―No eres una conductora profesional.
―Y tú tampoco ―repuso.
―Pero tu vida es mucho más importante que la mía.
Se detuvo al llegar al coche y me dirigió un tipo de mirada distinto. Echó un vistazo hacia la derecha para observar a los miembros del equipo antes de volver a mirarme a mí.
―No veo por qué.
Yo tampoco tenía ningún motivo. Lo único que sabía era que no quería que saliese herida. Si algo me ocurría a mí, me daba igual. Pero si algo le ocurriera a ella… sería algo que me atormentaría para el resto de mi vida. Calle no era sólo una amiga, sino alguien a quien había llegado a respetar. Me importaba mucho, más de lo que me importaban la mayoría de las personas.
―Tú representas la esperanza, la igualdad y el respeto para muchas personas. Puede que seas la mujer más poderosa del mundo, pero no eres invencible. El mundo no puede permitirse perderte.
Suspiró mientras me contemplaba frustrada y conmovida.
―Es muy bonito que digas eso, Garzón, y te lo agradezco, pero sigo creyendo que estás exagerando. Vamos a rodar unas cuantas tomas y luego continuaremos con nuestras vidas.
Odiaba no tener el control. Lo odiaba con todas mis putas fuerzas. Si hubiera sido mía en ese instante, me habría bastado con decir que no.
Seis semanas tardarían una eternidad en pasar.
Se acercó más a mí, recuperando la proximidad que ella misma nos había arrebatado. Sus ojos brillantes observaron los míos con aquella expresión que había visto decenas de veces. Me la dedicaba justo antes de besarme, de depositar un beso delicado en mi boca.
Si estuviéramos solas, estaría besándome en ese mismo instante.
―Por favor, ten cuidado. ―Intenté hacérselo entender, pero estaba claro que no había logrado nada. Los coches como aquellos tenían más potencia que un tráiler. Aunque eran piezas de colección, no estaban pensados para usarlos como juguetes.
Su mirada se suavizó ligeramente; era la primera vez que la veía reaccionar así.
―Lo tendré, Garzón.
* * *
Terminamos de rodar una hora más tarde, justo cuando el sol se ocultó en el horizonte. Conseguimos las tomas y acabamos el trabajo.
Todo transcurrió sin incidentes, como habíamos planeado.
En cuanto devolvimos los coches y estuvimos otra vez sobre nuestros pies, sentí que por fin se deshacía el nudo que tenía en el estómago. Las náuseas desaparecieron y por fin pude mantenerme erguida, sin soportar aquel gran peso sobre los hombros.
Valentina caminó hasta mí cuando acabó de hablar con el director.
― ¿Estás bien, Poche? Te veo un poco pálida.
―Estoy bien.
Vi cómo Calle entregaba las llaves de su coche y hablaba con uno de los miembros del equipo. Él dijo algo para hacerla reír. Entonces ella esbozó aquella sonrisa diplomática, comportándose con cortesía, aunque en realidad la conversación no le importaba. Había visto aquella mirada el número de veces suficiente como para saber exactamente lo que significaba.
Valentina siguió la dirección de mis ojos antes de volver a mirarme.
― ¿Todavía lo pasas mal por eso?
―A veces.
Me dio una palmadita en el hombro y me dirigió una mirada de compasión.
―Lo siento, Poche. Pero sabes mejor que nadie que yo sé exactamente cómo te sientes.
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Las Jefas- (Adaptación Cache) Terminada.
FanfictionTodos los derechos a su autor, esto es solo una adaptación. No estaba acostumbrada a oír la palabra «no». No estaba acostumbrada a tener una contrincante que tuviera la misma seguridad que yo, la misma inteligencia. No estaba acostumbrada a que otra...
18- Poche
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