Pieza del pastel

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Aquella mañana, un grupo de mafiosos estaban mostrando lo que robaron: un maletín lleno de joyas preciosas, una fortuna a decir verdad, uno de los de la mafia llevó a uno de ellos a hablar con el jefe que tenian, cuando se subieron al auto, una motocicleta iba siguiendolos y les empezó a disparar, haciendo que el primer auto perdiera el control del volante y se desviara, llegando al último auto donde iba uno de los jefes con sus guardaespaldas

-¡Oye, aplástalo! -exclamó uno de los mafiosos al copiloto del auto-

-Sí, señor -reaccionó al instante chocando la motocicleta de un lado, desviando la motocicleta a otra ruta perdiendola de vista-

Al cabo de un rato, llegaron a un sector donde había una bodega bastante grande, pero notaron que el mismo sujeto de la motocicleta los logró alcanzar, los dos mafiosos estaban asustados, más que todo el jefe de la mafia

-¿Me traicionaste? -respondió alterado tomando el maletín en sus manos-

-¡Claro que no! -dijo molesto- ¡Oye, pásale el auto por encima! -ordenó al copiloto de adelante, pero este no respondía- ¡Oye! -el ambiente se sintió interrumpido por el sonido de un disparo, aquel copiloto asesinó al mafioso, sin poder hacer algo, la chica que estaba al lado del jefe lo acorraló con una pistola en la sien-

-Trate de moverse o acabará igual que su subordinado, ¿quedó claro? -amenazó al contrario, siendo que estaba realmente asustado-

-S-si señorita -tartamudeó mirandola-

-Cambiaremos un poquito el lugar del destino -respondió el copiloto con la pistola en la mano-

Llevaron al mafioso a la bodega, en donde la chica y la persona que estaba disfrazado de motociclista estaban apuntándolo con pistolas por si hacía algún movimiento sospechoso, mientras que el otro chico estaba sacando las joyas que estaban en el maletín

-¿Quién los contrató? -decía con un tono temeroso-

-Vamos, no tiene caso que nos lo preguntes -respondió mientras revisaba el maletín- nosotros somos profesionales. Normalmente no me toca hacer estos interrogatorios tan aburridos. Hay gente que tendrá problemas si importas joyas falsas como estas

-El jefe tiene razón -exclamó la chica aún apuntándolo con la pistola-

-¿Cuánto les están pagando? ¡Les pagaré el doble! ¡No, lo que pidan! -suplicaba para que lo dejaran ir, pero no era tan sencillo-

-Mejor dime cómo consigues estas cositas, ¿sí? -mostraba una de las joyas con un tono burlón-

-¡Son todas suyas! ¡Más todo el dinero que quieran! ¡Por favor! -respondía en tono de súplica, más le era imposible, pues los otros dos lo miraban con odio-

-¿Sabes, viejo? Mis amiguitos no tienen mucha paciencia. Así que confiesa mientras puedas

-Sólo seguí órdenes con esto -lanzó un télefono hacia el rubio, quien lo tomó y lo examinó-

-Bien hecho, amigo -el ambiente fue interrumpido por una música, música que provenía del teléfono del rubio, quien en su nerviosismo contestó-

-Debe de ser una broma -respondió la chica golpeándose la cara con la mano-

-¿Sí? ¿Hola? -habló con un tono nervioso-

-Señor Kazuki -dijo la voz en el teléfono- la pequeña Miri tiene fiebre. Venga a buscarla, por favor

-¡Voy enseguida! -cortó y miró al pelinegro, misma acción que hizo la chica- Oye, dijiste que estaba bien cuando la dejaste esta mañana, ¿no?

-Ah... cierto, estaba moqueando -respondió-

Juego de asesinos (Kazuki x lectora) Where stories live. Discover now