—Cada que lo veo, es como ver a Jules —sin pensarlo mucho lo suelto— y a nuestro bebé.

El labio me comienza a temblar sin querer.

No pude verlo a los ojos, clavo los míos en aquella constelación que tanto amaba buscar cuando niña.

Posa su mano en mi mejilla girando delicadamente mi cabeza.

—B-bebé...

Asiento dejando salir las lágrimas.

—¡Mate a nuestro hijo Charles! —me corto buscando aire— yo lo...

Me jala hacia su cuerpo rodeándome con los brazos en un fuerte apretón. Acaricia mi cabello y lo puedo sentir temblar.

Se lo importante que es para él el tema de la familia. Lo es del mismo modo para mi, es algo que eh anhelado desde pequeña.

Me separo para analizar su reacción y expresión, sus ojos están muy abiertos y un poco rojos, pasa la lengua por sus labios sin saber que decir, así que yo le explico.

—El accidente... tenía siete semanas... yo no sabía que estaba embarazada.

Tapo mi rostro llorando más.

—Los mate —digo entre sollozos— yo maté a mi hermano y a mi bebé.

—Para de herirte por favor —Charles destapa mi cara— tu no los mataste, ambos murieron por algo que no estaba en tus manos.

—No —muerdo mi mejilla tratando de contenerlo— yo maté a Jules, aquel día en Japón peleamos, eso hizo que no se concentrara en la carrera, no hubiera chocado si no fuera por mi.

—Eso no fue tu culpa...

Pasa su brazo por mis hombros recargándome en él.

—Perdón por lo de nuestro bebé —trago todo el aire posible.

—No pidas perdón por algo que no hiciste.

Tengo que controlar mi respiración o esto terminará en un ataque.

—De todos modos lo calle y tenías todo el derecho de saberlo.

—Eso ya no importa —voltea dándome una sonrisa reconfortante— lo que importa es que se que tenemos una estrella más en el cielo y te tengo a ti.

Siento la calidez de sus palabras calmarme y un peso fuera de mi, aún me inquieta un poco el pensar el regresar al mundo real. Donde no somos solo nosotros, si no las personas que nos rodean.

Se pone de pie con un salto y pone su mano frente a mi incitándome a seguirlo. Acepto y él saca el móvil de su bolsillo revisándolo para dejarlo en el piso a un metro de sus pies.

—Me concede esta pieza ma déesse.

—Sería un honor Lord Perceval.

Dancing with your ghost comienza a sonar de la radio del teléfono de Charles.

—Conoces la canción... —susurro en su oído.

—Tengo mis secretos.

—¿Y cuál es el secreto? —insistí.

Me gira para volver a dejarme contra su pecho moviéndonos lentamente.

—La escuché cada día que pasaba por el pasillo de tu habitación, cada que me quedaba sentado afuera de la puerta sin que me vieras, cada que sabía que él no estaba ahí para vigilarte.

Levanto mi mirada hacia él, cada palabra que dice es cierta. Estuvo para mi aunque nunca lo viera, la sensación de seguridad que sentía al dormir.

—¿Tu estabas ahí..?

—Te veía dormir para cuidarte.

Muerdo mi labio inferior y el lo libera con su pulgar dándome posteriormente un largo beso que profundizo tomándolo del cuello para acarréalo más.

Me separo para dejar mi cabeza recostada en su pecho bailando relajada mente con la luna como única fuente de luz y las estrellas de fondo.

La canción termina y toma mi rostro para acercarlo a él detallando cada parte de él.

—Te amo.

Sin oportunidad de respuesta vuelve hacia mis labios bajando sus manos a mi trasero para pegarme más a él.

Me separo un poco viéndole a los ojos, verdes con motitas cafés, me puedo perder horas solo viéndolo.

—Yo también te amo.

Es cuestión de segundos para que me levante de la arena enrollando mis piernas en su torso.

—¿Que piensas hacer Charles?

Sin darme respuesta continúa caminando conmigo encima.

—Mañana nos vamos y no emos disfrutado el hermoso mara de México.

—¡No, no, no!

El agua fría nos empapa al caer con la ola que nos llegó.

Llegue a mi habitación aún mojada.

—Mañana vengo por ti, nos vamos en el
Jet juntos a Ciudad de México.

Abro la puerta indicándole que pase.

—¿Por que no duermes aquí?

Entra y cierro detrás de mi, antes escucho la puerta de enfrente abrirse, Joris sale sonriendo del cuarto de mi amiga.

Esta me ve con los ojos bien abiertos, yo solo niego divertida.

—Pensabas dejarme solo, me dueles Athenea.

Sale soltando una sonora carcajada cuando ve a la pareja frente a nosotros.

—¡Yo lo sabía! No venías aquí por las "hermosas playas de México"

—Lo que me sorprende es que se seguro han estado ahí todo el día. Como ermitaños. Vamos Charles —lo hago retroceder y cierro la puerta.

—Les debo una —dice tirandose a la cama.

Yo entro al baño a darme una ducha rápida a la que él se une en cuento oye el ruido del  agua.

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Fin de capítulo

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Dancing With Your GhostDonde viven las historias. Descúbrelo ahora