Y dejó de pensar una vez que Leonardo comenzó a mover sus caderas.

Sus embestidas eran rápidas y certeras, sin ninguna delicadeza esta vez.

La vista era espléndida, con aquel bello cuerpo debajo de el, moviéndose con sus estocadas, haciéndola gemir de placer.

Fijó su vista en donde sus cuerpos se unían, fascinado al ver el como su miembro entraba y salía del interior de la menor, llenándola completamente.

Adoró ver sus nalgas moverse en olas con cada embestida. Las agarró en un apretón fuerte.

Se relamió los labios encantado, y se acercó a su oído para susurrarle.

—Móntame... —Salió de su interior, volteándola y acercándola a su cuerpo —. Vamos, bebé, móntame.

Alexa con las mejillas encendidas, se subió a horcajadas sobre él, tomando el miembro erecto y acercandola a su entrada, se dejó caer lentamente hasta que estuviera completamente dentro.

—Hah...mmm... —se apoyó sobre el pecho del italiano, moviéndose de adelante y atrás, buscando comodidad.

No tardó comenzar en dar saltitos sobre su miembro, llevando su cabeza hacia atrás y gemir extasiada.

Subiendo hasta la punta y dejarse caer con fuerza, dándole a Leonardo la exquisita vista de ella montandolo en todo su esplendor.

Aquel delicioso cuerpo subiendo y bajando sobre su falo, era algo de admirar, le agarró de las caderas, ayudándola con las embestidas.

Ahora apoyándose sobre los muslos de Leonardo, dejando a la vista todo su cuerpo.

Con sus manos, comenzó a acariciar todo el cuerpo de la menor, desde sus deliciosos pechos, su suave vientre, sus carnosas caderas hasta llegar sobre su montículo, y con su pulgar masajeó la protuberancia inchada.

Aún podía notar pequeños rastros de sangre sobre su piel.

Elevó sus caderas, chocando con las nalgas de la menor al caer, la atrajo a su cuerpo para devorar sus dulces labios. Impulsandose sobre sus talones, aceleró las embestidas.

Vieni piccola...nng..., sborra per me...  —Cambiando de posición, la dejó otra vez debajo de él.

—Aah... ay, sí... Leo... —Arqueandose placenteramente, su orgasmo arrasó con ella.

Leonardo no tardó en seguirla, abrazandola fuertemente hasta correrse en su interior.

Un escalofrío recorrió el cuerpo de Alexa, tras sentir la esencia de Leonardo en su interior.

Regularizaron sus respiraciones hasta volverlo en suaves resoplidos.

—Quiero bañarme... estoy pegajosa... —dijo ella con cansancio.

—Vamos a bañarnos juntos. —Salió de su interior con cuidado, y la cargó para ir al baño, ignorando las quejas de la mujer.

Ambos entraron al baño, Leonardo abrió el grifo y el chorro de agua cayó sobre los dos.

Alexa se alejó de él, desviando la vista.

—Báñate tú primero —dijo con la cara roja.

Leonardo no dijo nada, solo se rió y se dio la vuelta.

Ella se quedó mirando su espalda, tenía un tatuaje en su espalda baja, como alas incrustadas de espinas, había otra sobre su omóplato, una rosa negra, y otra en el costado de su cintura, llegando hasta su...

Desvío de nuevo los ojos, pero una sensación de ligera ansiedad la invadió al estar lejos de él. Sin saber por qué, pero esa sensación no se iba, era como si su cuerpo no le perteneciera y solo buscara aquel calor ajeno, así que se acercó a él y lo abrazó por la espalda, suspirando de satisfacción al sentir la piel caliente con la suya, todo era raro para ella, jamás se sintió así.

RETORCIDO CAPRICHO (Ese Es El Trato 1) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora