Durante el camino Volker se dedica a mirar únicamente por la ventanilla del auto. Están en Miami.

El adolescente se encuentra de vacaciones del instituto, mientras que Donovan tenía que arreglar algunos asuntos de la empresa aquí mismo, aprovechó que su hijo está de vacaciones para traerlo con él. Cosa a la que Volker no se opuso, si bien, no es ningún secreto que adora Miami, mucho más que Alemania.

El camino solo se basa en la música de la radio, la vista con palmeras, el mar y autos yendo de un lado a otro. El ambiente tropical de Miami no logra contagiar a Volker ya que en ningún segundo el adolescente se muestra interesado en lo que sucede a su alrededor.

Es hasta que finalmente el auto se detiene cuando Volker parece salir de sus pensamientos para mirar a donde han llegado.

Ambos bajan del auto una vez que el chofer abre la puerta para ellos.

—Camina —ordena Donovan comenzando a caminar hacia el muelle de la playa a la que han llegado.

El adolescente mira como su padre comienza a alejarse, su quijada se aprieta y solo acepta los lentes de sol que le extiende Oliver, los coloca en sus ojos y comienza a caminar siguiendo a su progenitor.

Pasa una mano por su cabello negro cuando el aire lo golpea tenuemente pero lo único que ocasiona es que su perfecto peinado quede revuelto dándole una apariencia rebelde.

Los ojos de Volker miran a todos en la playa. Hay un montón de gente, como de costumbre.

Todos ríen, disfrutan el mar, la arena, el día soleado de mierda que hace.

El alemán lo único que hace es seguir caminando siguiendo el rastro de su padre.

Las voces, las risas, los gritos. Todo ocasiona que Volker, con solo algunos minutos, logre comenzar a hartarse. Le desespera todo el jodido mundo, odia encontrarse en sitios llenos de gente y odia aún más la tenue sensación de que todos a su alrededor son felices porque eso solo ocasiona que la soledad que lo persigue, junto a la tristeza y el enfado le recuerden aún más cuán infeliz es.

Los pasos de Volker comienzan a resonar en el muelle de madera cuando comienza a caminar sobre este. Mira al final del muelle, ahí mismo se encuentra una lancha, pero, su vista va aún más allá de eso.

Mira el yate en medio del mar, un lujoso, grande y elegante yate resalta entre el mar azul y entonces sabe y entiende que su padre lo ha traído a un día de yate.

Donovan detiene sus pasos una vez que se han acercado lo suficiente.

Volker se detiene también y solo mira a su padre.

—¿Qué te parece un día de navegar, campeón? —pregunta el Diekmann mayor mientras mira a su hijo con una sonrisa.

Volker solo lleva su mirada hasta el yate en el mar para después mirar a su padre.

—Me gustaría, padre —responde en voz baja y con lentitud.

Donovan sonríe más. Se acerca al borde del muelle en donde mira la lancha, mientras que Volker lo único que hace es mirar a su alrededor esperando a que su padre le indique que pueden subir a la lancha que los llevará hasta el yate.

Los ojos de Volker miran el mar azul, se pierden en aquel punto que de inmediato le da paz y lo hace sentir tranquilo.

Pero, su tranquilidad no dura mucho ya que una irritante voz lo hace salir de sus pensamientos.

—Oye —aquella chillona voz hace que el alemán apriete la quijada—. ¿Puedes ayudarme?

Volker pretende que no escucha nada pero la insistencia parece ser el segundo nombre de aquella persona ya que vuelve a hablar.

PRÓFUGODonde viven las historias. Descúbrelo ahora