

Su sonrisa se evapora poco a poco.

—Ven aquí.

—No iré a ningún lado, menos cerca de ti.

—Soy tu jefe, quisquillosa. Así que ven aquí.

Ruedo mis ojos y me siento en la esquina del sofá, él literalmente ocupa todo el espacio con lo alto que es.

Una trampa Tentadora (MUESTRA).Donde viven las historias. Descúbrelo ahora