- Natalia... No sé hacer estás cosas. Alguien me recomendó tomar terapia, llevo asistiendo al menos 3 meses. Venir hasta tu casa, y pedirte una disculpa de manera personal era algo que necesitaba hacer, porque eres mi hija... Y, no quiero que pienses que no me importas.

- No te preocupes por eso, sé que no te importo, y es algo que no me tomo nada personal, también asisto con una terapeuta, es increíble.

- Si fuese tan buena como dices no estarías a la defensiva justo ahora.

- Ella es buena, pero yo soy testaruda y decido no hacerle caso.

- Yelena me dijo que estuviste ocupada en la producción de un cortometraje las últimas semanas... Se que estas de vacaciones por tiempo definido. ¿Podríamos salir un día de estos a por helado, o...? A comer cualquier cosa... Con los chicos, pasar un rato juntas.

Aprieto la mandíbula con fuerza y suspiró. Kathryn me advirtió que tarde o temprano, alguna de las dos tendría que dar el brazo a torcer, en su mayoría siempre se trataba de mí. Pero hoy la tengo en la sala de mi hogar, pidiendo unas estúpidas disculpas, y tratando de organizar una salida conmigo, pero lo único que siento son ganas de golpearla y decirle que la odio. Estoy segura de que Hann me pediría que guarde la calma y deje de reproducir una y otra vez en mi cabeza todos los momentos en que mi madre me hizo sentir como una completa mierda.

Su mirada me transmite honestidad, eso no había sucedido antes.

- No sé a qué terapeuta asistes, pero si ella te ha dicho que poniendo cara de perro arrepentido y usando un tono de voz menos irritante conseguirías que aceptara salir contigo a pesar de todo lo que me hiciste en el último año, es una verdadera imbécil.

- No fue la terapeuta quien me dio el consejo. Ella cree que aún no estoy lista, por si te interesa.

- Ahí lo tienes, entonces.

- Pero yo quiero hacerlo, Natalia.

- ¿Ahora quieres hacerlo? Tengo 30 años, Melina. Dos pequeños me llaman "mamá" de la misma forma en que yo te solía llamar a ti. Me casé, me divorcié, y me volví a casar. Suenas imprudente.

- Se que cometí errores, nada puede cambiar eso, nada de lo que ahora diga o haga podrá justificar quien fui y lo que hice, no quiero justificarme tampoco. Quiero que me entiendas, quiero entenderte. Se lo que es tener, y no tener mamá, lo sé mejor que nadie. Cuando mi madre murió, estrelle 15 botellas de vodka sobre su tumba porque ella odiaba el vodka.

- ¿De verdad le hiciste eso a la tumba de la abuela? - Pregunto entre carcajadas.

Ella ríe también, aunque un poco apenada.

- Si, pasé un mes entero haciendo cosas terribles a su pobre tumba... No te imaginas que tan enojada estaba con ella. Ahora que soy mucho más mayor solo le pido a dios todos los días que la muerte sea solo muerte, que ella no haya podido ver todas esas cosas que hice. Era joven, estaba dolida, y lastimada. Demasiado ingenua para ver que ella también estaba viviendo por primera vez, y que lo hacía lo mejor que podía.

- Muchas madres viven por primera vez e igualmente no dejan tiradas a sus hijas en pleno juicio en contra de sus agresores.

- No estuve de su lado.

- Se que no estuviste de su lado, lo que me duele es que hayas elegido no estar del mío.

- ¡Trato de evitar que sigamos haciéndonos más daño! Podrías intentar poner de tu parte.

- Vete a la mierda, mamá.

- Nat... ¿Todo bien aquí? Buenos días, Melina... eh, ¿ya desayunaron? Puedo poner la mesa para tres.

"Postales de amor." - Wandanat (g!p)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora