Capítulo 53. Una especie de arpía

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−¡Que han llegado! −gritó el chico a todos.

El adolescente se quedó mirando a la morena, que mostraba un semblante bastante serio.

−¿Cómo estás? −le preguntó Manolín.

−Bien, ¿Podemos pasar? −preguntó la de rizos con voz apagada.

−¿Es que eres tonto o qué? ¡Hazte a un lado! −le riñó Marcelino al chico, abriendo la puerta completamente para hacerlos seguir al interior de su hogar.

−Hola, familia −saludó la morena.

−Buenas noches a todos −saludó Fausto.

−Hola −dijo Alfons cabizbajo siguiéndolos.

Y finalmente entró Devoción.

−Manolita...−la saludó con un sentido abrazo.

−Devoción, lo siento.

La mujer negó con la cabeza, haciéndole saber que estaba todo bien. Enseguida  saludó a los demás y finalmente, sonrió cuando vio a Luciano.

−¡Qué hermoso bebé! Mi hija me había dicho que era muy guapo, pero creo que se quedó corta, es realmente precioso, María.

−Gracias, Devi.

Amelia sonrió y le pidió a María dejarle cargar al bebé.

−¿Cómo está este príncipe hermoso? −dijo mientras acomodaba el cuerpo de Luciano en su pecho y la cabecita sobre su hombro.

−Hola −se acercó Luisita para saludar a la morena.

−¡Luisita! ¿Dónde estabas? Que no te había visto.

−En mi habitación, fui a leer un rato y os he escuchado. Te he llamado muchas veces, te envié mensajes, pero creo que tu móvil está apagado.

−No tenía cobertura y sí, creo que ahora mismo está sin batería.

−Dámelo, así lo conecto para recargar la batería.

−Claro, ¿Puedes sacarlo de mi bolsillo izquierdo del pantalón?

−Eh, sí, supongo que sí.

La morena se acomodó y la rubia metió la mano en el bolsillo para buscar el móvil. Pareció un momento vergonzoso entre las chicas, pero en realidad, Amelia disfrutó mucho al poner nerviosa a la rubia.

−Aquí está. Lo conectaré ahora mismo −dijo Luisita sin atreverse a mirar a los ojos a Amelia.

−Claro −dijo la morena un poco decepcionada al no poder disfrutar más de la cercanía de la rubia.

−¿Cómo estás, Amelia? −le preguntó María.

−Bien, dentro de lo que cabe. Estamos bien, solo...nos ha sorprendido la noticia.

−¿Seguro? ¿Necesitáis algo? −insistió la gemela.

−Seguro, María, solo queríamos llegar a Madrid y estar con vosotros.

Devoción se sentó en el sofá junto con Fausto, para charlar con Pelayo, Manolita y Marcelino. Alfons se acercó a Amelia para conocer por fin a Luciano. Tomó sus pequeñas manos y empezó a hacerle algunos gestos, logrando que el bebé no parara de sonreír y de balbucear.

−¿Dónde está Lucía? −preguntó Alfons a María que estaba con ellos.

−Se ha ido con mi marido al despacho de mi suegro. Han ido a ver en qué pueden ayudar.

−¿A qué te refieres? −preguntó Amelia.

−Bueno, al papeleo y todo eso −respondió la gemela.

Prometo amarte y esas cosasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora