—¡Tío! ¡Cuento! —esta vez se dirigió al tirano de los mares, aferrándose a su pierna con una mano mientras sostenía el libro en la otra.

—No.

—¡Cuento!

—No.

El niño apretó los cachetes con fuerza. No aceptaría un no por respuesta.

—¡Cuento! 
Al final, Poseidón no vislumbró otra salida más que ceder, y terminó por contarle un cuento al príncipe del Inframundo. La historia estaba lejos de ser apta para niños, pero mientras el niño estuviera dormido no iba a quejarse.

Tal vez no fuera la mejor forma de criar a un niño, pero era padre primerizo y los demás dioses no tenían derecho a juzgarlo. Zeus apenas podía recordar todos los hijos que había tenido, y ni hablar de Poseidón.

El dolor de cabeza había incrementado, y no quería agobiar a Sephyr, por lo que agradeció cuando se quedó dormido y lo dejó en su habitación al cuidado de su sirviente más confiable.

Necesitaba descansar. Cuidar a un niño era más cansado de lo que había esperado.

Todavía estaba algo débil, pero había conseguido arreglárselas por su cuenta.

Había dado órdenes estrictas para no ser molestado, pero al parecer un humano y sus destrozos no podían esperar más.

Ahí fue cuando lo vio, al infame primer emperador de la Gran China.

(...)

Cuando notó que Hermes y Zeus no estaban en la sala de los dioses, debió esperar que alguna catástrofe estaba cerca de acontecer. Lo que ciertamente no se encontraba entre sus posibles explicaciones para su desaparición, era que la arrogancia del viejo le había ganado, y había decidido ir personalmente a humillar a la raza humana.

El viejo iba a pelear, iba a pelear contra el mismísimo Adán.

No iba a mentir, Sephyr tenía un poco de curiosidad respecto al primer humano. En realidad, su emoción era tanta qué incluso los dioses a su alrededor parecieron notarla. Era un dios, pero solo tenía dos mil años de los miles de años que tenía la tierra, por lo que estaba más que encantado con ver cómo era el primer humano. 

Tenía en claro su bando: el que fuera en contra de Zeus.

No sabía si era bueno o malo que ahora estuviera acompañado de Hermes y Ares, con sus preguntas tontas, pero estaba mejor que solo. Del otro lado, también se encontraban los nórdicos sentados mientras observaban el combate, pero Loki lo metería en problemas y no tenía intenciones de probar la furia de Odín.

No creía que existiese alguien más que no fuese Loki dispuesto a provocar al padre de todo.

—La humanidad realmente está hecha de criaturas muy estúpidas —dijo Ares, llamando su atención—. ¿No lo crees, Hermes?

—Sí, tienes razón, mi hermano Ares —respondió el dios.

Sephyr intentó mirar la escena, pero no tenía el suficiente interés cómo para darles un vistazo. Seguía sin poder separar sus ojos del combate qué se desarrollaba frente a sus ojos.

—Espero que ese humano le rompa la cara —soltó casualmente.

Hermes dejó escapar una ligera risa, mientras que Ares palideció ante sus palabras.

—Creo que no deberías de juntarte tanto con mamá —dijo Ares.

—Hera es una diosa agradable, no veo por qué debería dejar de servirla.

𝐄𝐍𝐂𝐇𝐀𝐍𝐓𝐄𝐃 - HaqinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora