Stella Van Archibald
—Hoy es el día más importante de tu vida, cariño, tienes derecho a llorar.
Sollozo más fuerte cubriendo mi rostro con mis manos, ignorando olímpicamente las casi dos horas anteriores en que la maquillista había puesto todo su empeño en mi cara, digo no es que fuera tan espectacular, pero había sido bastante tiempo y dinero.
Por suerte no había salido de mi cuenta bancaria.
Fingiendo que me importaba lo anterior, alejé mis manos de mi rostro para abanicarlo con ellas y que las lágrimas que luchaban por salir se secaran en mis ojos. Bueno, me retracto, sí había sido un buen maquillaje, de lo contrario todo el color estaría rodando por mi mejilla junto a la lágrima que se ha escapado.
Vuelvo a observar a la alta y esbelta mujer rubia que me observaba con cariño maternal ante mi arranque.
¿Cómo le explico a mi madrastra que este día no tenía ni la más mínima importancia para mí y que no estaba llorando por lo que ella pensaba?
Roxanne acomodó mi velo con atención, la sonrisa en sus labios amenazando con romper sus mejillas en dos partes iguales, casi tan emocionada como si yo fuera su hija y finalmente estuviera saliendo de la casa luego de años de mantenerme.
Lo último no era una mentira.
A mis veintiséis años todavía vivía con mi padre—ahora también con mi madrastra—, no soy su responsabilidad, de hecho, soy independiente económicamente desde hace un par de años, sin embargo, eso no parecía ser suficiente para mi padre, todavía quería deshacerse de mi enviándome a un matrimonio que él había armado con uno de los hijos de sus futuros socios.
"Si tu no tomas las riendas de tu vida tal vez necesites ayuda con eso"
Fue lo que escuché ese día antes de que me presentara a Joseph. Al menos él era más atractivo que su nombre, pero eso no era suficiente para mí.
Esas palabras—de tomar las riendas de mi vida y toda la cosa— me hubieran gustado si no hubiera involucrado un matrimonio en ello.
—¿Y si también le agregamos el derecho a hundirme entre mis sabanas a llorar? —cuestiono a Rox y ella me observa alzando las cejas, creo que no sabe como tomar mi comentario, así que le doy una sonrisa temblorosa solo para que no se dé cuenta de lo que pasa por mi cabeza.
—Oh cariño, estoy casi completamente segura de que no me sentí así cuando me casé con tu padre—Suelta una risita entre dientes.
—¡No es lo mismo! —replico girándome hacia el espejo del tocador en la habitación del enorme, lujoso y costoso hotel donde se celebraría la boda. Mi boda.
Casi me echo a llorar de nuevo.
No me malinterpretes, Joseph es atractivo, sobre todo es dulce y lindo, incluso cariñoso las veces que lo he dejado acercarse, esto podría resultar el cliché perfecto de la boda por conveniencia que al final culmina en un amor real si no fuera porque realmente no tengo ningún tipo de deseo de casarme y mi padre no necesita esta jodida asociación de apellidos.
La cadena de hoteles y restaurante que lleva el apellido Van Archibald está en su mejor punto financiero, de hecho, es la empresa del padre de Joseph que se encuentra a un segundo de quebrar; la responsabilidad de arruinarnos— si descabelladamente decidía no casarme— no cae sobre mis hombros.
Es solo que realmente no quiero casarme, ni ahora ni después. Nunca.
Incluso si me esforcé en elegir cosas que pudieran gustarme, costosas y elegantes para la boda no hay nada que me llame, no hay una jodida ilusión por ello. Odio estar aquí, envuelta en este vestido, con este maquillaje...Las lágrimas vuelven a agruparse tras mis parpados y tomo una respiración profunda para evitar sollozar como la niña que no soy.
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Lecciones atrevidas.
Romance«Enseñarme a ser tuyo, enséñame a hacerte feliz, todas tus lecciones atrevidas son perfectas para mí» +18 Portada por: @Austrova Primer borrador 2022 CarlieLeblanc Todos los derechos reservados