capítulo veintisiete.

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El ronroneo insistente de Cucurucho y su constante manía de pasar la cola por mi cara me despertó

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El ronroneo insistente de Cucurucho y su constante manía de pasar la cola por mi cara me despertó.

Lamentaba terriblemente no haberle llenado el tarro de comida antes de acostarme.

Tomé mi celular, el cual marcaba las tres y media de la mañana en la pantalla principal junto a varios mensajes.

Me froté los ojos y los abrí.

“Bombón🤍: Sé q bien no estás, pq no me pediste q corte la llamada yo.
Sabés q cualquier cosa q te pase, me lo podés decir.
Te quiero y extraño mucho.”

“Julián Álvarez: tas? no puedo dormir.
y tengo dos hamburguesas de mc, no preguntes cómo las conseguí.”

Primero le contesté a Julián, diciéndole que me traiga una, y después a Joaquín; avisándole que luego le hablaría del tema. Aunque no estaba segura si quería hacerlo.

Me levanté dirigiéndome a la cocina, donde se encontraba el plato de Cucurucho para ponerle comida y después renovarle el agua.

Me estiré en mi lugar y bostecé. Tenía que pegarme una ducha.

No creía que Julián fuera a venir, ni siquiera me había fijado a qué hora mandó los mensajes. Seguro las hamburguesas sólo existían en su estómago.

Salí del baño únicamente con una toalla envuelta alrededor del cuerpo, después de ponerme crema por cada espacio de mi piel, decidí peinar mi cabello para dejarlo secar al aire. Finalmente, me coloqué una remera que Joaquín se había olvidado y bajé a buscar mi celular.

“Julián Álvarez: toy afuera
afueraaaaaaaaaaa
camilacamilacamila
m cago d frio
cualq cosa estoy en el auto
abrime o lloro
CAMILA
te odio
t juro q t odio
chau
m voy a mi casa
cami?
😭"

Reí al ver los mensajes y me dirigí a la entrada. Al abrir la puerta, él se encontraba sentado en el piso con la mitad de su cuerpo apoyado a la pared y la bolsa de McDonald's junto a él.

— ¿Para qué me decís que te traiga una hamburguesa si después me vas a dejar afuera como perro malo? — se quejó, levantándose del piso.

— Hola, ¿no? — respondí divertida, riéndome de la situación.

— No te voy a saludar, dormimos juntos y prácticamente te vi hoy — contestó serio, pasando la puerta mientras se dirigía al living.

— Ayer, ahora es de madrugada — corregí, viendo como se sentaba en el sillón y apoyaba las cosas en la mesa ratona.

— No seas insoportable, si sabés a lo que me refiero — protestó, haciéndome reír.

Que no le abriera rápido la puerta realmente lo puso de mal humor.

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