No tenía nada que pensar, simplemente esperaba que todo pudiera solucionarse y ese bebé tuviera una vida más linda que la mía.
Iba bajando las escaleras para ir a mi habitación. Pasé por la puerta de Arlene y se me ocurrió entrar para verla, pero antes de abrir la puerta escucha unos sonidos raros, y lo reconocí al instante. Eras chupadas, y a la vez, como si se estuviera ahogando.
—Qué rico, Arlenita— dijo la voz de un hombre.
Entonces lo supe, la primera tortura de Arlene, que abusaran sexualmente de ella. Mi cuerpo entero se llenó de odio, y solo quería abrir esa puerta y matar al maldito que la estaba obligando a hacer eso, pero no podía, iba a arruinarlo todo.
Si hacía algo, Helen me iba a matar, y si me mataba... ¿Quién iba a seguir ayudando a Arlene? Sé que no la ayudo mucho, pero al menos le he estado avisando lo que pasará, le di la navaja, y...
No, no podía quedarme ahí escuchando eso, pero tampoco podía irme, tenía que hacer algo maldita sea. Estaban abusando de ella, tenía que ayudarla, tenía qué...
—¿Qué haces ahí?— me sobresalté cuando escuché la voz de Helen y volteé hacia ella.
Ya no tenía su rostro vendado, estaba toda desfigurada y horrible, una pesadilla para un niño pequeño.
—¿Mandaste a un hombre a abusar de ella?
—Sí, se lo merece.
—Pero...
—Que te vayas, Clyde.
No podía golpearla, porque estaba embarazada, además era mi madre. Solo bajé las escaleras corriendo mientras no podía dejar de llorar como un bebé y abrí la puerta de mi cuarto. El señor Ryder caminaba de un lado a otro, supongo que analizaba que no a ser papá, pero al mirarme caminó hacia a mí y me puso sus manos en mis hombros.
—Hey, tranquilo muchacho, dime qué pasa...
—Están abusando de Arlene... no puedo hacer nada...
Y entonces Ryder me dio un empujón y salió de mi habitación como un demonio furioso. Lo seguí, pero no lo detuve. Realmente necesitaba a alguien que fuera capaz de salvar a Arlen de ese tipo.
Ryder subió las escaleras y llegó al segundo piso. Helen se encontraba apoyando su oreja de la puerta de la habitación para escuchar todo, estaba de espaldas a nosotros, pero entonces Ryder la tomó por la nuca y la pegó a la pared.
—¡¡PUTA DE MIERDA!!
Mi madre estaba impactada por verlo, y luego gritaba, pero ni loco iba a defenderla, pero tampoco podía quedarme mirando la escena. Entré al cuarto dándole una patada a la puerta y miré el momento exacto cuando Arlene mordió... el miembro... de ese hombre.
Él gritó, retrocediendo y sacando su miembro de la boca de Arlene. Fue entonces cuando ella me miró, y sonrió, como si se hubiera salido con la suya. La iba a abrazar, pero ella salió corriendo hacia su almohada, sacó la navaja y se acercó al hombre. Sin dar muchos detalles... la clavó en su corazón.
En ese momento sí me acerqué a ella y tomé su rostro con ambas manos.
—Eres jodidamente fuerte, Arlen.
—Gracias por ayudarme.
—Todo lo hiciste tú sola.
Le di la mano para salir de ahí, y ambos quedamos impactados al ver a Ryder y a Helen, cara a cara los dos, dándose miradas de odios.
—¿Por qué te preocupa tanto la hija de tu hermano?— preguntó Helen en un tono de burla—. Esa mocosa problemática, escurrida y pobre. Igual que Camille, siempre fue una... perra, hasta con Henry se revolcó.
>>Vamos, Ryder, tú amaste a Vivian también, tú también quieres venganza. Siempre has querido ver sufrir a Thaniel, pues es el mejor momento... deja de ser tan sentimental y ven a mi lado.
—En tu mugrosa vida vuelvas a hablar mal de Camille, esa es mucho más mujer que tú. Ella sabe amar, perdonar, es una mamá increíble... y tú... solo eres una envidiosa, siempre lo has sido.
>>Tú nunca quisiste a Vivian, siempre quisiste ser Vivian, tener sus amigos, sus lujos, su carisma, y eso es lo que te jode, que jamás serás como ella, y yo jamás te amaré de la forma en la que la amé a ella.
>>Thaniel pensó que Camille era la que quería ocupar el lugar de Vivian, pero no, la que quiere ocupar su lugar eres tú. Por eso, cuando murió, te fuiste corriendo conmigo.
>>Hace 20 años Vivian quería hacernos daño, quería matarnos, porque la obligaban a ser la mala de esta historia. Como Vivian ya no está y tú solo quieres reemplaazarla, ahora quieres ser esa villana, ahora quieres hacernos daño con tu excusa ridícula de vengarte, pero la verdad es que solo buscas parecerte a Vivian.
>>Eres una arrastrada, Helen, una regalada, un caos, pero no perfecto, eres el caos más asqueroso que existe.
Ella escuchó todo, pero no puso ninguna expresión.
—Cuidado como le hablas a la mamá de tu hijo.
—Cuando nazca lo alejaré de ti— Ryder hizo un puchero falso—, y cuando crezca le diré que su mamá murió al quitarse la vida, que fue una guerrera, una valiente, una mujer hermosa... Vivian.
Helen finalmente parecía furiosa, y se balanceó hacia Ryder para pegarle, pero este fue más rápido, ya que le clavó un puño en la mejilla y la lanzó al suelo con el impacto.
—¡¡RYDER!!— le grité—, está embarazada...
—El feto lo tiene en el vientre, no en su cara.
—Hijo de puta— susurró Helen escupiendo sangre.
—Agradece que no tengo una pistola en este momento, porque te dispararía entre tus cejas.
Ryder se acercó rápido a Arlene y le dio fuertemente la mano. Íbamos a bajar los 3 las escaleras para tratar de escaparnos de alguna forma desconocida, pero entonces, Helen habló.
—Entre ceja y ceja... así le disparé a tu hermana.
Nos detuvimos en seco. Arlene me miró, con nervios, mientras Ryder se dio lentamente la vuelta y miró fijamente a Helen, quien se encontraba todavía en el piso, pero ahora sonriendo.
—Disfruté mucho al ver la sangre de Diana derramada.
Ryder se tambaleó con su mirada perdida y cayó al suelo de rodillas. Después todo sucedió como en cámara lenta. Llegaron varios de los escoltas, uno cogió a Arlene por las muñecas, otro al señor Ryder, otro ayudó a mamá a levantarse y el otro me sostenía a mí con mis manos en la espalda baja.
—¡Dile que me suelte!— le pedí a Helen.
—Te dije que te iba a matar si me traicionabas, y créeme que lo haré.
Arlene estaba llorando, desesperada, intentando defenderse de ese hombre que la sostenía, pero no lo lograba.
Mi mundo se derrumbó. Todo estaba jodido y no había una solución, o eso pensé hasta qué... uno de los escoltas subió, llevaba a un hombre esposado con él, y ese hombre era Henry.
Helen se congeló al verlo, mientras Henry solo le sonrió y al verme a mí me guiñó un ojo.
—¿Qué hace este aquí?— le preguntó Helen al escolta.