—¿Vas a quedarte a dormir en ese puto rincón o te vas a levantar? —y como si fuera algo automático para no recibir un golpe, se levantó

[ . . . ]

Por supuesto que Yeonjun no lo iba a dejar ahí, por supuesto que Yeonjun no iba a escuchar sus suplicas, por supuesto que a Yeonjun no le importaba Beomgyu en absoluto.

Él estaba en el suelo del césped detrás de las gradas, con una herida en la comisura de sus labios, las marcas de los dedos de Yeonjun en sus mejillas, y sangre brotando del corte de su ceja —abierta, de nuevo—. No optó por ponerse de pie, eso no iba a servir de nada.

El pelinegro lo miró desde su lugar, recargado en un soporte de los peldaños.

—Leedo, Chenle, suficiente —ordenó

—Yeonjun, aún no hemos terminado... —Leedo fue interrumpido por el pelinegro

—¡Dije que es suficiente! ¿¡Quieres que te hable en japonés también!? —Chenle sujetó el brazo del de cabello gris y lo alejó de Beomgyu. El pelinegro miró al chico en el piso y lo señaló desde su lugar —. Una palabra de esto, y te mueres, Choi. Chenle —llamó al rubio —, dile a Yuta que te ayude a llevarlo a la enfermería, si te pregunta qué le pasó, dile que se cayó de las gradas

—Está bien —el chico se acercó al castaño se agachó a su altura

Luego de que el rubio le mandara un mensaje al mencionado, el pelinegro y el peligris comenzaron a caminar.

—Y Chenle —Yeonjun se detuvo —, llévame algo de comer

Beomgyu conocía a Yuta, tomaba un par de clases con él a pesar de ser unos tres años mayor. No era una mala persona, en realidad, se llevaba bien con Chenle, él tampoco era tan malo como Leedo, o Yeonjun... Casi siempre hacía que el de cabello gris dejara de golpearlo, y aunque no pareciera, jamás le había puesto una mano encima, solo les hacía creer a sus amigos que sí.

Yeonjun y Leedo se alejaron, el restante estaba junto a él, el castaño con los ojos llorosos, cuando sus amigos estuvieron los suficientemente lejos Chenle lo miró, aún en el suelo.

—Lo siento, lo siento, lo siento tanto, Beomgyu —repitió abrazando al castaño —traté de que te dejaran, traté de que no te buscaran, pero yo...

—No es tu culpa, Chenle —dijo en un hilo de voz —. Es mía, por no saber defenderme, por no poder culpar a Yeonjun

En ese momento, la respuesta de Yuta llegó.

—Recuéstate completamente, ya viene para acá —Beomgyu se acostó en el pasto con un brazo extendido y el otro sobre su estómago.

Para cuando Yuta llegó, él ya estaba llorando, con el rubio acariciando su cabello pidiéndole perdón, porque sabía que no estaba actuando, era pésimo mintiendo. A Beomgyu le dolía el cuerpo, el rostro, sobre todo sus costillas, pero más que el dolor físico, era el dolor mental lo que lo dañaba aún más. El pensar que hiciera lo que hiciera, Yeonjun no dejaría de golpearlo, porque era débil, y no podía defenderse.

Sobre todo, le dolía el amar a Yeonjun, era como clavar dagas en su corazón.

—¿Qué fue lo que le pasó? —el castaño oscuro se arrodilló a tocar la frente del más bajo

Chenle pensó en decir la verdad, olvidando las mentiras, sin importarle si Yeonjun y Leedo lo mataban a golpes después, no quería seguir viendo a Beomgyu sufrir de esa manera, no quería que siguieran golpeándolo. Pero antes de que pudiera ser completamente honesto, el más bajó fue el que respondió:

—Me caí de las gradas —susurró mirando al rubio

—¿CÓMO DEMONIOS OCURRIÓ ESO? —sin esperar respuesta, el chico levantó al castaño del suelo como si no pesara nada y comenzaron a caminar a la enfermería

—Estábamos en los escalones cuando Beomgyu resbaló de uno de ellos... —dijo el rubio —Pasó todo muy rápido

Llegaron al consultorio y en cuanto la enfermera los vio entrando, les dijo que lo acostaran en una camilla.

—¿Qué le pasó? —preguntó apuntándole con la lámpara de diagnóstico

—Se resbaló de los peldaños —respondió Yuta rodeando la camilla, la mujer los miró con susto

—¿De los peldaños? —su vista se dirigió al rubio, frunciendo las cejas

El chico miró a Beomgyu, no quería seguir mintiendo, pero probablemente solo lo metería en más problemas con Yeonjun.

—Sí, estábamos subiendo los escalones, se tropezó con uno y cayó

La mujer les pidió que esperaran afuera. Volvió con el castaño mientras lo revisaba, al no encontrar heridas en su nuca, le preguntó si le dolía el rostro, pues lo tenía muy lastimado.

—Parecen horribles, pero en realidad no duelen —mintió

La enfermera se quedó examinando unos segundos más su rostro, había notado las marcas en sus mejillas, cuando le preguntó qué le había ocurrido, él respondió que su piel era muy sensible y cualquier toque que tuviera se quedaba ahí un tiempo. El color de la cara de la enfermera se esfumó en cuanto levantó la camiseta de Beomgyu —por puro protocolo—, y se hicieron visibles unos horribles moretones en el torso del chico. El castaño rápidamente se cubrió con la prenda de ropa, sintiendo sus labios temblar.

—Ya me puedo ir, no tengo nada —susurró levantándose de la camilla

—¿Quién te hizo eso? —la mano de la señora Jisoo sujetaba el brazo del castaño —Choi Beomgyu, tú no te caíste de las gradas, ¿Quién te hizo eso?

Se había quedado mudo, ninguna palabra salía de su boca, el miedo estaba recorriendo cada rincón de su cuerpo y mente. No tenía respuesta alguna, no quería mentir, pero tampoco podía decir la verdad. Cuando la enfermera levantó la cabeza para mirarlo, Beomgyu notó que tenía los ojos llorosos. El estómago se le revolvió y tuvo unas inmensas ganas de echarse a llorar, de decirlo todo, de huir, de pedir ayuda a gritos, de que todo el infierno que Yeonjun le hacía pasar se acabara, de decirle a todo el mundo que se fuera al carajo, de ser diferente, de defenderse, todo al mismo tiempo.

Miles de cosas pasaron por su cabeza y dio un respingo, retrocediendo.

—Nadie —respondió al fin —. No fue nadie


[Kim Jisoo es la actriz, no la cantante]

As you pungle daggers into my heartDonde viven las historias. Descúbrelo ahora