Afortunadamente Dohko no se había visto inmerso en la tesitura de intervenir, y únicamente procedió con alguna anotación en sus propios apuntes mientras Saga abandonaba la zona central de la sala sin entrar en el juego de miradas y ladinas sonrisas con las que el día anterior, defendido y abogado consiguieron aportar una gran parte de la amargura que saboreó durante toda la jornada.
Lune de Balrog abandonó su asiento cuando el Juez Dohko le cedió el turno de palabra, y Saga se sentó en la silla que el día anterior había ocupado Kanon, quedando más cerca de la zona dispuesta para el público y, en consecuencia, más próximo a la presencia de Shura.
─¿Dónde está tu hermano? −le susurró el español, acercándose todo lo que pudo a él para hacer de su intercambio de palabras un acto discreto.
─Ha ido a Lamia −Saga lo dijo entre dientes, apenas virando la mirada hacia la cercana posición de su amigo.
−¿Lamia?― se sorprendió Shura―. Lamia está lejos, Saga...¿Por qué ha ido allí?
−Ahí está el psiquiátrico donde fue recluido Thane. Entre los papeles de mi padre Kanon encontró cartas procedentes del hospital y cree que ahí puede dar con información válida para el juicio ―trató de resumir Saga, en forzados susurros que no pasaron desapercibidos por el perspicaz Balrog.
Shura arqueó las cejas con incredulidad ante lo inútil y descabellada que le parecía la idea pero no acotó nada más, aunque Saga le olió la discrepancia justamente en el mutismo forzado en el que se sumió el español.
−Shura... −Saga medio ladeó el rostro hacia él para poderle mirar directamente a los ojos −.Llegados a este punto, cualquier información que se pueda obtener va a ser bienvenida, provenga de donde provenga.
−Tienes razón, Saga...Discúlpame...Supongo que, en el fondo, envidio a tu hermano ahora mismo. No es fácil estar entre el público ―admitió Shura en otro susurro.
Al percatarse de los cuchicheos entre Fiscal y asistente relegado, Balrog optó por dilatar todo lo que pudo su puesta en escena, poniendo en alerta todas sus dotes de escucha a distancia al tiempo que fingía estar repasando las preguntas que traía anotadas en los papeles sostenidis entre sus manos.
Saga le oteó de soslayo y a Shura no le hizo falta nada más para ampliar la distancia con el Fiscal y recuperar su posición en el asiento que había elegido esa mañana.
−Señor Lhawang...−dijo Balrog con voz alta y segura cuando ya no tuvo más remedio que actuar−, me consta que en el primer informe que se redactó se omitió una información sumamente valiosa para ayudar a comprender en qué estado se hallaba el cuerpo de la víctima. No se reflejó que en su sangre se habían hallado restos de Fenciclidina y se procedió a la entrega de un segundo informe presuntamente corregido. ¿Es esto cierto?
−Así es −admitió Mu, tragando la poca saliva que su estado nervioso le permitía fabricar.
−Luego se supo que dicha sustancia había sido sustraída del laboratorio donde usted trabaja y posteriormente vendida en el mercado negro a cambio de alguna ridícula cantidad de dinero.
─¡Protesto! ―esgrimió Saga―. Estas cuestiones ya se han tratado con anterioridad y se han procesado a las personas implicadas.
―Se acepta ―convino Dohko, por primera vez en lo que llevaban de mañana.
―También presuntamente se "perdió" ―Balrog alzó su zurda para realzar con mímica digital el entredicho de la última palabra ―un bisturí, el cual posteriormente fue hallado en un descampado con la sangre de la víctima en su hoja. Y huellas dactilares pertenecientes a dos médicos forenses del IMF.
39. Mu al estrado
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