-        Tal vez... infinitas – dije sentándome a su lado y mirando al cielo

-        Una vez leí que poco a poco las estrellas se apagan y algunas mueren tan lento que nadie se da cuenta de ello

-        Estoy seguro que tú te darías cuenta si una estrella desapareciera

Sus ojos seguían fijos en el cielo, recorriendo las estrellas con la mirada y me fue imposible no sonreír; la mayor parte de las personas le temían a la oscuridad y preferían el día a la noche, pero Ivy era distinta, ella no le temía a la oscuridad, al contrario, era justo en ella donde veía todo con más claridad encontrando belleza en los más pequeños detalles.

Incluso ahora, con todo lo que había tenido que pasar, con todo el dolor, con las pesadillas y las heridas, ella seguía contemplando el cielo como si las estrellas fueran capaces de responder todas sus dudas y admiraba la luna como si de alguna forma también le devolviera la mirada; Ivy era indescifrable, decidida y diferente, pero al mismo tiempo con cada momento que compartíamos me mostraba un lado de ella que conseguía dejarme aún más sorprendido.

Ella era esa chica de deslumbrantes ojos verdes y actitud desafiante que no podía dejar de mirar, como si parte de mi temiera que en cualquier segundo fuera a desaparecer dejándome atrás; ante mis ojos ella era sencillamente única y su luz era tan intensa que iluminaba por completo nuestro camino en la oscuridad; Ivy sacó a relucir esa parte de mí que ni siquiera conocía y extrañamente se sentía bien; antes de que ella llegara, mi mundo era gris, frío y sin vida, pero después, llegó con su sonrisa, su personalidad, su mirada verdosa y ese carácter que me encantaba y me hacía rabiar; Ivy llegó para poner mi vida de cabeza y sin saberlo, fue convirtiéndose en mi más profunda adicción hasta el punto en que imaginarme la vida sin ella era un tormento.

La amaba, tal vez era muy pronto para decirlo o tan siquiera para pensarlo, pero no tenía dudas de mis sentimientos por ella, porque amaba cada minuto que la tenía a mi lado; sin ella estaría hundido en la oscuridad día tras día sin ser capaz de ver más allá de la ira y el deseo del poder, terminaría consumiéndome por completo.

Algunos dicen que sienten el amor cuando tienen contacto con esa persona que lo significa todo para ellos, pero yo no necesitaba tocarla para saber que la amaba, porque me enamoré de su alma mucho antes de siquiera pensar en tocar su piel y si eso no era amor, no tenía otra palabra para describirlo.

Para el mundo entero podía ser el villano de la historia, pero la verdad es que no todos recibían la misma versión de mí; unos siempre me verían como un ser cruel y despiadado, otros dirán temerosos que merezco la muerte, pero luego estaban esas pocas personas que podía contar con los dedos a las cuales les mostraba una faceta diferente, una inimaginable y una de esas personas era Ivy; podíamos discutir por horas de temas sin sentido, pero al final del día, podíamos ver las estrellas en calma contándonos historias; ambos podíamos ser insufribles, pero después teníamos esos momentos extraños y agradables que nos hacían reconsiderarlo todo; no entendía como o porque, pero de alguna forma encajábamos a la perfección y en esta vida eso es algo casi imposible de encontrar y algo que agradecer.

-        En la celda donde me tenían, no había ventanas – dijo rompiendo el silencio – No podía dormir, así que entrenaba mi cuerpo hasta agotarme para obligarme a cerrar los ojos, pero incluso con todo el cansancio simplemente no podía dormir...

Ahora que por fin se estaba abriendo, no podía interrumpirla, pero tampoco sabía que hacer, ¿Debía consolarla o solo permanecer en silencio para escucharla? ¿Qué podía decir? ¿Qué no debía decir?

-        Todo el tiempo me preguntaba por ti – murmuró bebiendo un poco de chocolate – Pero no importaba lo que hiciera, yo no le decía nada y eso además de enfurecerlo hacia que me viera como un reto... - admitió con pesar – Quería ver cuanto le tomaría quebrarme y por un momento lo logró

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