Tomó un poco de aire y carraspeó antes de hablar.

–Hola.

Adora permaneció en completo silencio durante
unos segundos, justo antes de levantar un poco la
cabeza y contestar.

–Hola.

Un poco sorprendida porque no haya salido
corriendo en cuanto escuchó su voz, Catra dijo lo
primero que se le ocurrió.

–Despertaste.

–No, aún sigo durmiendo. Esta es una ilusión.

Abriendo y cerrando la boca ligeramente, Catra
sonrió cuando notó la pequeña broma de la rubia.
Al menos su sentido del humor seguía intacto y lo
usaba con ella. Soltó una pequeña risa ante aquello.

–Ya veo.

Adora apretó ligeramente el bastón en sus manos;
por el rabillo del ojo Catra pudo notar el
movimiento, dándose cuenta de que se encontraba
ansiosa o nerviosa. Era algo que hacía cuando se
sentía así después de todo.

Dejando de lado las bromas, la rubia hizo una
mueca y le habló, bajando nuevamente la cabeza.

–¿Qué haces aquí? -balbuceó no muy fuerte, pero
Catra alcanzó a escucharla.

–Vine a verte -respondió con toda la sinceridad
posible.

–¿Por qué?

–Porque quería ver como estabas.

–¿Por qué de repente te importa si estoy bien o
no? -apretó más el bastón en sus manos.

Catra, sorprendida por la pregunta, levantó una
ceja.

–¿De qué hablas? Siempre me ha importado como
te encuentras.

–No es cierto -negó.

–Sí lo es.

–No, no lo es.

–¿Por qué dices eso?

–¿Por qué no? -replicó, sus manos volviéndose
blancas a medida que el agarre en el bastón se
afianzaba-. No te importó como me sentía cuando
me engañaste, no te importó como me sentía
cuando dijiste todo eso. ¿Por qué habría de
importarte ahora?

–¿Qué?, ¿Decir qué? -frunció el ceño, extrañada
ante las acusaciones.

–Todas esas cosas malas que dijiste sobre mí, eso.

–Yo nunca dije algo malo de ti a nadie.

–Y ahora lo niegas -chasqueó la lengua.

–Lo niego porque así es, Adora. ¿Por qué diría
cosas malas de ti?

–No lo sé, tú dime.

–Nunca dije nada malo sobre ti.

–¡Deja de mentir! -en todo el tiempo que la
conoció, fue la primera vez que escuchó como le
levantaba la voz, y eso realmente no le gustaba en
absoluto-. Deja de ser una mentirosa hipócrita.

–¡No soy mentirosa ni hipócrita!

–¡Lo eres! -gritó, volteando la cabeza donde
suponía ella estaba-. Todo ese tiempo... Lo que
pasamos juntas.... ¡Yo confíe en ti, Catra!, Creí en
ti!, ¡Creí en tu amistad!, ¿Y cómo me pagaste? Hablando mal de mí a mis espaldas... Destruyéndome por completo en pocos segundos.

–¿Qué...?

–¡Y no intentes negarlo porque lo escuché! Te
escuché hablando con esa chica sobre mí. ¿Creíste
que no me daría cuenta?, ¿Creíste que por no poder
ver, tampoco podía escuchar?, ¿Qué creíste, eh
Catra? Dímelo.

Eyes | Catradora Adaptación Donde viven las historias. Descúbrelo ahora