Capitulo 11 (corregir)

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Y en uno de los banquetes donde teníamos la visita del nuevo emperador de Fadaorana, Jhalbriand Tarbol, el cual estaba acompañado de una belleza única se podría decir, una mujer rubia, de piel morena y de una belleza que dejaba a cualquiera encandilado, lo que más me llamaba la atención eran esos ojos azules de color cielo, y alguno de sus rasgos o gestos se parecía a Katriana, la cual estaba por detrás de nosotros, con un vestido de color celeste color cielo, que a diferencia de Jimena bestia y se arreglaba muy sencillamente.

En aquel banquete donde se discutirían del comercio y estaba en busca de su apoyo, sucedió lo inesperado, Katriana que estaba discutiendo con los ministros y llevando las riendas como si fuera la emperatriz se desvaneció ante la mirada de todos los presentes en el salón privado, la acompañante de Jhalbriand, que se hacía llamar Daneyri la socorrió de inmediato, estaba muy preocupado por ella, sin embargo estaba con mi emperatriz al lado y su familia me estaba mirando, guarde calma y espere a que el doctor la revisara. Unos momentos más tarde Daneyri regreso a la sala y muy alegre pronunció.

—Dichoso sea el emperador de estas tierras, y bendita sea su descendencia, que esta noche sea de gozo y felicidad, pues su emperatriz esta en cinta.

Todo fue silencio, dentro mi se me deshizo algo, moría cada segundo, era un golpe que me estaba dando el destino, maldecía el momento que otro le desposo, maldita suerte de que se haya embarazado, malditas las ganas de matar a todo aquel que hozo mancillarla mas estaba atado de manos y no podía demostrar mi enojo y de todas maneras ¿Por qué estaba enojado?, no éramos nada, no debía tener sentimientos por ella.

—Ella no es la emperatriz, es la primera reina, me sorprende que una mujer tan sabía como usted no lo sepa.

—Disculpad a mi amada, de seguro se confundió pues su reina es muy capaz, y no entiendo porque están tan sorprendidos que hasta parecen molestos y no felices, pronto nacerá vuestro hijo y que mayor felicidad para todo tu imperio.

Mi molestia era tal que esa noche no pude ni dormir, y fue unos de los peores días de mi vida más que todo por ver la alegría en el rostro de Katriana que volvió a tener aquel brillo único en sus ojos y sin duda estaba muy feliz aun sin saber que lo que llevaba en su vientre eran hijos de un esclavo.

Katriana se hizo muy cercana a Daneyri, la cual cada que podía insultaba o daba indirectas a Jimena, era muy osada aprovechándose de la protección del emperador Jhalbriand, que por suerte se fueron unos días después. Mientras que el viejo general fue a hablar conmigo a cerca del embarazo de Katriana y llegamos a un acuerdo ella tendría sus hijos y estos llevarían el apellido de la familia imperial no obstante solo un hijo de Jimena seria el siguiente sucesor, al pasar los meses Jimena resulto embarazada y me sentía muy feliz por ser padre y pude olvidarme de Katriana hasta que dio a luz, al entrar a esa alcoba se murieron mis esperanzas de que el niño se pareciera a ella, en los brazos de la partera había dos niños recién nacidos, con cabellos rubios y un lunar en medio de la espalda el cual debieron de heredar del esclavo que era su padre, de inmediato abandone el lugar ahogando en mi tristeza y con la promesa de no volver al palacio de la primera reina, conforme pasaron los años pude ver unas pocas veces a esos niños, Katriana venía a verme pero siempre la echaba sin contemplaciones, hasta que un día pude verla con sus hijos en el jardín, era una buena madre y por unos momentos desee que sus hijos fueran míos, aquellos niños rubios de ojos celestes color cielo, ambos parecían dos gotas de agua con la diferencia de la largura de sus cabellos, por esos mismos rasgos tuve que mentir al decir que en la familia de mi madre había un ancestro con esos atributos, para callar la boca de la nobleza, con el pasar de los años tuve dos hijos más con Jimena, y en unos años más tarde la guerra se había alargado más de lo que pensé, y eso nos dejaba más vulnerables ante los demás imperios que estaban observando cómo se desarrollaba la guerra, estaba desesperado pues había dejado morir a mi mejor general, el padre de Jimena y lleno de ira e impotencia, culpe de mi desgracia a Katriana, tanto de la muerte del general como de mi enemistad con mi gran amigo Edmund, el cual me hacía mucha falta.

La guerra duro 16 largos años, para ese entonces el hijo de Katriana ya participo en la guerra y aunque no lo quisiera reconocer era diez veces mejor que el cobarde mi hijo y que muchos de los caballeros, su técnica era limpia, gran estratega y un gran líder en batalla, cada batallón liderado por él, regresaba con una gran victoria, además de que su hermana de igual manera tenia buena influencia al unirse al campo de batalla como ayudante y termino siendo doctora, eran unos buenos hijos dignos de llevar el apellido de la familia imperial a pesar de que no había ni una sola gota de sangre noble en ellos, durante el tiempo que me sentía abatido y cansado mi pilar fue Katriana que seguía manejando el imperio de una manera única con lo poco que tenía y la que con sus atenciones hizo que de nuevo volvieran a resurgir los sentimientos por ella, estaba dispuesto a dejar que sus hijos figuraran en el imperio de todas maneras podríamos tener más hijos, sin embargo sucedió lo inesperado, al terminar la guerra, Ettan me aguardaba en mi despacho, y con sus ojos como el cielo me miro con odio y rencor diciéndome:

—Hasta cuando iba a mantener la farsa de ser nuestro padre.

—A que te refieres, tu eres parte de la familia imperial.

—Solo de apellido, que como padre nunca estuvo, el cual no festejo ninguno de mis triunfos, que hizo llorar a mi madre, que la insulto de la manera más vil y baja, debía de reírse al saber que éramos hijos de un esclavo sin nombre ni apellido, pero para evitarle la pena de decir que tiene una piruja por primera reina, unos malditos engendros ilegítimos como hijos, nos vamos a ir al lugar donde pertenecemos que es el reino de Divillba.

—Este es el lugar donde pertenecéis, de donde sacas que eres de Divillba.

—Aquel esclavo que capturaste era el legítimo rey de Divillba, sorprendido, si yo también lo estuve cuando libere a ese esclavo y vi el mismo lunar, y al ser yo el primogénito se me dará el lugar que siempre me perteneció, antes anhelaba tu cariño pero ahora solo deseo no volverte a ver y te advierto que si mi madre vuelve a llenar su hermosos de lágrimas por tu causa o tan solo mojar sus mejillas no me quedare tranquilo.

Esas fueron sus últimas palabras antes de salir de la habitación, y mis pensamientos egoístas no tardaron en apoderarse de mí y como un loco fuese cometí actos deplorables, mi locura era muy grande, estaba dispuesto a matar a cualquiera que osara separar a Katriana de mí, y esos niños ilegítimos eran la mayor obstrucción entre nosotros, les tendí una trampa y les hice quedar como unos traidores al trono, les di la pena máxima, en aquella tarde la plaza se cubrió de sangre y lágrimas, me dolía ver como Katriana lloraba sin consuelo aparente pero era un sacrificio para poder llegar a obtener nuestra felicidad, mi calma y compostura se terminó cuando la vi desfallecer con su mano sangrante, no sé ni cómo llegue más primero con ella y por primera vez llore rogando que no me abandonara, estaba dispuesto de sacrificar el imperio con tal de salvarla, los días que estuvo sin reaccionar me la pase a su lado e incluso acepté dar posada a aquella mujer rubia de nombre Daneyri que estaba huyendo de Fadaorana sabiendo que el emperador acudiría tras ella y que lo más seguro me metería en problemas, ya no me importaba nada más que mi Katriana y estoy seguro que Daneyri podría ser de ayuda. Y no me decepciono, ella misma se encargó de curarla no sin antes cachetearme y gritarme lo bestia que había sido con ella.

Cuando Katriana estuvo recuperada, quería hablar con ella pero no sé lo que pasaba con mi cuerpo que pensaba una cosa pero hacia otra, me sentía como un tercero cuando mande llamarla por la noche a mi habitación, y quise estar en la intimidad con ella, no puedo saber cómo fui capaz de decirle cosas hirientes y aunque internamente me decía que me calle, de mis labios seguían saliendo palabras sin sentido hasta que Katriana salto delante de mis ojos por el balcón, grite su nombre como nunca y por fin recupere el control del que se suponía era mi maldito cuerpo, estaba dispuesto a saltar con ella pero unas manos me sujetaron con fuerza y me impidieron saltar hacia mi final. Aquellas manos eran las de mi gran amigo Edmund que de manera muy inoportuna había llegado en el peor momento, me dio unos cuantos diciéndome muchas cosa que no podía escuchar porque estaba en shock y no me sentía en mis cinco sentidos, cuando termino de gritarme llore, llore como nunca, sentía que me asfixiaba con tanto llorar, los brazos fuertes de Edmund me sujetaron mientras mi dolor me consumía lentamente y mi locura llego al punto de no retorno, ni siquiera Edmund me salvo de los brazos de la muerte.

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⏰ Última actualización: Feb 11, 2023 ⏰

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