—Todavía no sé cómo pudiste durar tanto con ese imbécil. —Jeongin se levanta para dejar su plato en la isla del comedor.

—Duh, imbécil, soy rojo, salgo muy poco de aquí y no le hablo a todos como para saber con quiénes se acuestan, y estaba enamorado.

—Bueno, lo bueno es que saliste de ahí. —agregué.

La plática entre nosotros empezó a fluir a medida que la hora del baño se acercaba, se va liberando por secciones para que no se sature de empleados.

La ropa que nos ponemos no es una elección de ellos, sino nuestra, los clientes pueden escoger si nos quieren con algo sexy, casual o elegante, y nosotros escogemos nuestra vestimenta.

Hoy decidí vestirme algo casual, pues ninguno había escogido algo especial. Estuve todo el rato con los chicos hasta que lentamente cada uno se fue yendo dejándome solo, así que fui a mi habitación.

Se suponía que dos clientes ya tenían que haber llegado, pero tras una hora supuse que su cita se movió de fecha o yo me equivoqué.

Otra hora más y nada. Dos horas más y tampoco. Iban a ser las cuatro de la tarde, así que decidí ir a la sala de estar que está en el segundo piso, dónde había un piano que me gustan tocar.

Aunque aquí fuera una empresa para prostituir, el trato que nos daban era bueno, y el edificio era aún mejor, con gimnasio, sala de estar, teníamos cuartos propios, y si queríamos podíamos salir cada cierto tiempo dependiendo el tiempo que llevabas aquí.

Un largo rato más y el parlante sonó.

"Seungmin, favor de pasar al cuarto."

La duda se empezó a disipar por mi mente, pues el cuarto era para clientes muy estrictos e importantes, incluso podría ser el jefe, y si lo es, eso sólo significan malas noticias, así que mi mente empezó a creer que sería él, y mis pies me hacían moverme más rápido de lo que quería, mi papá ya era un problema grande, ojalá no sea eso...

Al ver la puerta negra del último piso, mis piernas se detuvieron frente a ella, mi puño tembloroso tocó la puerta sutilmente.

—Adelante, Kim. —tragué saliva, era la voz del jefé.

Tomé la manija de la puerta y abrí: —¿Pasó algo, señor Park? —mi voz sonaba temblorosa.

—Siéntese, por favor. —se levantó de su silla señalando la mía. Obedecí, y él volvió a tomar asiento.

Seguía revisando sus papeles.

—¿No es mi familia, cierto? —no podía con la duda, el sr. Park hizo un gesto con la mano para que esperara un poco.

—Seungmin, el señor Lee acaba de pagar 4 billones por ti. Hace días pidió fotos de nuestros mejores empleados, y te escogió. Te pidió para todo el día, pero por algún motivo no ha llegado, necesito que te prepares en tu habitación y te pongas lo más sexy posible. —no sabía quién era ese señor, pero sentí mi garganta seca por la cifra, nadie jamás había pagado tanto. —Te traje aquí porque no me hace bien esta compra, si algo malo pasa, habla, ten cuidado, ¿está bien?

Asentí, era lo único que podía hacer.

Se puso a un lado de mí, acomodando su corbata, me miró y tomó mi barbilla: —No te dejes engañar por una cara hermosa como lo es la del sr. Lee, Seungmin. Ve a tu habitación, llegará en 34 minutos.

Asentí, mi garganta la sentía seca, ¿4 billones? A lo mucho habían pagado por mí 860 millones. Sí qué era alguien importante.

Cuando llegué a mi habitación fui inmediatamente a mi clóset, buscando lo mejor que tenía, incluso probando los trajes que aún no había usado, no podía parar de imaginar que tan guapo sería para que el jefe me dijera eso. Sentía tanta curiosidad por este cliente.

Sweet Omega / 2MinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora